miércoles, 12 de marzo de 2014

¿Por qué te tocas la cabeza?

- Si,si si si, pero... -. decía el paciente que tenía delante. Tenía un daño cerebral que había afectado a su lenguaje de una manera devastadora. Pese a que entendía perfectamente lo que yo le decía, no podía prácticamente decir una palabra. Aunque se la diera escrita, aunque viera la imagen. Era casi imposible. Le puse un dibujo de un trozo de pescado

- Pssss.... peeeee.... pescado, pescado pescado... pero...- dijo mientras se tocaba la cabeza. Una y otra vez cuando denominaba alguna palabra (tras muuchísimo trabajo anterior), se tocaba la cabeza. Supuse que me indicaba lo difícil que le era poder decir la palabra después de su daño cerebral. Lo cierto es que tampoco podía preguntarle "¿por qué te tocas la cabeza?". No iba a poder contestarme. Le puse otra tarjeta delante, y vuelta a empezar.

Esto no significa nada

      No puedo sentir, por mucho que me empeñe, lo mismo que siente un paciente con daño cerebral. Puedo intentar ponerme en su lugar. Puedo tratar de sentirme tan frustrado como se puede sentir él cuando se ve desposeído de una capacidad que tenía anteriormente. Puedo tratar de empatizar con su historia de superación (eso SI es una historia de superación). Incluso puedo imaginarme lo que supone su déficit en otros ámbitos más allá de la consulta (en su casa, en un supermercado, en su día  a día). Pero no puedo saber que siente exactamente.

       Por eso, mi cabeza se cortocircuita cuando cojo cinco letras y escribo la palabra "P R E S A", se las pongo a un paciente delante y este, con un gesto de resignación, me indica que no tiene ni puñetera idea de que significan eso que le he puesto. El cortocirtuito se convierte en convulsión cuando el paciente al leerlo en voz alta (tras mucho esfuerzo), se oye a si mismo y pone una expresión que indica que "por fín" sabe lo que significa. Ha tenido que decirlo varias veces en voz alta, pero al final logró saber a que se referían las palabras. Mi cerebro, de nuevo, hizo su perfecto trabajo de enlazar unos símbolos, con unos significados, sonidos y articulaciones de los mismo. Lo hizo tan rápido que ni me enteré. Lo hizo tan automáticamente que si me preguntan que hizo, no lo sabría decir.

El dar significado a las letras es un proceso muy complicado, pero tan automático que ni lo percibimos.

     Y entonces, el paciente, se toca la cabeza. Con un gesto de sorpresa, un "¿pero de verdad no lo entiendes? Esto no funciona". Y de nuevo pienso lo mismo que en el primer caso. Simplemente, me esta diciendo que su daño le impide leer la palabra. Pero en ese momento me surgen varias preguntas. De las que por supuesto, no tengo respuesta.

¿Te has fijado dónde me estoy tocando?.

      Si yo, por un casual, no pudiera articular una palabra, o leerla,  mi primera opción no creo que fuera tocarme exactamente el lado izquierdo de mi cabeza (añado, que el paciente no tuvo un traumatismo por lo que no se señalaba una cicatriz), el hemisferio izquierdo vaya. Seguramente me tocaría la garganta, la boca... pero no me tocaría justo ese lado de la cabeza. No es la que yo concibo, pero yo no tengo un daño cerebral. Yo pienso, cuando pienso en hablar, que si no puedo hablar es porque no tengo aire, no puedo mover la boca o no puedo mover la lengua pero nunca que una zona del cerebro me está fallando. Es demasiado automático como para pensar en ello. ¿Por qué se señalan la cabeza?. ¿Es que lo sienten ahí?.




      Y justo en el lado izquierdo. En el hemisferio izquierdo. Aquel donde suele considerarse que están representadas las capacidades lingüísticas (en teoría, en diestros, en áreas perisilvianas izquierdas). Justo la zona donde el ictus o derrame que han tenido ha provocado muerte neuronal, y la consiguiente afectación cognitiva. Yo nunca señalaría ahí. Y eso solo me lleva a pensar una cosa. Que ellos (los pacientes) son conscientes de lo que hay ahí. O mejor dicho, de lo que ya no hay ahí. Un proceso automático e imperceptible se ha vuelto de repente consciente, porque uno de sus eslabones (o varios) se ha roto. Y tiene sentido, hay tantas cosas automáticas en el cerebro, que él no te va a informar de que están ahí. Te va a informar de aquellas que no están.

