martes, 26 de mayo de 2015

Yo me acredito, tú me acreditas, él me acredita...

Debería haber sabido más inglés. Es verdad que tenía cierta facilidad para leer, pero me era difícil seguir conversaciones, y no digamos entrar en ellas. Y en ese momento me hacía mucha falta. Dos peritos inglesas estaban sentadas delante mía, manteniendo una conversación bastante rápida con el hermano del paciente que con el que estaba trabajando. Podía entender cosas, pero por desgracia, estaba más fuera que dentro de la conversación. Pero estaba claro que tarde o temprano iban a preguntar mi opinión.

- Te ha preguntado que opinas tú - me dijo el hermano. Las miradas de todos, el paciente incluido, se posaron encima mía. Trate de organizar mis ideas para exponerlas, pero realmente estaba destinado a no pronunciar una sola palabra en inglés ese día.

- ¿Entonces eres neuropsicólogo? - me preguntó una de las perito, o eso alcance a entender. Bueno, yo trabajaba de neuropsicólogo, pero sin embargo a efectos legales, para estas peritos yo era un Support Worker (una figura que veo más afín a la terapia ocupacional), y a nivel de contrato... casi prefiero ni decir lo que ponía en mi contrato. Pero sí, era neuropsicólogo, ¡y a mucha honra!. Asentí con la cabeza.

- Curioso - dijo ella observándome - lo cierto es que la neuropsicología en España es muy joven, aún estáis empezando a andar - observó. Resumiendo, mi opinión iba a tener poco peso. Pensé intentar argumentar que realmente había ya un disciplina más que formada en España y bien asentada, pero lo cierto es que también pensaba en la idea de que en los hospitales no hay neuropsicólogos. O en la idea de que no los hay en la escuela (como bien apuntó J.A Portellano en la última conferencia suya que he visto). O en las ideas que ya comenté en el post del neuro-intrusismo (aquí). Era difícil rebatir esa idea hace cuatro o 5 años. Incluso ahora.. Es una disciplina joven en España, más aún cuando aún se está debatiendo sobre cómo acreditarse en este país como Neuropsicólogo. Y supongo, que yo también tengo mi opinión al respecto.

¿Por qué una acreditación?


lunes, 25 de mayo de 2015

Fluencia, fluidez y denominación

- Sólo hay dos tipos - volvió a señalar mi compañera en el papel - Afasia progresiva primaria y demencia semántica -. Volví a mirar de nuevo el cuadro y me quedé pensativo. Había sido un fin de semana bastante largo, pero tras 12 horas de autobús en sólo 2 días, había tenido tiempo de sobra para leer y leer ideas actuales sobre la afasia progresiva primaria. Y no me terminaba de cuadrar que sólo hubiera dos tipos.
- En realidad, existe un subtipo logopénico y otro llamado "no fluente" - refería, recordando un powertpoint bastante completo que había encontrado. La palabra logopénica, como siempre que la digo, provocó cierta sorpresa (¿De dónde has sacado este tío ese nombre?). Pese a que lo lógico cuando se está de prácticas en un sitio es estar callado atendiendo, no pude evitar ir un poco más allá. - De hecho, creo que la paciente que tenemos ahora sería un tipo logopénico, según criterios -.
Lo cierto es que cuando hablamos de las afasias progresivas primarias, como ya dije en alguna que otra ocasión en este blog (aquí) lo que tenemos es un cambio constante de nombres, clasificaciones y detalles. Y lo es porque cada vez que se va conociendo más algo (el cerebro o sus alteraciones) se van disponiendo de más (o diferentes) puntos de corte para clasificar las cosas. Mi compañera se quedó pensando, pues como nos pasa a todos (a mi el primero) es difícil salirse de lo que habitualmente usas.
- No se, si no es demencia semántica, es no fluente - me volvió a contestar. Volví a tratar de hacer un esfuerzo por juntar informaciones que me permitieran disociar la variante no fluente de la logopénica, pero era imposible organizar tanto caos. Cuando me había pedido un resumen de un artículo del año 2005 que hablaba sobre afasias progresivas primarias, nadie se había esperado que profundizara tanto como para hablar de nuevas clasificaciones, pero había sido en demasiado poco tiempo. Sin ánimo de pecar de prepotente (¡qué sólo llevaba dos semanas allí!) preferí callarme, pero me sorprendió bastante que una semana y poco después, otra compañera viniera a explícarme que había un nuevo subtipo, el logopénico.
Pero, ¿Qué hace falta para poder disociar entidades diagnósticas?, ¿Pasa igual con los términos que usamos en clínica en el día a día?. Yo siempre sigo una máxima (hartamente repetida en este blog), sí dos cosas no son lo mismo y se pueden verse afectadas de forma separada, ¿Por qué llamarlas igual?.

