jueves, 29 de junio de 2023

A "Small World Organization": La organización de las redes cerebrales en el neurodesarrollo

Llevaba varias horas preparando un proyecto de investigación. No era fácil, se trataba de cuadrar a varias personas, con sus varias inquietudes, pero parecía viable y un reto como recién (y extraoficialmnete) nombrado "coordinador de investigación" del centro. Unas personas tenían su foco en los inicios del desarrollo, en los componentes motores tempranos. Otras lo tenía en el desarrollo cognitivo a edades mayores, cercanas al alta de atención temprana. La conexión parecía clara, plantear un estudio longitudinal, con unos recogiendo datos al inicio, en los primeros años de vida y otros, a los seis años. Un estudio que permitiera, tal vez, predecir qué signos tempranos llevaban a algún trastorno. Sería un trabajo de muchos años, pero al final uno suele pasar años en su trabajo (si le cuida como trabajador, claro), así que mejor aprovechar y recoger datos. El resultado podría ser, simplemente, predecir trastornos, y lo que es mejor, trabajarlos antes. Algo en la línea de los nuevos enfoques que existen sobre el neurodesarrollo. 

Sin embargo, como suele pasar en investigación la idea no termino de cuajar por egos, suspicacias y la necesidad de asegurarse cierto dominio sobre qué se investigaba y cómo por parte de algunos, aunque supusiera cercenar el proyecto. El eterno miedo que generan los recursos limitados a quienes se autoperciben como poco competentes. Lo importante para algunos fue mandar (aunque fuera sin el valor de hacerlo de frente) aunque hubiera que tener a gente trabajando en una línea para después decir que ese no era el plan.

El problema es que para estudiar el neurodesarrollo se necesita tener un enfoque claramente longitudinal, analizar trayectorias y cambios. No anclarse en diagnósticos que muchas veces se ponen antes de tiempo. Y menos anclarse en etiquetas nuevas, que por mucho que las quieras llamar trayectorias o procesos (mismamente) no recogen el carácter dinámico del desarrollo, y menos sin una serie de procedimientos y diseños de investigación que los conviertan en algo entendible y estable. Son opciones que al final de nuevo "parcelan", segmentan y clasifican sin a atender a lo importante: El cambio. Ya lo decía Heráclito. Todo es cambio. Y el neurodesarrollo, más. Pero bueno, es verdad que el mismo Heráclito dudaría de esa idea si conociera a ciertas rígidas personas que no cambian de opinión ni aunque las fundas a argumentos.

No me imagino la cara de Heráclito cuando conociera a ciertos políticos de ideas fijas sin opción a cambio.

Las horas invertidas en ese proyecto cayeron en el olvido, y hablar de ello perdió sentido. Pero lo cierto es que sentarse a reflexionar sobre ese tema, sobre cómo intentar entender el neurodesarrollo para lograr investigar sobre él, tiene también tuvo bueno. Concebirlo de forma diferente. Lo que vemos en la evolución de los niños durante su desarrollo, a nivel conductual, cuadra con el nivel cognitivo, pero también con el nivel cerebral. Y no se trata del clásico nivel de maduración de áreas. No, ahora todo se mide en redes. Y de redes os voy a hablar, sabedor de que, sin saber de redes, las concepciones del neurodesarrollo que se puedan tener están obsoletas a día de hoy. 


Punto de partida: el sesgo del cerebro adulto

Luria ya decía en su época que había que entender el cerebro como sistemas funcionales. La clásica pelea entre el localizacionismo y eses redes funcionales parecía ganarla completamente el localizacionismo. Pero es algo lógico, si las cosas están localizadas aquí o allá, pues nos resulta más fácil organizarlo todo. Así, se sigue pensando que lo ideal es buscar una zona del cerebro que no está o que está rota para entender los trastornos. Incluso zonas que se activan más o menos, y la experiencia nos va diciendo que no es exactamente así.

Realmente a nivel cognitivo y a nivel topográfico cerebral solemos tener el sesgo adulto. Extrapolar lo que sabemos del cerebro adulto al cerebro infantil. Claro, el cerebro adulto presenta una serie de redes de largo recorrido cortico-subcotical que parecen explicar mejor diferentes aspectos cognitivos del ser humano que la simple señalización de una zona concreta como "base" de una función. De igual manera, los modelos cognitivos que empleamos sobre el funcionamiento atencional, mnésico o ejecutivo se basan en caracterizaciones a partir de cerebros adultos, bien con daño cerebral (modelo anatómico lesional) o gracias a las últimas técnicas, con observaciones del cerebro en vivo.

No hay que desmerecer lo aprendido a través de cerebros dañados o del método anatómico lesional, pero si saber integrarlo con los nuevos avances sin que se convierta en un dogma imperecedero.

Pero no, el cerebro infantil está en desarrollo, sus redes se están construyendo y los procesos cognitivos, en formación. En una formación de múltiples interacciones, cerebro/cuerpo/entorno (y sí separo el cerebro del cuerpo porque su función es central en el comportamiento). Y me voy a centrar en cómo se construyen esas redes cerebrales. Porque la conectividad entre redes no viene de base, sino que se forma en una precisa interacción con el entorno. Un pequeño mundo (small world) en el que estructuras corticales y subcorticales se encajan para así ayudar a responder a las demandas del entorno de forma adaptada.

Este proceso de creación de las redes neuronales lo señala Menom (aquí) o Koziol (aquí) a través de 6 principios que vamos a ver en este post de forma somera.

Primer principio: La progresiva jerarquización

Las redes que conforman un cerebro adulto,  y que por tanto permiten un comportamiento supuestamente adaptado al entorno se construyen de forma jerárquica y hay que atender a esa forma porque nos puede decir mucho sobre lo que vemos a lo largo del neurodesarrollo. Insisto, estas redes se construyen en intima e indisociable relación con el entorno.

Lo importante es señalar que a los dos años la estructura base de estas redes queda formada, y que a partir de ese "esqueleto" comienza la disgregación o separación de estas para sostener funciones diferentes. A los dos años parecen estar formados todos los nodos, pero ahora toca que se vayan construyendo conexiones, el "cableado", este proceso inicial dura hasta los 8 años. Supongo que otro argumento más para que nos extrañe que la atención temprana finalice a los 6 años.

Aún así, aunque el cableado permite hacer muchas cosas (un niño de 8 años tienen múltiples competencias en comparación con uno de 5 años), lo cierto es que queda otro periodo intenso que se extiende a la adolescencia temprana (10 años en adelante, con pico en los 12) por el cual se produce una conexión a gran escala. ¿Qué significa esto?. Que falta conectar todo lo construido para lograr el definitivo funcionamiento adulto.

El esquema podría quedar más o menos así

Si algo parece claro durante este proceso es la necesidad de que todo salga bien para llegar al punto final, pues múltiples causas pueden romperlo. Destaco un artículo precioso de Chiara Nosarti que señala por ejemplo como el efecto de la prematuridad afecta directamente a la construcción de estas redes en tiempo y forma (algo vital), provocando que ese bebé llegue a un mundo de estímulos sin el sistema suficiente para procesar y aprender de ellos. Eso, lógicamente, tiene sus consecuencias en este largo proceso de jerarquización (aquí).


Segundo principio: Segregación funcional progresiva

Ahondando precisamente en esas diferencias entre adolescencia y etapa infantil, lo que vemos es una segregación funciona progresiva de estas redes, es decir, durante etapas más tempranas, muchos de estas redes no están funcionalmente separadas. ¿Qué se logra con esta separación?. Pues al parecer, el mayor control sobre la conducta.

En las primeras etapas del desarrollo estamos en un proceso de aprendizaje continuo del mundo, de maduración de áreas cerebrales a partir de ello y en cierto modo, de un domino bastante algo de los estímulos del entorno sobre nuestro comportamiento. Por decirlo de alguna forma, se percibe en un modo Botton-up (de fuera a dentro) en el cuál hay menos procesamiento "controlado" y, en general, viene muy bien la figura de adultos que hagan de "lóbulo frontal suplementario" para ayudar al control conductual (y que un nene no meta los dedos en un enchufe o salga disparado hacia cualquier cosa peligrosa). En este punto se dice que las redes neuronales tienen aún un corto alcance.