         Cuando el paciente, tras decir en voz alta PRESA, tras tocarse la cabeza, intentó explicarnos a mi compañero y a mí que es lo que pasaba, solo con gestos, deducimos los siguiente (en naranja). Señala la palabra y se señala los ojos (Cuando leo una palabra...) y se toca el lado izquierdo de la cabeza  a la par que niega (...noto que algo me falta aquí...). Luego comienza a decir PRE--- PRE--- ZA--- ¿PREZA? se toca el oido y exclama ¡PRESA¡ con un exagerado gesto de asentimiento ( ... Pero cuando me oigo decirla se lo que significa...) y se señala el lado derecho de la cabeza y con sus dedos recorre el punto que se señalaba en el lado izquierdo hasta el lado derecho pasando por encima de su cabeza (... y entonces noto como se conecta ese vacío con mi hemisferio derecho y todo tiene sentido.). Fue, cuando dijimos todo aquello que pone en naranja, cuando nos dijo "EXACTO". Eso era lo que sentía. Un vacío (la conversión del grafema escrito en sonido y significado) y una forma de rellenar ese vacío (la identificación de un sonido como palabras y su consecuente significado).

Me falta algo aquí

      Por ponerme un símil, creo que todos hemos sentido ese vacío, en menor medida, claro está. En el momento en el que tenemos una palabra en la punta y no nos sale. En ese momento la impresión que da es la de que el camino que se debe seguir para recuperar la palabra está roto. Y la mejor forma de sacarla no es intentando entrar por esa carretera cortada, sino por otra (tratando de recordar la primera letra, tratando de nombrar palabras de categorías parecidas). Supongo que eso viene a ser esa sensación de vacío. Igual que ver la cara de alguien y no saber donde se ha visto. Nuestro cerebro reconoce ese patrón que corresponde a una cara, pero por unos motivos u otros, no logra alcanzar toda la información que sobre esa cara guarda (nombres, lugares...).

       La expresión "noto que me falta algo aquí", a mi concretamente no me sale cuando me falta una palabra, pero son casos tremendamente leves, ¿Y sí no pudiera recuperar ni una sola palabra a la hora de denominar a la orden? ¿Lo sentiría?. Al menos, eso no pasa en todos los pacientes. ¿Depende del tipo de lesión?.¿Las más específicas son más "sentibles"?. ¿Es igual a todas las edades?. A esto último añado, que  en los casos en los que he trabajado con niños con disfasias, no he visto que suelan tocarse la cabeza para indicar que algo falla. En este caso, la función que tenía que estar no es que haya desaparecido, sino que no se ha desarrollado correctamente. El cerebro en este caso funciona así y no hay conciencia de que lo haga mal (otra cosa es el feedback del entorno).

        Otro detalle que me parecería curioso sería comprobar si esto de sentir la lesión (o la rotura del eslabón del proceso, o lo que sea que significa tocarse la cabeza) puede darse solo en casos más severos. El motivo de la duda es simple, las personas severas no tienen la función como debería, y puede ser que noten donde está el fallo. En su evolución y recuperación (los casos en los que se dá) el cerebro se reorganiza para funcionar de otra manera, luego deja de notar un vacío. Simplemente lo rellena como buenamente puede. Cuando el caso de daño es más leve, es a fin de cuentas porque la función va mucho mejor. Sería digno de estudio, ¿no?.

      Aún así, esto es solo una idea mía, a raíz de un caso con un paciente y de observar a varios de ellos. Bien podría ser simplemente lo que comentaba al principio. Nos señala su cabeza para recordarnos que tiene un daño cerebral, no porque sienta nada en absoluto, no porque note que falta un eslabón de la cadena del funcionamiento de cierta función cognitiva. Pero, en realidad, no tengo datos para apoyar ni una ni otra idea. Sólo el hecho de que a veces, se ve. Un saludo.

     

     




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