jueves, 21 de mayo de 2015

El post 100

En contra de lo que alguna gente pudiera pensar (ya lo vimos en el post 50), al final hemos llegado al post 100 en este blog. No tengo claro cuantas horas le habré podido dedicar a este blog, pero alguno dice ya por lo pasillos de la facultad (lugar en intrigas y cachondeos varios XD) que bien podría haberlo dedicado a la tesis y ser Doctor. Y esto me lleva a una triste reflexión: He podido aprender más sobre el cerebro y la neuropsicología haciendo un blog,  que en algún que otro máster.
 
Al margen de ello, uno de los objetivos de este blog era "dar a conocer" la neuropsicología, ya que a veces resulta una gran desconocida. Poca gente se refiere a uno como Neuropsicólogo, ocurriendo en ocasiones que le llaman "psicólogo", "podólogo" o "loquero de la cabeza". Por este motivo, para celebrar un poco eso de haber llegado al post 100 y recuperar un poco la esencia inicial del blog, he h hecho el vídeo que tenéis abajo. Es algo corto, y tal vez algo rápido. Seguramente le falte información, pero al menos, intenta explicar que es la Neuropsicología.
 
 
De igual manera, esto me recuerda que también el blog empezó con un vídeo, el cual os dejo también aquí abajo.
 
 
Sin más, agradecer a todos los que de vez en cuando leéis este blog, o gente como Cristina C. o Ángela A. que durante el último congreso me animaron un poquito para seguir con esta "improductiva" tarea. También por supuesto a Ángeles R. por estar siempre pendiente de que no se me pase nada.
 
Un saludo a todos!
 
 
 
 
 
 

miércoles, 13 de mayo de 2015

¿Semántica?¿Qué es semántica?

- Muy bien, ¿Qué harías si alguien que conoces ha bebido mucho y quiere coger el coche? - le pregunté a la mujer que tenía delante, hace justo un año. Me miró con gesto de haber entendido perfectamente mi pregunta, se vio ese brillo en los ojos que surgía cuando todos los significados de las palaras  que había oído le habían llegado correctamente. Pero nuevamente se quedó pensativa tratando de responderme.

- Mmmmm ehhhh.... mmmmm.... como lo del río - me contestó. Sus respuestas normalmente eran más elaboradas que en esa ocasión. Pero eso del río me había descolocado. Señalaba hacía donde teóricamente estaba el Guadalquivir, pero no tenía ni idea de que tenía que ver el río con conducir ebrio.

- ¿El rio? - le pregunté - ¿A qué te refieres con el río? - omití la palabra Guadalquivir, era muy posible que no supiera lo que era. No se trata de que no fuera de Sevilla, había pasado gran parte de su vida allí, pero la palabra le sonaría rara. Como si fuera la primera vez que la hubiera oído.