Pero ese alcance se extiende a una conexión profunda que genera redes de largo alcance que parecen sostener otro tipo de procesamiento, mucho más controlado, más reflexivo y "consciente". En este punto se impone un tipo de procesamiento que complementa al bottom-up, y que a veces se impone, que es el procesamiento top-down. Desde lo cognitivo al exterior. De esta forma, los estímulos del entorno son procesados en virtud de nuestra experiencia (imponemos formas a estímulos visuales incompletos por ejemplo, en lo que llamamos pareidolias) y sobre todo, decidimos si actuar o no en función de metas, objetivos e intereses más allá del aquí y ahora. Esto se logra con tiempo, como veremos.

Está claro que todo necesita su tiempo y la maduración cerebral también para llevar a cabo un sistema que permita hacer todo lo que un ser adulto puede hacer.


Tercer principio: Configuración cortico-subcortical

Lo primero que se desprende de estos principios es que hemos sido muy corticocentristas: Todo se quedaba en la corteza. Pero el planteamiento que integra lo cortico-subcortical implica atender a otras estructuras y sobre todo, a la expresión de anomalías en su desarrollo. Y por supuesto, en su integración en las redes correspondientes. Un ejemplo son los ganglios basales.

En las últimas décadas se ha ido asistiendo a una caracterización del cerebelo como algo más que un "equilibrador" motor (postura, equilibrio, coordinación) y se ha extendido su papel a otros procesos más "cognitivos" (como si el movimiento no fuera cognitivo). Con los ganglios basales ocurre algo similar. su papel en el desarrollo resulta vital y una forma de valorarlo es través de algo que los neuropsicólogos a veces nos dejamos fuera: El movimiento. 

Explorar los signos motores tempranos en el desarrollo posterior a nivel cognitivo es tan difícil de realizar como importante de entender. Dentro de poco un TFM que he tenido la suerte de dirigir va a ir en la linea de meterse en este tema al que también doy muchas vueltas con alguna que otra fisio que lo ha publicado en cierto manual de neuropsicología recientemente editado. ¿Por qué? Porque lo que pasa en el cerebro se expresa en la clínica y la valoración del movimiento temprano os puede indicar como se están estructurando estas redes, este pequeño armazón inicial.

No interesarse por el movimiento y no incluir la valoración motora y práxica en nuestras valoraciones neuropsicológicas es perderse muchísima información.


Por ello, explorar la conexión cortico-subcortical es clave y puede estar detrás de muchos trastornos del neurodesarrollo, o procesos que evolucionan de una manera diferente a lo esperable. Incluso, simplemente, en las diferencias individuales. Haríamos bien en ir leyendo y aprendiendo sobre los signos neurológicos blandos para que estas cosas no se nos escapen, por el poder predictivo de evolución que podrían llegar a tener.

Cuarto principio: Poda dinámica del circuito funcional

A todos nos queda claro que existe un proceso de poda sináptica, pero lo entendemos en general como un proceso que acontece de forma discontinúa con periodos en los cuales, como si de una escoba se tratara, se limpia todo aquello que no resulta útil a nivel de conexiones o de neuronas, dejando lo funcional. Como cuando un arqueólogo sopla una fósil que está limpiando para quitarle el polvo de encima. 

Sin embargo, esta poda realmente es una poda dinámica. Según se van integrando redes, se van eliminando y generando nuevas conexiones que además están tremendamente vinculadas con el entorno. Una poda en busca de un equilibrio. El mejor ejemplo es la dinámica entre la red por defecto (DMN en inglés) y la res fronto-parietal (FPN e inglés). Lo explico sencillo.

Hay cosas incompatibles. No puedo mirar hacia afuera y mirar hacia dentro a la vez. las redes que se ponen en funcionamiento cuando estoy pensando en el pasado o planeando sobre el futuro, más allá del aquí o ahora reciben el nombre de redes por defecto. Las redes que se activan cuando ocurre algo novedoso que requiere toda mi atención se llaman fronto-parietales. Estás redes están en constante equilibrio, en un cerebro adulto, en función de las demandas del entorno. En el caso de un cerebro infantil, estás redes se están integrando.

Sus sucesivas integraciones, el desarrollo funcional de la red fronto-parietal más tardío, implica precisamente un continuo reajuste entre estas redes, que se traduce en esa poda dinámica. Están todo el tiempo encajándose, probándose, fundiéndose hasta llegar al nivel de perfecta sincronía que hay en un cerebro adulto. Y lo que es más interesante, en esa sincronía, puede haber errores normales que afecten a la atención, pero también formas de integración que afecten a esos procesos atencionales, a su dirección. Mucho más fino que buscar un área rota en el cerebro, o menos actividad, la clave puede estar simplemente en detectar esa mala integración entre redes. Por ejemplo, que alguna tome el control más allá de lo que el entorno nos demande.

Como si se tratara de un balancín. Equilibrio tras equilibrio, así funcionan estas dos redes y así se podan una a la otra con la experiencia de su interacción en respuesta al mundo. 

Claro, esto además podrías tomarse como un marcador de inmadurez neurológica (si se pudiera medir bien). No en vano, en clínica tenemos indicadores de inmadurez con signos como las imitaciones contralaterales en tareas práxicas. Casa lo que pasa en el cerebro y en la clínica, y buscar un marcador de inmadurez atencional nos sería extremadamente útil.


Quinto principio: la red de saliencia

Resulta fundamental también entender como se integran estructuras como la amígdala, ya que resulta un núcleo relevante para los aspectos emocionales. No debemos caer en el error de que todo queda circunscrito a ella (Lisa Feldman Barret nos puede dar pistas). Pero lo cierto es que esa red de saliencia se construye en base a la conexión funcional con redes frontales orbitarias. Esto es, otro equilibrio más entre lo que nos "dice" el procesamiento emocional de un evento y el control de la conducta para seleccionar qué responder.

A veces esta red falla en adultos y tenemos formas de comportamiento desadaptadas, y que en casos, desadaptan a los les rodean. 


Este desarrollo es tardío y sobre todo explicaría muchas cosas respecto a cómo niños y adolescentes responden a estímulos emocionales, a la frustración o a la negación y falta de flexibilidad buscando alternativas. Esta red no está construida en la infancia, o no funciona tan final como debería en un cerebro adulto y eso tiene su expresión. Y de nuevo no se trata de que un área esté mal o esté bien, sino de que todo funcione con la integración que corresponde, y que también seamos conscientes de cuando debe de funcionar, claro está. La conectividad de esta red va a ser fundamental precisamente para una conducta eficiente, adaptada y controlada, que lo mismo no podemos pedir a los 7 años.


Sexto principio: Patrones de sobreactivación e hipoactivación

Como se ha ido desprendiendo de todos estos principios, la clave está en esos patrones de activación e hipoactivación sincronizados, los cuales siguen escapando aún a nuestra medición objetiva con las pruebas de neuroimagen disponibles (o al menos no están al alcance de todos). Precisamente lo que se plantea es que detrás de patrones "aberrantes" puede haber muchas de esas condiciones que llamamos trastornos del neurodesarrollo.

Hay aspectos de estas interacción que, bien medidos y estudiados, permitirán entender muchas cosas en torno las diferencias individuales.


No es vano, la investigación actual sobre redes parece tener claro que debe buscar ahí parte del origen del perfil o espectro TEA, así como de esas diferencias individuales o la adquisición del control en la adolescencia. Sea como sea, ahí puede haber un origen, pero nunca la complejidad humana se puede reducir solo una serie de patrones aberrantes, ya que estos brotan también en relación con un entorno. En este integración tal vez esté la clave de qué produce estos perfiles, y sobre todo, cómo trabajar y predecir. Mejores medidas, mejores resultados.

Aquí un ejemplo de una red de citaciones con las palabras clave desarrollo, infantil y redes neuronales. las lineas de investigación tocan temas que estos principios ponen sobre la mesa, por lo que parece que vamos avanzando en esta línea.


¿Y ahora qué?

Con todo esto por delante, se hace vital tratar de integrar los tres niveles antes comentados, comportamental (observable, acción), cognitivo (procesos subyacentes) y cerebral en red (estructura sostén). Con esta caracterización del desarrollo podemos entender tal vez las cosas mejor.

Una cosa lleva la otra y la otra a una, dentro de un contexto. El cerebro posibilita, el entorno construye y así cíclicamente.

Por  ejemplo, un estudio reciente de Ursula Tooley (aquí) señala la importancia de factores como el estrés infantil y la situaciones de poco cuidado en cómo se estructuras estas redes. Curiosamente, provocando que estás redes terminan su desarrollo antes, mucho antes de que se hayan segregado de forma completa permitiendo una conducta más adaptada y controlada. El entorno de nuevo se impone sobre estas redes, como es de esperar.

Pero también la importancia de entender ese proceso madurativo, ya no como un procesos cortical posterior-anterior, sino también como un proceso de continuos reajustes integrativos que también nos cuenta muy bien Ursula Tooley en su artículo "the age of reason", o como surge precisamente ese control cognitivo.

Conocer estos procesos, como decía pueden justificar cambios a nivel de sistema relevantes, por ejemplo demostrar con claridad rotunda (si no lo está ya) que la atención temprana no puede terminarse antes de que termine de desarrollarse al menos el plantel básico de estas redes (8 años), o antes de que el componente ejecutivo a nivel cognitivo permita cierto control (9-10 años). Por no hablar de la importancia de la estimulación temprana de estas redes que, desde la neuropsicología tendría mucho sentido y lógica (y me consta de gente que ya trabaja en edades muy tempranas bajo estos paradigmas). ¿Cuánto se ganaría con neuropsicólogos trabajando en consulta con fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales en sesiones conjuntas?. Seguramente los nenes en riesgo ganarían mucho.

Pero eso implica cosas importantes como el tiempo, o la inversión económica, y la una y la otra escasean en nuestra profesión donde a veces prima más la cantidad que la calidad, el correr que el poder pararte a leer, el hablar por pasillos que el sentarte a comentar casos. Precisamente por eso, te agradezco que hayas leído hasta aquí este post tan largo esperando que te pueda servir de ayuda. Supongo que la inquietud de aprender queda en cada profesional, que remedio.

Salud y neuropsicología.


PD: El desarrollo va hacia el control que permita dar respuestas autónomas y en cierto modo, libres. Luego está el tema de que el entorno te permita ser más o menos libre. A veces uno no puede opinar por los riesgos que conlleva. 

PD2: Sigo pensando que hay que organizar a los centros de atención temprana para investigar lo que pasa en ellos. Ya no por publicar cosas, sino porque están pasando cosas, se están viendo signos por todos lados y se necesitan organizar de forma que permitan tomar mejores decisiones en los nenes del futuro. Pero para ello se necesita gente que sepa de diseños e investigación. Ah, y de trabajo en equipo, claro XD.

PD3: No me da la vida para escribir, pero desde luego, disfruto mucho haciéndolo. Seguiré poco a poco sacando tiempo, palabra.


sábado, 29 de abril de 2023

Utópica-mente

 - "Siempre puede ser peor" - sonreí irónicamente mientras removía mi café sentado en la escalera de la trastienda, con mi traje reglamentario y su corbata. Un café por supuesto en vaso de plástico - "podríamos haber tenido que elegir entre café o ir al baño" - le dije a mi compañera con sorna. Era el año 2011. Estaba trabajando en una tienda de ropa en un día normal y corriente: 8 horas de jornada y 15 minutos de descanso. Ella me siguió el juego.

- "De fumar ni hablamos, ¿no?" - me dijo mirando le cigarro que tenía en mi oreja (así de "cani" era yo). Estaba claro que no daba lugar, así que volvería de nuevo a la cajetilla con el resto del tabaco. 

- "Café, café" -sonreí mientras alzaba el vaso a modo de brindis. Era una época curiosa esa del doctorado. Me pasaba noches estudiando y leyendo artículos. Era el único momento, porque los turnos de la tienda eran una barbaridad. Había días de 10 o 12 horas con turnos pseudo-partidos (una hora para comer). Fue un año intenso, pero siempre volvía a lo mismo. A seguir estudiando para poder trabajar de lo "mío" y tener unas condiciones laborales dignas.

Una voz me sacó de ese recuerdo y me trajo al presente.

- ¿Vienes? - dijo esa voz. Me había quedado absorto mirando el vaso de café de plástico que tenía delante y con ese recuerdo del año 2011. Ahora era 2022 y estaba en la cafetería de un hospital. Habián pasado 11 años. Con mi uniforme reglamentario, en el trabajo que era de lo "mío". Sonreí amargamente.

- "Voy, voy, que sino no me da tiempo de ir al baño" - y agarré el café con cuidado. Me lo acababan de servir hace 5 minutos y estaba ardiendo. Pero mis 15 minutos de descanso habían volado. Ahora tocaban otras 5 horas seguidas - "menos mal que ya no fumo" - dije. Ella no entendió bien de que iba el chiste. Pero el chiste se cuenta solo: No había cambiado nada en todos estos años. Me dije que siempre podía ser peor, cierto, pero a veces que todo siguiera igual era terminar asumiendo que todo era "peor".

La utopía de Tomas Moro

Tomas Moro escribió su libro Utopía a principios del siglo XVI. Figura política de su época en Gran Bretaña  y católico declarado,  quiso hacer una crítica irónica al sistema político de su época y lo hizo a través de una obra en la que hablaba de una isla, la  Isla de Utopía, en la que todos eran felices y vivían en paz y armonía. Pese a que la obra tiene 5 siglos, su idea como me planteo mostraros, sigue vigente.

En la isla de Utopía, la gente era enormemente feliz y lo era porque había algunas cosas muy diferentes a lo que nos solemos encontrar en nuestro entorno habitual. Todo eran bienes comunes, compartidos y bien repartidos. No existía la propiedad privada. Si uno bucea en la historía, rápidamente recordará la obra de Platón "República", en la que precisamente plantea la necesidad de poner por encima al grupo que a uno mismo. Pero este punto siempre puede ser discutible y un eterno tema político de liberalismo y comunismo en el que no me voy a meter. Lo interesante eran otras dos cosas.

La gente en Utopía trabajaba seis horas al día. No se necesitaba más. Y no se necesitaba más porque se habían abolido las clases, no existían diferencias entre personas, y no existían por tanto personas que, en palabras de Tomas Moro, no aportaban nada, pero parasitaban a los demás. Políticos y altos mandos. Por lo general, más remunerados de lo que corresponde para lo que al final hacen (insisto, palabras de Tomas Moro). Moro debía ser un tío de principios, y cuando su jefe (Enrique VIII)  decidió desafiar a la iglesia católica por un divorcio se reveló. Fue decapitado por orden del rey (algo hemos mejorado, porque al menos ahora solo te hacen mobbing XD).

Tomas Moro Inaugura el género de la utopía, y lo hace siguiendo algunas ideas previas, pero desde luego, marcando una base para futuras utopías. No han dejado de sucederse.

Suena utópico cuando se habla de trabajar esas horas diarias o incluso cuando se habla de trabajar 4 días a la semana, pero son debates que curiosamente siguen ahí. La cuestión ahora es plantearnos: ¿Son las utopías alcanzables? 

Entre la melancolía y la esperanza

El libro de "breve historia de la utopía" de Rafael Herrera Guillen hace un repaso de las diferentes propuestas sobre la utopía que ha conocido nuestra historia. Y resulta muy interesante valorar una línea temporal bastante interesante. Algunas utopías estaban al alcance de la mano y otras, nunca lo volverían a estar.