- Siiii - digo alargando la "i" - en el río, al lado, los animales que hay en el rio - terminó diciendo con gesto de "¿Cómo es que no en entiendes?. Desde luego no tenía ni idea de a qu se refería. ¿Animales del río?. Creo que probé con gaviotas, peces, pájaros... pero ante todos recibía una negativa... ¿Qué otro animal había en el río?.

- Pues la verdad, no se que anim... - comencé a decir, hasta que caí en la cuenta de que había un animal que no había dicho - ¡Toros! - exclamé. Ella asintió. Claro, al lado del rio estaba la plaza de toros. ¿Pero que narices tenía que ver una plaza de toros con conducir borra....?. En esos momentos, tu cerebro conecta una idea con otra y todo emerge de golpe como si solo hubiera estado esperando ahí a que te dignases a conectar las ideas adecuadas.

- Ortega Cano - le dije, casi en un susurro, sorprendido por todo el razonamiento que había detrás de aquella idea, de su dificultad para poder decir todas las ideas que pasaban por su cabeza y de las que solo pudo ponerle voz a unas pocas. Como si fuera una persona jugando al tabú.

- Siiiii, ese - me dijo - no quiero que pase como a ese señor - terminó contestando. La respuesta era sin duda de lógica, pero era otro episodio más de como una persona con problemas en enlazar palabras con su significado terminaba por no saber bien como expresarse. Era otro ejemplo de la devastadora demencia semántica. Hoy voy a intentar entrar un poco más allá de los síntomas comunes.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Entender lo que rehabilitas

- ¿Cómo se dice esta palabra? - dijo la directora del centro donde realizaba prácticas  mientras señalaba una imagen rectangular de una Manzana. El paciente volvió a mirar la tarjeta y comenzó el laborioso proceso de tratar de colocar su boca para emitir el sonido, estuvo cerca de desistir, pero aún así se lanzó.

- Mon....zo.....no - dijo con evidente esfuerzo. Me di cuenta de que yo no había podido evitar subvocalizar la palabra, el propio paciente había buscado mis labios para guiarse un poco en el proceso de pronunciar esa palabra.

- ¡Casi! - dijo la directora - es con la "A". Mira, así -. Trató de dirigir la mirada del paciente hacía su boca, abierta de par en par, mientras hacía ponía dos dedos de la mano apuntando hacia el suelo como si fuera una A. En ese momento, cogió una A de madera y se la dio al paciente para que la tocara. El proceso parecía que se había repetido varias veces con anterioridad.

- Mira Aarón - me dijo ella - dale la letra, que la toque, incluso si hace falta que se la meta en la boca - dijo. Lo que teníamos delante era un paciente con una afasia de tipo motor, con una tremenda dificultad para articular palabras, y por desgracia, cuando intentaba decir ciertas letras, o bien no salía nada, o salía cualquier cosa. Había sufrido un Ictus en el hemisferio izquierdo y eso había provocado un daño en las áreas responsables del lenguaje, más exactamente en las zonas que regían la articulación (al margen de provocar cierta hemiplejia en el lado derecho del cuerpo).

          Por hacer una resumen del tratamiento, se estaba tratando de que el paciente al ver la letra, relacionara el sonido asociado a la misma y a su vez, con la posición que su boca debía tener para producirla, de ahí que casi siempre se necesitara un espejo en el tratamiento. Lo que teníamos delante era una especie de compensación: Si el área del lenguaje no me decía como emitir la palabra, que la memoria me ayudara, pero... ¿Por qué tocar la letra?¿Por qué metérsela en la boca?. Lo que voy a tratar de comentar hoy gira en torno a esa que siempre planteo: Si conocemos como funciona el cerebro, sabremos de que manera curarlo mejor cuando falla.

Creando imágenes

                    Siempre que hablamos de la palabra imagen pensamos automáticamente en algo visual. Es fruto sin duda del lugar privilegiado que tiene la visión para nosotros, formando imágenes visuales del entorno que nos permiten relacionarnos con él de forma efectiva. Pero en realidad, las imágenes son realmente representaciones del entorno que son producidas por nuestros sentidos, de manera que tenemos "imágenes" visuales, tácticas, auditivas... aun seguramente menos imperantes que las visuales. No en vano, en otras especies existen mecanismos sensoriales que permiten formar imágenes más potentes que las nuestras. El ejemplo que me viene a la cabeza son las vibrisas.

                    No en vano, Damasio hace mucho hincapié en la importancia de la creación de imágenes del propio cuerpo (repito, no visuales, sino por otras vías sensitivas) que permiten que tengamos una representación del propio cuerpo (propiocepción) y una idea de su estado de manera continuada. Esta idea se mantiene en un segundo plano hasta que algo altera el estado esperable (un coche, un corte, un insecto que se posa), llamando la atención del resto de sistema cognitivo que nota que algo pasa. Esa es la base de la conciencia de uno mismo según Damasio, y para esa conciencia, actúan muchos y diferentes tipos de imágenes, a veces, de forma paralela (hay una imagen visual y táctil por ejemplo para algunos objetos). Sigamos por ahí.
 
La idea que me viene a la cabeza es un ecualizador. Esta sería una presentación visual del sonido en función de algunas de sus virtudes. Sin embargo, algo parecido se forma en nuestro cerebro como imagen auditiva, con una serie de cualidades organizadas hasta los diferentes sonidos.

                    Existe un déficit bastante curioso que es la Agnosia aperceptiva. En esta tipo de alteración perceptiva, la persona es incapaz de decirnos el nombre del objeto que tiene delante (pongamos una taza). ya que no lo percibe visualmente de manera correcta. Sin embargo, una forma rápida de lograr que el sujeto reconozca el objeto consiste en ponérselo en la mano. En seguida, la imagen somatosensorial  se forma sin problema y es comparada con toda aquella información de la que se dispone ("mmm esto tiene forma de asa... ¡Es un asa! entonces debe ser una taza"). Esto lo que nos plantea es la idea de que se puede llegar a algo a través de diferentes modalidades sensoriales. No es nada nuevo.

Las semántica de la imagen

                      Este último ejemplo de la agnosia apercetiva nos muestra una desconexión de un sistema perceptivo por daño cortical. Es decir, el ojo está bien, pero su corteza visual primaria  no lo está, no forma la imagen correctamente, y por tanto, no hay manera de reconocer el objeto. Como las áreas sensoriales primarias si han podido crear la imagen de manera correcta, esta puede comprarse con la experiencia y otros almacenes. Es lo que se podría llamar una desconexión, y lógica al fin y al cabo. Lo curioso es cuando si se forma la imagen y sin embargo, no se accede a ciertas propiedades. Vamos a ello.

                       Existe una agnosia visual de tipo asociativo,. En este tipo de agnosia el sujeto sigue sin decirnos como se llama la taza, pero sin embargo, nos la puede describir perfectamente, la puede emparejar con otra perfectamente, la puede hasta dibujar. Pero no sabe lo que es. Eso nos lleva a la idea de que la imagen visual se ha creado, pero algo debe andar roto por ahí para no llegar al significado. Curiosamente, si de nuevo ponemos la taza en la mano de este tipo de pacientes, no hay ningún problema en reconocer el objeto, propiedades y uso. ¿Qué esta fallando?: La conexión con la semántica, la asociación con el significado. Pongamos otro ejemplo.
 
En esta imagen se observa como se llega a la información semántica desde dos vías, visual y auditiva, y como una de ellas puede verse rota como en el caso del paciente que os he comentado. Oye la palabra y no sabe que significa, pero según ve el objeto sabe su uso y para que vale sin ningún problema.