El cualquier tiempo pasado fue mejor suele ser una frase bastante recurrente. Y el hecho de que existiera un momento utópico que se perdió también está presente. El gran ejemplo es la idea de Adan y Eva, que vivían en el Edén, precisamente donde no tenían que trabajar (¿Es este post una oda anti-trabajo?) porque había recursos infinitos. Se tenía lo que se necesitaba. El problema era que por un pequeño acto de avaricia, se había perdido ese edén utópico. Algo así pasó según cuenta Hesiodo, con la fábula de Prometeo. Cuando robó el fuego de los dioses, Zeus castigo al ser humano con... ¡el trabajo!. Ambos son momentos de no retorno, en todo caso, tal vez con un diluvio universal. Destrozar todo para hacer un mundo nuevo.

Pero no todos ponían el mundo utópico fuera del alcance de uno, lo ponían al alcance. Pero no en esta vida. El mundo utópico venía después de muerto y lógicamente si se hacían ciertas cosas de cierta manera, algo que podría interpretarse como una especie de forma de control del comportamiento. Algo dependía de nosotros mismos, gracias a Dios (y nunca mejor dicho), pero claro, eso obligaba a un tránsito por un valle de lágrimas.

Pero estaba la tercera opción: La utopía era alcanzable en vida. La cuestión era cómo. Y eso varía según el momento de la historia en el que nos encontremos. Tal vez la idea de cómo alcanzar ese mundo perfecto fuera diferente en los albores de la revolución francesa, que actualmente. Pero lo que si parece claro es que siempre, unos y otros, planteamos cómo hacer para mejorar todo. Eso tiene nombre en lo que Ernst Bloch llamó "principio esperanza": El ser humano siempre tiene un sentido utópico. Siempre prevé la posibilidad de que en el horizonte cercano pueda haber una situación mejor. Un "todavía no". Pero un "en algún momento sí". 

Ernst Bloch, autor del principio esperanza. 


Utópica-mente

En la actualidad en la que realmente todo parece peor que cualquier tiempo anterior (como si las utopías quedaran fuera de nuestro alcance), lo cierto es que seguimos dando pasos en busca de encontrar algo mejor. Lo hacemos en nuestro día a día, como ese motor que señala Ernst Bloch: la esperanza. Nos rodea, en cierto modo, aunque no la percibamos de manera explicita.

La esperanza de que esa persona que ha tenido un daño cerebral pueda recuperar algo de funcionalidad. La esperanza de que ese alumno/a que se choca contra lo que contamos en clase pueda terminar por entenderlo. La esperanza de que nuestra profesión (la neuropsicología en mi caso) reciba el respeto que se merece. La esperanza de que aquello que escribimos llegue a tocar un poco el alma de la gente. Que cada huella sirva de algo.

Al final, parece que todo lo que hacemos tiene de fondo el horizonte de un mundo mejor. Y aquí entra un poco esa idea. Puede ser que nuestra orientación utópica, la de cada uno de nosotros, parezca pequeña cosa frente a todo lo que hay que cambiar, frente a todo lo que hay que desmontar para lograr un mundo mejor. Cada paso que damos es una pequeña gota de agua. Pero... ¿De qué se compone un diluvio si no es de pequeñas gotas de agua?. Un diluvio que pudiera cambiar el mundo.

Y esto va por Galeano. La utopía es el cambio a un mundo mejor. El horizonte que no se debe perder y del que todos somos responsables.

Tal vez simplemente no debamos desfallecer porque los pasos parezcan que nos alejan de esa utopía. Tal vez no se llegue a alcanzar un mundo perfecto y feliz, pero cada paso parece una promesa de algo mejor. Creo que es parte de la naturaleza de nuestro comportamiento, filogenética y ontogenéticamente. Al final, nuestra vida como personas, y nuestra historia como especie, parece ser el tiempo que transcurre en la búsqueda de una Utopía. 

Al menos, nuestra imaginación no nos la podrán quitar. 

PD: Entiéndase como un mensaje de optimismo en un momento de pesimismo.

PD2: Creo que hay que tener siempre presente aquellas cosas que nos hacen sentir mejor, y desechar las que no. Sin miramientos. A veces para seguir nuestro camino hacía la utopía toca dar marcha atrás. 

PD3: La verdad, la idea de parásitos comentada por Tomas Moro me ha resultado extremadamente actual. Hay gente que parasita a otra para progresar. O que considera progreso mantener la posición, pero... eso de toda la vida es estar quieto.

PD4: Puede que uno mire un café y vea que algo no ha cambiado. La opción es dejar el café, y salir del sitio donde se lo estaba tomando. Y tratar de no volver. 


martes, 25 de abril de 2023

En tu cabeza hay un homúnculo

 Llevaba un rato escribiendo. Tenía varios temas en la cabeza para escribir el que iba a ser el tercer post del blog, pero recientemente había tenido que escribir un capítulo de un manual sobre agnosias y neuropsicología y me pareció buena idea. Ya tenía bastante organizado todo y estaba hablando del homúnculo de Penfield, y a partir de ahí explicar las agnosias.  Sin embargo, como suele pasar, mi vista saltó a otra ventana de windows y de ahí al siempre curioso twitter, y me saltó este tweet:



no me fastidies !" - Me dije para mi mismo - "¿pero qué ha pasado?" - Fui directamente al artículo de Nature (Aquí) y me lleve una enorme sorpresa: Justo cuando ya tenía escrita gran parte de cómo funcionaba esa porción del cerebro que llamamos homúnculo aparece una publicación que cuestiona su funcionamiento. De repente, en los siguientes dos días fueron un cúmulo de noticias sobre este artículo, tweets, gente diciendo cosas... y entonces otro tweet me alarmó bastante:




El hallazgo que planteaba este artículo parecía poder interpretarse como "el punto en el que se funden cuerpo y mente".  Detrás de esa afirmación existen una serie de supuestos filosóficos tremendamente profundos como por ejemplo señalar que la mente es algo diferente del cuerpo y que está separados, un dualismo. Pero es algo mejor. Una de las críticas a Platón (hecha por él a sí mismo en su obra "el Parménides" y que se realiza también desde entonces al dualismo de sustancias clásico) era cómo podían relacionarse esa mente (alma) y ese cuerpo, el punto de conexión. Por fin lo han encontrado. Lógicamente, tenía que leer ese artículo. Porque sí, si lo dice. Pero no, no dice exactamente eso.

Tu cuerpo representado en tu cerebro

Hay áreas del cerebro que tenemos muy bien trianguladas. Si bien la historia de tratar de relacionar el cerebro con la conducta puede remontarse muy muy a lo lejos en la historia (obra magistral para entenderlo es el libro de García Molina y Peña Casanova), lo cierto es que las áreas primarias parecen áreas que entendemos bastante bien. ¿Qué son las áreas primarias?. Las áreas que parecen conectarse directamente con los sentidos. Lo que se percibe a través de los ojos, es decir, a través de una retina que convierte en impulso nervioso la luz realiza una viaje de uno pocos milisegundos hacia el lóbulo occipital, la corteza estriada. Esta sería la que llamaríamos área visual primaria. En el caso del sentido del tacto, el área somatosensorial primaria tiene una distribución muy curiosa que nos dejo bastante bien detallada el neurocirujano Wilder Penfield.

Áreas primarias, que como se ve en el esquema están "conectadas" con los sentidos. ¿no os parece curioso que estén tan separadas en el cerebro cuando luego percibimos el mundo de una forma integrada? Algo pasa tras ese primer "procesamiento" primario.


En verde en la imagen tenemos una franja que recorre de arriba a abajo nuestro cerebro, como parte más anterior del lóbulo parietal. Esta franja está en los dos hemisferios y que por lo que se sabe, recibe información de todos los receptores sensoriales de nuestra piel. ¿Qué tiene de interesante?, pues que parece segmentada en función de las partes del cuerpo, de forma que hay partes específicas que representan la boca, los brazos, las manos... en función de los receptores de estas, y que por tanto tienen una mayor porción de esta franja. Es como si fuera una representación del cuerpo. Cuando te tocan en la mano, se activa la porción que procesa lo que le envían los receptores de la piel. Curiosamente, la franja que está por delante es exactamente igual pero en su versión motora: Representa las partes del cuerpo que se activan cuando vamos a mover un brazo, la pierna o la boca. 