                   Un caso muy curioso (del que ya hablaremos algún día), lo teníamos en un paciente que no tenía manera de entender el significado de las palabras (¿saltar?¿Qué es saltar?) por lo que mostraba bastante dificultad para trabajar con el material verbal. Sin embargo, cuando en vez de palabras escritas u oídas usábamos imágenes visuales, no había ningún problema en trabajar. El test más indicado para ahondar en estas diferencias es el pirámides y palmeras, del que tenéis una imagen aquí abajo. Y nos lleva a una idea sobre la que gira este post: Se puede llegar a un mismo sitio (información lo que queráis llamar) del cerebro a través de diferentes vías. O lo que es lo mismo, se puede ayudar a llegar a cierto sitio, usando más vías de las habituales.
 
Un ejemplo de dos láminas del "pirámides y palmeras". La primera buscaría encontrar la capacidad de hallar la semántica del objeto por vía visual, presentado figuras y la segunda a través de la presentación de palabras

¿Qué es esto? VS ¿Qué tienes en la mano?.

             Con esta idea, sabiendo que el cerebro procesa los estímulos de diferentes formas, y que además, todas ellas están conectadas con los diferentes sistemas de información de manera separada, podemos hipotetizar que trabajar a través de diferentes modalidades puede ayudar a llegar a aquello que queremos o bien para que una asociación sea aun más fuerte.

             Un ejemplo interesante es el que plantea Daniel Levitin, un neurocientifico que ha ahondado bastante en la relación entre música y cerebro. ¿No os parece curioso de que se recuerden tan bien las letras de las canciones y durante tanto tiempo?. Según nos indica este neurocientífico, el procesamiento de la música es a través de múltiples dimensiones, como son el ritmo, el tono, la melodía, lo que refuerza la codificación de la información, pero también la propia recuperación (en especial por las rimas). Bien, Sabiendo estas ideas, ¿de qué forma podemos ayudar a alguien que no puede hablar a que le resulta más fácil denominar algo, o tener acceso a la palabra, o a la posición de la boca?. Pues por ejemplo, utilizando objetos reales y no tarjetas, como podéis ver en la imagen de abajo.

 Puedes tocar los objetos, sentir si están fríos o calientes, tocar hasta las letras que componen su nombre. Todo para que se creen más lazos entre esa palabra que no se dice y el cerebro, para poder volver a sacarla.
 
                  No solo se trata de mirar el objeto, sino también de tratar de interactuar con él. Cogerlo, usarlo, manipularlo. En muchos casos pidiendo la paciente que cierre los ojos y que a través del tacto trate de denominar el objeto, pero provocando una mayor relación con el en el proceso de elicitación de la palabra.

Incluso aunque tengamos una mano con la sensibilidad reducida o con dificultades del movimiento, se debe tratar de usar para interactuar con el movimiento.
 
                La idea es que aquella palabra que se dice, tiene una mayor probabilidad de ser repetida. Y la idea es que toda ayuda que haya para provocar que esa palabra salga, siempre será buena. Partiendo de que el cerebro lo procesa todo, cuanta más información le demos, más fácil será llegar al objetivo cuando hay un daño (en una ruta cualquiera). No sólo se trata de tocar el objeto, también tocar las letras cuando tratamos de ponerle sonido, crear imágenes (en diferentes modalidades que se asocien con ellas). Y yo siempre digo, sabiendo como funciona el cerebro, aprovechándonos de lo que cada día se va sabiendo sobre como funciona. Y cada día, se sabe mucho más.
 
PD: Supongo que esa idea de que no hay que parar de leer, de estudiar y de estar atento va unida a esta profesión, no queda más remedio si se quiere mejorar.


lunes, 4 de mayo de 2015

¿Quién toma las decisiones? (II)

           Hoy me he encontrado 10 euros en la puerta de un bar al que voy siempre. Iba con una compañera al lado. Con más reflejos de los que cabe pensar que pueda tener al observarme, me he agachado casi sin interrumpir la marcha y los he cogido. No es raro tanta velocidad, ya que con 7 años un día me encontré un muñeco en el suelo en una excursión al parque, y mi compañero fue extremadamente rápido para empujarme y reclamarlo como suyo sin querer compartirlo. Un recuerdo tan emocional (rabia) es difícil que se borre, y acaba guiando la conducta.
 