El hecho de la diferente extensión de estas áreas provoca este dibujo tan poco agraciado, ya que hay partes del cuerpo a nivel motor o sensorial que tienen más parcela en estás áreas por ser más sensibles o por ejecutar movimientos de más precisión.  Como se ve, parece que va representando el cuerpo desde los pies (arriba) a la cabeza y cara (abajo). Desde luego, a veces parece que todo en el cerebro está al revés.


Está representación del cuerpo parece relativamente importante para muchos neurocientíficos como pueden ser Antonio Damasio ("el error de descartes") o Anil Seth ("Being you") que señalan que precisamente esta representación del cuerpo en el cerebro tiene una vital importancia para la construcción de nuestro "yo" o sensación de "ser tú", y sobre todo, porque aunque hay gente que se empeña en llevarlo todo al cerebro (encéfalo o al sistema nervioso) el cuerpo es igual de importante, algo que de nuevo Damasio señala muy bien con su idea del marcador somático: Las decisiones que siempre parece que tenemos que llevar al cerebro resulta que se toman en base a información de todo el organismo en función de su experiencia. Algunos lo llaman historia de aprendizaje, otros memoria, tanto me da. 

Bueno lo que viene a decirnos este artículo es que estás áreas primarias motoras y somatosensoriales no son solo una imagen fiel del cuerpo, sino que hay otros elementos dentro de ellas que hasta ahora no se habían podido ver. Elementos relacionados con "el pensamiento" (lo sé, va a costar explicar esto). 

El cerebro como redes

Wilder Penfield tenía la metodología que tenía para realizar sus estudios. Citando a Peña Casanova, diré que realmente lo que sabemos del mundo no es exactamente una verdad real, sino la "verdad" que nos permite entender nuestra ciencia y tecnología actuales. Y ahí entra el hecho de que cuando se ha revisado el homúnculo de Penfield con técnicas más actuales de neuroimagen se ha visto que se nos estaba escapando algo. No es que estuviera mal, sino que era incompleto. Suele pasar con cualquier idea en el campo de la ciencia que se resista a ser revisada o interpretada con técnicas actuales. Cada año que pasa se va alejando más de la nueva "verdad" que vamos conociendo del mundo.


Paul Broca como ejemplo de ese método anatómico lesional con su paciente tan y su área de "Broca". ¿Tenía que ver este área con la expresión verbal?: Si. ¿Exactamente como lo describió Broca?: No. 


En este caso, desde la neurociencia y desde el estudio del cerebro se van entendiendo cada vez más que el cerebro tiene que entenderse como un conjunto de redes funcionales y no como áreas específicas que hacen cosas por separado. Esta concepción está derivada precisamente de los métodos empleados para entender el cerebro, anatómicos-lesionales, en los cuales se observaba el efecto que tenía una lesión sobre el comportamiento y se infería el posible papel de ese área. Es un método legitimo, porque simplemente permite predecir qué pasará tras un daño cerebral que afecte a esas áreas o algún problema que afecte al desarrollo de las mismas. Pero claro, es un método de trazo grueso. 

Hace no mucho precisamente tenía ese debate sobre si podíamos relacionar el cerebro con la conducta y el argumento de la realizabilidad múltiple era un enorme problema: Mismas áreas participan en diferentes procesos, mismos procesos tienen diferentes áreas. Todo esta tan "overlapping" que resulta difícil establecer relacionas puramente lineales (vamos, cómo pasa fuera de cualquier laboratorio...). Pero no siempre.  Precisamente el comprender el cerebro cómo redes, y sobre todo su integración y dinámica de funcionamiento está permitiendo entender algunos aspectos del comportamiento que antes, también estaban explicados con trazo grueso.

La relación entre redes fronto-parietales y la red por defecto en las explicaciones de los problemas atencionales (aquí) o la idea de dejar de buscar la conciencia en una zona del cerebro sino más bien, en un modo de sincronización de sus áreas junto con todo el organismos (Aquí). Se está avanzando dentro de la complejidad que es el hecho de que muchos aspectos no están predefinidos si no que se desarrollan en un organismo que aprende del medio y eso provoca de cada configuración (conectoma) sea único. Casi nada.

Lo que encuentran en este artículo es una conexión no del todo esperada: En las áreas que se supone que se representa el cuerpo, dentro de toda esta franja, hay áreas que no tienen nada que ver con la representación del mismo, sino que conectan con áreas que tienen que ver con la planificación y el pensamiento.  Lo que es lo mismo: cuando piensas en moverte para coger algo, antes de moverte, estás áreas parecen activarse. Luego, te mueves. Esto integra un área primaria dentro de una red más profunda extensa. Cómo diría cierto "psicólogo" negacionista del papel del cerebro: Algo para los "curiosos", pero no útil para la psicología. ¿O si?.

Lo interesante es que cuando bucean en ese área primaria no está configurada en el primer año de vida, aunque o esté en adultos, monos... ahí tenemos un ejemplo de esa experiencia: Redes que en el neurodesarrollo están expectantes del entorno para configurarse por y para él.  El mapa ahora queda así,


Lo que pienso, lo que siento. Lo que siento, lo que pienso. 


Lo que señalan los autores es que, áreas efectoras del movimiento (áreas motora primaría M1) tienen insertadas partes de otra red (Red SCAN) que parece relacionada con la planificación del movimiento. Pero además, esta red SCAN también parece extenderse al resto del cuerpo. Y aquí viene la idea: Un pensamiento, una preparación para la acción puede generar una activación periférica (sudor, aumento del latido cardiaco, cambios en conductancia de la piel...). Es decir, lo que pensamos, afecta al cuerpo. ¿Os resulta contraintituitivo?. Estoy seguro de que cuando pensáis una situación complicada, que pueda generar miedo, se os acelera el corazón. Bueno, los autores señalan que esta red parece tener esa relación entre "pensamiento" y aspectos somáticos motores. 

El problema es utilizar tal vez el término mente, mucho más impreciso que decir "cogniciones", "pensamientos" o "ideas".  O bueno, si queréis también, conducta privada. Podría decirse que, siguiendo la idea de Damasio, precisamente lo que sentimos (somáticamente) también afecta a nuestros "pensamientos" (complementa). Es decir, es bidireccional. Pero, de nuevo, no es solo para curiosos: También nos puede ayudar a entender el daño cerebral.

Porque tenemos un concepto llamado hemiplejia derivado de lesiones en M1 (vinculadas por ejemplo en los ictus que afectan a la artería cerebral media) pero existen lesiones en las que el problema es imposibilidad de ejecutar el movimiento (M1) y otras en las que no se puede "programar" el movimiento, déficits volitivos aislados (desde la falta de fluidez a un mutismo acinético). No es una cuestión baladí: Contar con estas disociaciones permite entender que detrás de la conducta "no se mueve" hay diferentes motivos a nivel cerebral. Un trazo menos grueso. 

En resumen, creo que más que centrarnos en lo que dicen titulares sensacionalistas (no se ha descubierto el punto donde se funden mente y cuerpo, como si fueran algo diferente), es mejor entender lo que nos quieren decir los propios autores.  Precisamente @gordonneuro  se ha tomado la molestia de hacer un hilo increíble explicando su trabajo (Aquí) y aportando datos, y datos y datos (de verdad, leedlo, es un continuo de evidencias para delimitar estas redes), que están detrás de estas interpretaciones. Es cierto que como siempre, zozobramos al usar ciertos términos (mente, conciencia...) pero parece innegable que esta conexión entre redes y áreas existe, que esta conexión amplia nuestro conocimiento de las bases del funcionamiento del cerebro y la conducta. Y que esto es la ciencia más actual. Lo último. 

En serio, a veces los neurocientíficos están en las redes y se toman la molestia de divulgar. No dudéis en leer su hilo si queréis saber qué dice realmente el artículo. 


Lo mejor es leerlo, integrarlo y no quedarnos con los sensacionalismos. Hoy sabemos un poquito más del cerebro, y por tanto, un poquito más de nosotros.  En tu cabeza parece que hay un homúnculo, pero no era como se creía. Por ahora. 