           Durante 20 metros, un bombardeo de escenarios posibles ha sacudido mi mente. Billete en mano, me preguntaba, ¿Me han visto?¿De quien será?¿Me hace falta?. Estaba decidido a quedármelo, hasta que de repente, le he dicho a mi compañera "voy a dejarlo en el bar" y allá que me he ido. También el camino de vuelta ha sido tortuoso ¿Soy Tonto?¿Se lo quedarán?¿Soy buena persona?. Pero finalmente he dejado el dinero a los camareros y pedido que estén atentos por si alguien le faltan.
 
             Si me remonto a mi pasado, no es la primera ocasión en la que me encuentro dinero. Al revés, me ha pasado más veces de las que cabría esperar. Y sin embargo, la respuesta  no ha sido la misma. Unas veces me lo he quedado y otras no. ¿Por qué?. Dedicarse a las neurociencias lleva a situaciones tan absurdas como la de hoy, que en vez de pensar si debí o no quedarme el dinero, me dedico a pensar como mi cerebro ha tomado la decisión de devolver el dinero, y sobre todo, por qué ha tardado tanto.
 
¡Rápido, rápido!
 
               Ya hablé sobre el tema de la toma decisiones hace muy poco (Aquí), pero justo al poco tiempo me encontré con cierta noticia que hablaba de la toma de decisiones. Así que decidí (yo o mi cerebro, da un poco igual) leerlo y tratar de entender de que hablaba (la noticia la tenéis aquí). Un estudio que, a través de resonancia magnética funcional, trata de ver qué pasa en el cerebro cuando tomamos una decisión rápida de ataque o defensa.
 
              Las máquinas de resonancia magnética son enormes y ruidosas, y tienen un problemilla, como comentaba el otro día con un conocido que trabaja en temas de biomedicia (en una caseta de la Feria de Abril, lugar idóneo): La persona no puede hacer nada dentro de la máquina en cuestión. No hay espacio, a parte que resulta relativamente incomodo concentrarse con el ruido que produce. Aún así, el Dr. Keiji Tanaka planteó la idea de presentar una serie de imágenes de un juego, el shogi (similar al ajedrez) y pedir a las personas que en ese momento estaban siendo escaneadas que pensaran si su siguiente movimiento sería de ataque o de defensa. Una forma de ver como se tomaba una decisión rápida y que pasaba en el cerebro a la vez.
El Shogi. Para los aficionados al manga no les resultará raro, ya que los personajes de los mangas que habitualmente eran grandes estrategas solían ser muy buenos en este juego.
 
 
                Este tipo de decisión es muy rápida, incluso como dicen los autores, mucho más rápida de lo que se evalúan todas las opciones disponibles (el ejemplo eterno: Rafa Nadal no analiza todas las formas posibles de devolver una pelota, sino que actúa directamente). De esta manera tan ingeniosa, localizan que el "valor" de atacar y de defender parecen codificadas en dos partes diferentes del cerebro: La corteza cingulada posterior y anterior (respectivamente). Hay que añadir que esta pertenece a sistema límbico, una estructura más anterior evolutivamente que el neocórtex. Posteriormente, la corteza prefrontal dorsolateral toma la decisión de atacar o no y los movimientos con estos valores. Parece que la decisión que tomamos a veces (más consciente), esta influida por aspectos menos conscientes (emocionales). ¿Yo ya sabía que iba a devolver el billete antes de hacerlo?. Curiosa pregunta.
 
En frío o en caliente
 
                Esta curiosa distinción entre la toma de decisiones antes de tomarla (vaya lío) y la toma final plantea cuestiones, que abordaremos en el último punto. Pero reabre de nuevo el planteamiento de la toma de decisiones con o sin componente emocional. Las toma de decisiones Cool y Hot, según se ha venido a llamar.
 