Salud y neuropsicología.

PD: Hay que ir a las fuentes, siempre.

PD1: a veces, si leemos cosas de neurociencia sin base, pues no las entendemos. Estar en el ámbito neuropsicológico permite, a mi juicio, entender mejor que nos quieren decir, que dicen de verdad, y que nos cuentan los que no saben.

PD2: me gusta la gente con criterio aunque me lleve la contraria. No dudéis en comentar. 



viernes, 14 de abril de 2023

Indefensión aprendida

 Un día normal y corriente te pilla el toro. Hoy tienes unas pocas de horas de clase entre grado y máster y literalmente no llegas, así que, con mucho dolor, te toca pedir un VTC (vehículo de transporte con conductor). Se te ha ido la hora pensando cómo vas a explicarle a tus alumnos de primero de grado qué es eso de la indefensión aprendida. "Bueno" te dices "ahora en el coche voy pensando cómo".

Llega ese VTC y, ¡joroba! el conductor viene hablando por teléfono con el manos libres. Una conversación tensa. Imposible concentrarse. 

- Le voy a "meter," te lo juro que si la pillo le voy a "meter" - decía una mujer alterada al otro lado del teléfono - con todo lo que yo le facturo y va y se queja la muy hija de p..."-. Estaba realmente cabreada. El pobre conductor trataba de pedirle que se calmara, que pensará antes de actuar -"le voy a dejar el puto coche en la puta puerta para que se lo coma" - Sentenció ella. Era incomodo, sí. 

La conversación se alargó cerca de 15 minutos. El pobre conductor me miraba de reojo, pensando un poco lo absurdo de la situación. Finalmente, cortó la conversación. Por fin podía ponerme a pensar en la indefensión aprendida... pero no: el conductor empezó a hablarme a mí.

- "Es que no puede ser" - comenzó - "es que da igual lo que hagas con esta gente" - me dijo resignado - "factures lo que factures siempre les parece poco, siempre broncas, ni una palmadita en la espalda "- dijo dejando ese típico silencio con otra mirada de reojo esperando a que yo dijera algo. Pero el caso es que este tema me sonaba.

- Sí, es cierto, la verdad que si un trabajador da todo lo que puede y al final solo recibe una queja o una bronca... no es muy justo - dije desapasionadamente. Yo me tenía que preparar la clase...

- ¡Es mismo! - dijo con esa pequeña alegría que se muestra cuando uno siente que le han entendido - uno se esfuerza, uno intenta hacer y si al final haga lo que haga, solo le abronca... pues a uno le da bajona- me dijo con cierta tristeza.  Lo que le iba a decir casi me salió solo:

- Si, te genera una indefensión apren...  digo, se te quitan las ganas de hacer nada - me corregí a mi mismo.

- Eso, eso - me dijo él - te jartas y dejas de esforzarte - Dijo justo antes de dejarme en el paso de cebra de la universidad... No había podido prepararme cómo empezar la clase... pero mientras cerraba la puerta del aula tenía claro lo que iba a decir. Fue un click. Fue que la teoría nos rodea en el día a día. 

- ¿Os imagináis que vuestro jefe os echa la bronca hagáis lo que hagáis? ¿a que da "bajona?" - y así empecé a hablar de la indefensión aprendida. La verdad, los pobres no entendían nada. Pero a mí me cuadraba todo. 

Predecir lo que va a pasar

Uno organismo nunca deja de comportarse. Y el comportamiento parece una sucesión continua. Una corriente de acciones (no todas visibles). Pero mientras un organismos se comporta, también observa la consecuencias de su comportamiento. ¿Por qué?. Porque así selecciona las conductas que son útiles o no. Hay comportamientos que provocan que aparezcan cosas positivas (apetitivas) y o desaparezcan cosas negativas (aversivas) y por tanto, ese comportamiento, esa acción se ve reforzada: aumenta la probabilidad de que ocurra otra vez. Eso también ocurre en caso contrario, si las consecuencias son negativas (desaparece algo que nos gusta o aparece algo que no nos gusta) nuestra conducta se ve castigada y se reduce la probabilidad de que se repita.

Esto recibe el nombre de condicionamiento operante o instrumental. Son principios básicos que gobiernan la conducta de los organismos y que resulta muy útiles conocer cuándo se quiere modificar el comportamiento. Si hago un análisis funcional de cómo se ha instaurado una conducta, y sobre todo, de cómo se mantiene, puedo tratar de extinguir esa conducta y buscar las condiciones para instaurar otra nueva.  Es interesante porque a veces hay comportamientos que se seleccionan porque a corto plazo tienen una consecuencia positiva pero a largo plazo resultan un problema. Yo mismo puedo señalar una mía: Mi conducta de evitar el coche a corto plazo es genial, porque me reduce la ansiedad que me provoca conducir en el mismo momento, pero a largo plazo implica un problema para desplazarme (y de ahí que hoy haya acabado por enésima vez en un VTC). 

¡Oh si! pulsar una palanca da comida, y por tanto, voy a pulsar esa palanca para obtener comida. Si tengo hambre, claro. Me queda la duda de dónde está ese aprendizaje. Debería, físicamente, estar en algún lugar... ¿o no?.

Pero no os asustéis, no he vuelto de Psicofest convertido en un conductista acérrimo. Realmente, funcionamos prediciendo, anticipando, asociando y tratando de cuadrar las cosas para que encajen con nuestra experiencia previa. Aprendemos, y lo que aprendemos es un marco previo para nuestro siguiente comportamiento. Unos los llaman aprendizaje, otro expectativa y otros creencias.  Y el cerebro, el sistema nervioso y el cuerpo entero juegan su papel en esto.

Pero lo curioso, es que a veces aprendemos algo más aterrador aún: Que lo que hacemos tal vez no importe nada.

Cuando no hay manera

El paradigma de la indefensión aprendida fue planteando por Seligman a finales del siglo pasado en base a un experimento muy interesante con animales. Lo sé, nos generan aversión, pero a veces nos pueden mostrar cosas interesantes.

Seligman tenía dos perros que estaban inmovilizados y que iban a recibir descargas, pero uno de ellos tenía la posibilidad de parar esas descargas si pulsaba un botón con el hocico, mientras que el otro, no tenía manera de pararlas. Hiciera lo que hiciera, las descargas iban a parar hasta que el otro perro pulsara con su hocico el botón. No dependía de él. El segundo perro se veía indefenso, y seguramente trató de buscar alternativas pero nada de lo que hacía tenía resultado.

Hasta aquí puede ser que pensemos que estamos ante un experimento que no aporta nada pero resulta que esta era la primera parte de un experimento más complejo. Ahora esos dos perros iban a ser introducidos en una caja dividida en dos partes por una barra central (ver imagen). El suelo era una rejilla que, en el lado izquierdo, donde son ubicados los perros, se produce una descarga. Pero el lado derecho, pasada esa barrera, no hay descarga. Como es de esperar, una vez empiezan las descargas en el lado izquierdo, lo normal seria que ambos perros cruzaran al lado derecho. Pero no, no fue así. 

Ejemplo de la caja de Seligman. Hoy en clase una alumna me dijo: Un humano reflexionaría, pensaría, no es igual que un animal. ¿Creéis que es así?. Yo simplemente asistí al precioso debate que se generó en clase. No hay nada más bonito que un debate XD.

El perro que podía parar la descarga en la parte previa pulsando con el hocico un botón empezó a buscar la forma de parar el dolor de la nueva descarga. ¡Y lo encontró! Saltó la barrera a zona segura. En cada ensayo en el que era colocado en la parte izquierda, más rápido realizaba la conducta de saltar la barra. Claro esa conducta era positiva, evitaba algo malo, evitaba la descarga. Pero nos interesa más el otro perro. El que no podía evitar la descarga en la fase previa, el que estaba indefenso, no logró aprender cómo escapar. Por más intentos que se sucedían, ese perro, aunque eventualmente pudiera saltar la barra, no aprendía que eso podía evitar la descarga.  Y esa sería la idea, decir que no aprendía, peor es algo peor. Porque si había aprendido: había aprendido mucho antes que lo que hiciera no valía para nada, su conducta no tenía contingencia alguna: se sentía indefenso.