                Cuando hablamos de toma de decisiones Cool (o función ejecutiva fría), hablamos de los componentes más cognitivos de la toma de decisiones, los cuales podríamos identificar con tareas como el test Wisconsin (aquí un ejemplo) o lo que es lo mismo, tareas más descontextualizadas o abstractas. Con toma de decisiones Hoy (función ejecutiva en caliente) se habla de aquellas tareas donde hay un componente emocional o algún tipo de factor de recompensa motivacional. Supongo que es difícil muchas veces separarlas (pensad en decisiones puramente cognitivas a ver si se os ocurren), pero no es una distinción nueva realmente. Sólo hay que pensar en la expresión "matar a sangre fría". Es peor un delito que ha sido meditado "fríamente" que uno cometido en caliente (al menos eso parece indicar el código penal). Como si las emociones no fueran humanas o enturbiaran la razón. Pero como siempre digo, si son dos cosas diferentes, ¿Puede estar afectada una sin la otra?.
 
Un ejemplo sería esta versión del stroop, en busca de una interferencia "emocional" por el contenido de las palabras. También existen stroop con pérdidas y ganancias lo que implica ese proceso "Hot".
  
                  En este caso tenemos el ejemplo de Iowa Gambling Test de Antoine Bechara, una de las claves para la hipótesis del marcador somático de Damasio. La persona tiene cuatro mazos de cartas delante y dependiendo de lo que haga puede ganar o perder dinero, existiendo un grupo de cartas en las cuales se gana más dinero, pero es mucho más fácil perder, lo cual resulta contraproducente. Esta planificación es totalmente hot: Hay dinero de por medio. Y lo que encuentran es la existencia de personas con daño en el lóbulo frontal que en apariencia planifican bien (en frío), pero cuando se encuentran con tareas que tienen un componente hot fallan. ¡Y de qué manera!. Hasta el punto de arruinarse y volverse a arruinar (no hago chistes con los políticos). Habría mucho que discutir sobre el papel del control inhibitorio cuando hay recompensas por medio. pero de inicio da lugar a pensar que si existen estos dos tipos de componentes.
 
Este es un ejemplo de la IGT, informatizada.
 
                ¿Qué tiene que ver esto con mis 10 euros y el experimento del Shogi?. Bueno, tal vez decidamos en un proceso secuencial. Tomamos decisiones antes de la propia decisión (yo me llevo el billete) y luego la decisión final (lo voy a devolver) tremendamente influida por aspectos emocionales (miedo o vergüenza) y por prever futuras consecuencias (si me han visto, mañana me miraran mal, o dejaré a alguien sin dinero para comer...). ¿Podría ser la toma de decisiones un proceso secuencial en el que se van sumando informaciones?. No creo que yo pueda llegar solo a la conclusión, pero al menos si dar alguna idea.
 
El cerebro dividido.
 
                     Lo que parece claro es que cada información, desde cada diferente centro del cerebro que decide opinar sobre algo, aporta un poco más al proceso final de la toma de decisiones, y al menos esa idea de que no todo lo que valoramos para decidir se valora de forma consciente. Ello nos lleva a plantearnos... ¿Puede haber partes del cerebro que deseen cosas diferentes?. ¿Hasta que punto hay diferencias?.
 
                     Existe otra pequeña corriente de información que tenemos que integrar a todo esto, y viene del estudio de los cerebros divididos. Con cerebro dividido, nos referimos a pacientes que han sufrido una sección del cuerpo calloso (generalmente para tratar epilepsias graves), siendo este último el que se encarga de conectarlos y del fluir de una información de uno a otro. Es decir, quedan desconectados. Y según muestran los estudios del Dr. Michael Gazzaniga, cada uno de los hemisferios podría tener sus propios intereses, sus propios deseos, sus propias metas... Y estar en contradicción. Podría darse absurdos como que una mano estuviera pegando a alguien que estamos abrazando con el otro brazo (recordemos que cada hemisferio controla una parte del cuerpo, la contralateral).
 
                        Lo hechos más curiosos son "preguntarle" a un hemisferio si es católico o ateo y encontrar diferentes respuestas en cada uno de ellos, o que profesión desea uno ejercer y ver respuestas diferentes, pero no somos conscientes. La respuesta es bastante unificada (y bien narrada), ya que en teoría un hemisferio suele ser dominante. La ruptura de estas comunicaciones entre los dos, lleva a este par de respuestas diferenciadas. El ejemplo que viene al pelo es aquello que narra Jill Bolte Taylor, cuando sufrió un ictus en el hemisferio izquierdo y nos narra (tras su proceso de recuperación) que ocurría cuando el hemisferio derecho se veía liberado de la tiranía del primero.
 
Os recomiendo buscar la charla TED , que como veis arriba es una de las más visitadas. Es bastante buena.
 
               Aquí ya tenemos, por tanto, un par de ideas interesantes que nos llevan a entender la toma de decisiones como algo espaciotemporal (se lo tomo prestado a Michio Kaku): Hay un proceso temporal en el que se van tomando diferentes decisiones progresivamente (milisegundos, eso sí), sumando información, y además, estas informaciones tienen posiblemente diferente procedencia topográfica en el cerebro. La pregunta es ¿Por qué no me explotó la cabeza cuando me encontré el billete?. Con tantas cosas de por medio, lo mínimo sería un dolor de cabeza.
 
 
La lucha de contrarios.
 
               Siguiendo con el proceso de engarzar teorías, vuelvo a recurrir a David Eagleman y su "lucha de contrarios", con la idea de tener un gran número de informaciones en el cerebro que compiten por ser aquella que definitivamente determinen nuestra decisión. Y tiene cierta lógica que exista ese choque, ya que ninguna es "fácil" de tomar. Otra cosa es que después nos argumentemos a nosotros mismos que lo fue, o que estaba clarísimo. Entran muchas cosas en conflicto.
 
No es la foto que más me guste, pero representa esa idea de que hay una cierta variedad en nuestro cerebro.
 
                Podemos tratar de casar todo esto con ideas que ya hemos ido dejando caer últimamente por blog, como la idea del diseño chapucero del cerebro (aquí) donde se duplican diferente sistemas de los que nos ha dotado la evolución (cerebro reptil, cerebro límbico y neocortex) algunos por debajo del umbral de la consciencia, lo que guía mucho más a nuestra decisión de lo que pensamos. Nuestro cerebro "ve" muchas cosas, pero no considera necesario contarnoslas (tomemos como ejemplo, la percepción de un billón de olores de la que no somos conscientes aquí).
 
               El simil que plantea Michio Kaku (que ya desarrollaré en otro post más a fondo) es el de una empresa, en la que el jefe sabe el producto de sus empleados, pero no tienen ni de todo lo que han podido pasar para lograrlo o de la forma en lo que lo han hecho. Y en base a la presentación de los diferentes procesos presentados toma una decisión, con cierta ayuda de sus asesores más socorridos: La experiencia (memoria) y la emoción (hechos subrayados por su importancia).
 
               Entonces...¿Cómo demonios puedo explicar por qué he devuelto ese maldito billete de 10 euros en vez de quedármelo?. Podría tratar de explicar verbalmente lo que conscientemente ha pasado por mi cabeza, pero no "todo" por lo que parece. Según Steven Pinker "racionalizamos el resultado a posteriori como si hubiera un yo detrás controlándolo todo". Supongo que en esto está la clave de plantearnos como actuaríamos ante ciertas situaciones inesperadas... depende de "quien tome la decisión".
 
PD: soy 10 euros menos rico.