Sí, eran perros. Pero parece que también vale para el mismo ser humano.

Del burn-out individual a una sociedad adormecida

Imagínate ahora que te dedicas en cuerpo y alma tu trabajo. Te esfuerzas. Te llevas parte a casa si hace falta, por vocación. Por hacerlo bien, por la calidad. Y cada X tiempo, una semana por ejemplo, llega tu jefe y te dice: "no es suficiente, tienes que hacer más" o un "no llegamos, debéis hacer más" o el magnífico "si no haces más, todo irá a peor". Las primeras semanas te esfuerzas por llegar a ese punto en el que cumplas. Te machacas, haces algo más. Pero nuevamente, recibes otra vez el feedback de que no es suficiente. Entonces, como decía nuestro amigo VTC, te da la "bajona". En ese momento empieza a haber un efecto rebote. Empiezas a hacer menos. Porque te sientes indefenso. Sientes que, hagas lo que hagas nada va a cambiar. Tu jefe es tu descarga eléctrica semanal y, hagas lo que hagas, no la puedes evitar. Y lo que nuestro amigo del VTC llama bajona de manera poco técnica, otros lo llamamos "depresión". Y eso son palabras mayores. 

Así, se bajan los brazos y da igual cualquier acción que intente "revertir" la situación. Uno ya ha aprendido que su conducta no puede modificar el entorno. Pero claro, si se entienden ciertos principios de modificación de conducta se puede plantear ciertas acciones que reviertan esto. Pero para eso, hay que ser psicólogo/a. Que aunque no lo parezca, vale para algo. El problema es que este mismo mecanismo que implica una quemazón laboral (VTC, Sanitarios, Restauración...), también implica una cierta quemazón social.

Hagas lo que hagas, tu jefe dice que no llegas. Hagas lo que hagas, tu jefe te grita. Hagas lo que hagas, tu jefe te dice que todo depende de terceras personas incontrolables. Bien, tu jefe te provoca indefensión. Y seguramente también sea gilipollas. 

Si bien lo fácil sería señalar el holocausto Nazi como ejemplo de aceptación de la indefensión de los judíos dentro de los horribles campos de concentración, (desde fuera todos pensamos que habría que robar un arma a un guardia y pelear...)  solo basta con ver nuestra sociedad actual, "peri" y post pandemia para ver como ese fenómeno de indefensión nos inunda. Da igual mi conducta, suben los precios. Da igual mi conducta, no puedo independizarme. Da igual mi conducta, mi trabajo se pasa por el forro el convenio. Da igual mi conducta, mi jefa me trata como una mierda según le apetezca o tenga mal día. (y seguro que tiene muchos). Es tal la indefensión que la sociedad termina adormecida. 

Ahora lo llaman generación de "cristal," la generación que se rinde con todo. La generación que no busca alternativas, a la que todo le parece un mundo. Pero a lo mejor, es simplemente la generación a la que le hemos demostrado que "hagan lo que hagan" no hay alternativa. Que sí lo hacen bien pero no cumplen el estandar de la empresa de turno reciben un castigo. Un estandar inalcanzable, para variar. 

Platón decía que las personas que debían dirigirnos a nivel político debían ser los filósofos, los más sabios. Yo creo que deberían ser las personas que entienden el comportamiento, los psicólogos. Y la realidad es que nos dirigen los Sofistas: los que cambian de argumento según les convenga, para dejarnos indefensos.

Ahí revienten. Y ojalá, pronto. 

PD: El tema de la persuasión es super curioso. Recomiendo el libro de "porque compramos la burra" (aquí) de Ramón Nogueras para entender estos mecanismos. De verdad que sí partiéramos desde la psicología a la hora de organizar empresas nos iría mejor.

PD2: Sofistas. Nos gusta predecir, nos gusta la estabilidad y saber a qué atenernos. Pero hay dirigentes, jefes o coordinadores que son puro sofisma. Los sofistas podían defender una cosa y la contraria, sin vergüenza alguna porque había argumentos tanto para una como para la otra. Pero eso a la gente que les rodea los descoloca. Sin criterios y sin fundamentos sólidos no hay forma de saber qué hacer. Normal que la gente termine por no "remar". Se llama indefensión. 

PD3: Insisto, no me he vuelto conductista. 

PD4: ¿Conocéis el síndrome de Procusto? Lo mismo para el siguiente post lo comento

domingo, 9 de abril de 2023

Dependencia del medio, lóbulo frontal y libertad

 Estas en una sala de un cine. En medio de un debate entre el conductismo y el cognitivismo. Miras al frente y no ves muy bien las caras de la gente porque un foco te está dando justo en frente. Es un escenario completamente inesperado. Una pequeña vocecita te pregunta: ¿Cómo carajo he acabado aquí?. Pero no es momento para responder a esa pregunta, porque justo en ese momento una de las participantes del debate planteaba otra pregunta:

- ¿Hay estudios que demuestren que una lesión específica en el cerebro implica un cambio específico en la conducta? Pero me refiero a que muestren que si ese área no funciona tal conducta no se produce y al revés, que si si funciona, si se produce esa conducta - comentó ella. Una pregunta muy bien tirada, sin duda. Mi cabeza voló entonces a una sesión de hace 8 años. Sentado con una paciente de cerca de 70 años, trataba de llevar adelante una sesión de estimulación del lenguaje.

La paciente tenía una demencia vascular. Había perdido de súbito el lenguaje, a causa de los múltiples ictus que había ido acumulando (microinfartos), pero la cuestión no quedaba en la reducción del lenguaje. A nivel comportamental se notaba la desorganización. De manera continuada abría la funda de sus gafas que estaba en la mesa, sacaba las gafas, se las ponía y dejaba la funda. Al poco, minutos tal vez, volvía a coger la funda y las volvía a guardar. Así cada vez que veía la funda de sus gafas. Al más mínimo contacto visual, cogía la funda. Probé a sacar las gafas de la funda y dejarlas fuera, delante de ella para que viera que ya no estaban. Y dio completamente igual. Volvía a ver la funda y la abría, miraba y la cerraba.

Al poco fui viendo que no era solo la funda. A veces era un simple bolígrafo, si estaba cerca, no podía evitar cogerlos y escribir, generalmente una espiral, soltaba el bolígrafo y de nuevo si hacía contacto visual con él, volvía a cogerlo y usarlo. No podía evitarlo. Era un caso de lo que llamamos dependencia del medio, y un claro signo de disfunción frontal. Fue ese el ejemplo que tome para tratar de explicar eso que me preguntaban y sobre lo que me pedían explicación: Que hay zonas del cerebro que permiten cierto tipo de conductas pero... ¿Qué permiten?¿Qué impiden?¿Cómo?...  explicarlo es una buena excusa para volver al blog.

La dependencia del medio

Leyendo el libro de "cerebro rotos" del neuropsicólogo Saúl Martinez-Horta (el cuál recomiendo) precisamente se señalaba un caso de un paciente con una enfermedad degenerativa que mostraba estos mismos tipos de comportamientos. Se tratan de signos que nos pueden dar pistas sobre el funcionamiento de cierta estructura del cerebro que se llama lóbulo frontal, y concretamente corteza prefrontal. Ojo, no te asustes porque haya nombrado el cerebro, más adelante trataré de explicar que no todo se va a quedar en él.

En este tipo de alteraciones, lo que vemos en los pacientes es que los estímulos del entorno parecen tomar el control de la conducta. Su aparición dispara respuestas de interacción con los mismos, que se llaman precisamente conductas de utilización. Esto como nosotros mismos sabemos, no algo normal. Nosotros vemos multitud de objetos y no necesitamos interactuar con ellos continuamente (aunque a veces nos encontremos con un bolígrafo en la mano y no sepamos cómo ha llegado ahí). Si eso fuera así, cualquier conducta orientada a una meta, a conseguir algo que implicara cierto orden de pasos, se vería completamente rota.  De esto surgen dos ideas: Uno, los objetos  (estímulos) parece que nos "incitan" a interactuar con ellos (nos quieren controlar), y dos, por algún motivo, podemos no hacerlo. Esto se puede explicar si ahondamos en cómo funciona el cerebro.

En primer lugar, se entiende el cerebro como un sistema predictivo. Aprendemos, y lo que aprendemos sirve para interactuar de forma "mejor" con el entorno (debería de ser...). Por tanto, ante la presencia de estímulos, parece que se preactivan áreas que juegan un papel importante en la interacción con él: Desde posibles acciones motoras, recuerdos emocionales... pero lo hacen de manera preparatoria, por si se da el caso de que se debe interaccionar con él. Esto parece que ocurre todo el tiempo, con todo lo que nos rodea.

Usar un bolígrafo implica una serie de movimientos automatizados y organizados por práctica y experiencia. Parece ser que la sola vista del bolígrafo conlleva preactivaciones de áreas motoras de cara a prepararse para su uso pero que no se ejecutan si no es necesario el mismo. 

Pero en segundo lugar,  hay mecanismos para inhibir estas acciones, para que no se ejecuten a menos que sean necesarias. Y precisamente por eso un daño cerebral parece romper ese equilibrio acción/inhibición. y provocar conductas completamente guiadas por los estímulos del entorno, siendo un caso extremadamente severo el que he señalado al inicio de este post. Pero esto de nuevo abre algunas cuestiones que deben explicarse. Vamos a orientarnos al neurodesarrollo primero.

El desarrollo de lóbulo prefrontal

Claro, decir que el lóbulo frontal nos permite controlar la acción, así de primeras, es un poco bestia. Y seguramente reduccionista. Realmente, en el marco del neurodesarrollo se puede entender bastante bien a qué me vengo a referir con esta idea. Estas estructuras son las últimas en formarse durante el desarrollo cerebral, y en torno a los 6-7 años comienzan a tener una salto cualitativo en su mielinización (su conectividad interna y con el resto de áreas del cerebro) que coincide con algo que se solicita bastante en la escuela a esas edades: la autonomía.

Lo cierto es que son muchos los estudios que refieren que el control de impulso, la capacidad de organizar la conducta hacia una meta y la búsqueda de alternativas se van construyendo conforme van madurando estructuras frontales. Y no es difícil ver como en general, nenes más pequeños de esas edades necesitas una constante supervisión y control externo por parte de otros adultos (cómo si fuera un lóbulo frontal suplementario). Pero esa madurez está, cómo pasa con el resto del cerebro, también ligada a la experiencia y al aprendizaje y esto es algo más complejo.

Fuente: https://www.pinterest.es/pin/549228117060814392/. A esta infografía le añadiría la idea de que una lesión podría provocar perder esa capacidad de control o que ciertas anomalías en el desarrollo podrían dificultad adquirirla. 

Si por ejemplo no se expone al lenguaje a ciertas edades, o no hay inputs visuales a ciertas edades, las áreas cerebrales destinadas al aprendizaje de los procesos lingüísticos y visuales no se desarrollan correctamente existiendo problemas para el aprendizaje posterior del lenguaje o la formación del procesamiento visual "superior". En el caso de ese control, está ligado también a un aprendizaje y enseñanza. Es decir, el control del impulso no aparece por si solo sin un aprendizaje y una enseñanza. Pero también, por contra, puede producirse un problema a nivel puramente cerebral que no permita aprovechar ese aprendizaje, como pasa con trastornos del lenguaje o trastornos visoespaciales. Es decir, es bidireccional.

En resumen, durante el neurodesarrollo hay etapas en las que esta dependencia del medio es algo esperable, que los estímulos controlen la respuesta, que no haya facilidad para generar alternativas a la espera de que el cerebro, vía aprendizaje, genere la capacidad para "demorar" la respuesta. Así, el propio Leonar Koziol señala que el objetivo, la meta última del neurodesarrollo, es el "control". Esto me obligaría a hablar de redes cerebrales (red fronto-parietal y red por defecto) pero ya habrá tiempo de eso en otros post (mientras, se puede leer al propio Leonard Koziol).

¿Qué tiene esto que ver con la libertad?

Desde una perspectiva neurocientífica tendríamos ahora la tentación de decir que la corteza prefrontal podría ser la clave para entender la libertad humana. Así sin más. Pero para ello tendríamos que saber definir algo mejor que es la libertad. Para Joaquín Fuster, en su libro Cerebro y Libertad, la clave está en estas estructuras frontales: Son las que, a diferencia de otras especies, nos permiten poder tomar decisiones de forma reflexiva, independiente de los estímulos que nos rodean.  Sugiere en cierto modo qué es lo que nos permite ser libres del entorno. Y eso es algo que no es la primera vez que se ha escrito a lo largo de la historia. 



Inmanuel Kant, allá por finales del siglo XVIII escribió su fundamentación para una metafísica de las costumbres (ética) y precisamente definió la voluntad y la libertad como la capacidad para actuar de forma independiente de otros móviles o pasiones externas: Una autonomía de la libertad. Algo que consideraba como fruto de que el ser humano es un ser "racional" por encima de otras especies. Curioso. Pero metafísica y ética a parte, al final lo que está señalando es que ser libre es "no ser dependiente del medio". Curiosa afirmación.

Hay que poner en contexto esta obra de Kant. En un periodo en el que la fundamentación religiosa del comportamiento ético se había ido deshaciendo (haz esto porque Dios lo dice, y si Dios lo dice es bueno). Ahora tocaba buscar una fundamentación ética, algo que explicara cómo debe uno comportarse éticamente. Ahí Kant señaló nuestro carácter racional como para comportarnos no en función de la búsqueda de un fin, sino de forma que nuestro comportamiento sea conforme al deber, aunque las consecuencias sean negativas. Aun se le sigue dando vueltas a su idea ¿Tú, lector, haces lo que debes aunque no coincida con lo que quieres?. 

Mi paciente parecía no ser libre. Parecía no poder evitar actuar con el entorno según sus decisiones, sino que actuaba conforme a él. Durante el neurodesarrollo parece que es normal esperar que los estímulos, independientemente de las consecuencias, guíen la conducta de los pequeños (con padres detrás siempre salvando in extremis diferentes catástrofes). Y esto parece verse en multitud de casos con pacientes con daño cerebral, en la aparición de esos signos que indican que no pueden ejercer su "libre voluntad". No se si es suficiente argumento para responder a la pregunta del debate, pero yendo a una apuesta complicada: La integridad de la corteza prefrontal parece clave para una conducta reflexiva y controlada. 

Hubiera sido más fácil hablar de las áreas que tienen que ver con el lenguaje, o con algún aspecto perceptivo, o con otros procesos más bien detalladas, pero decidí responder explicando esto de la dependencia del medio. ¿Por qué?. Pues porque precisamente la relación entre estímulos y respuestas, la relación entre contexto y conducta, parece completamente mediada por la integridad de este área (y la dinámica de diferentes redes) y de cómo se ha construido a lo largo del desarrollo/experiencia. Sin más, algo que desafía la relación directa entre una conducta y las consecuencias de esta (condicionamiento instrumental), pues simplemente, no serían procesadas e integradas completamente y por ello, no controlarían la conducta. 

Casi nada. 

Salud y neuropsicología.


PD: Estás ideas tienen mucho trasfondo y lo exploraré a lo largo de siguientes post, aunque seguramente me desvié por otros temas.

PD2: Hay mucho que entender dentro del lóbulo frontal y del concepto de funciones ejecutivas (con el cuál cada vez es más fácil no estar conforme)

PD3: Después de 5 años vuelvo a escribir en el blog. No se si por mucho tiempo, pero bueno, iré sacando ideas que pueden ser de vuestro interés

PD4: Siempre es interesante que, cuando os hablen mal de alguien, confrontéis versiones. Más si la persona que os habla ya tiene historial de mentir o difamar a las espaldas a gente de manera sistemática porqu... ¿WTF? esto no iba aquí, perdón. Ha sido pura dependencia del medio XD