martes, 26 de julio de 2016

El ciclo vital del cerebro

La óptica sobre el ciclo vital en el cerebro siempre ha sido la misma: hasta los 25 años desarrollo yformación del cerebro, desde ese momento una preciosa meseta de 20-30 años y luego un deterioro progresivo del cerebro y las funciones asociadas.

Sin embargo, eso no siempre es tan lineal y claro. Para empezar, algunos autores consideran que ya desde nuestra tercera década de vida el cerebro empieza a deteriorarse y empiezan a aparecer leves alteraciones cognitivas (Fernández-Ballesteros, 2008). Otros autores nos dicen que bueno, los deterioros en las personas mayores no son iguales ni son a las mismas edades (Fernández-Ballesteros, 2009). También se derribaron mitos como el de que las personas mayores no generaban nuevas neuronas o no podían casi aprender nada por su rigidez.

La perspectiva que al final empieza a imponerse en el ciclo vital parece más relacionada con el cambio que se va produciedo en cómo funciona el cerebro en diferentes edades, y eso conlleva cambios observables en cómo funciona la persona. Al menos esta es la idea que se desprende de un artículo que será el eje de este post. Puede ser que no estemos ante déficits debido al envejecimiento como tal, sino ante cambios en cómo funciona el cerebro y lo que considera relevante o no.

El paso del tiempo para el cerebro

Hay un tema que resulta curioso cuando se plantea. ¿Por qué parece que el tiempo pasa más rápido cuando somos mayores que cuando somos pequeños? ¿Por qué los veranos parecían eternos cuando teníamos 12 años y ahora parece que los años pasan de dos en dos?. En sí, esta cuestión tiene que ver con la percepción subjetiva del tiempo, pero... alguna explicación cerebral de esto habrá, ¿no?.

Evidentemente, ya hay mucha gente que ha hablado de este tema (por ejemplo, la gran divulgadora científica América Valenzuela), pero yo voy a intentar enlazarlo con un par de ideas curiosas. En principio, el motivo por el cual puede considerarse que el tiempo pasa más lento cuando se es pequeño es porque todo nos resulta relativamente nuevo. Nuestro cerebro está en proceso de desarrollo y está adquiriendo toda la información del mundo que le rodea y que va a necesitar para adaptarse a él y sobrevivir. Si bien en los primeros años no hay prácticamente recuerdo, al no estar del todo formadas las estructuras cerebrales que sustentan la memoria, pasado este punto casi todo es nuevo. 

Parece hecho a medida. El entorno es nuevo para el niño, y su cerebro busca de manera continua la novedad y la experimentación con el entorno. Cuando se hace mayor, las cosas no son tan nuevas, y tampoco tiene tanta curiosidad (en general). En esta fase las propiedades del cerebro no son las mismas que en la vejez, diría yo.

Bien, se puede decir que "bueno, no todo es tan nuevo llegado a cierta pequeña edad", pero en mi opinión eso no implica que, aunque las cosas no sean treméndamente novedosas, no se estén creando más y más conexiones entre lo ya conocido durante la juvented. Ello, por lo que he leído, parece relacionado con el aumento del gasto metabólico que tiene el cerebro joven, a diferencia del cerebro del adulto. Simplemente, la red tan intrincada de relaciones conceptuales se forma en esa edad, las asociaciones entre eventos, sucesos y recuerdos sobre la que se sustenta nuestra vida se forma ahí a través de múltiples inputs. Eso consume energía, no iba a ser barato tanta modificación "estructural"

Además, todo lo que es novedad implica la puesta en marcha de muchas otras funciones, al propio lóbulo frontal que debe procesar toda esa información nueva y a la propia atención, que debe estar más focalizada en el entorno donde se presenta esa novedad. Por tanto, ante tanta novedad y tanta actividad consciente del cerebro (más la inconsciente soterrada), el tiempo parece pasar mucho más lento.


Situación novedosa, ¡¡¡¡más madera!!!!

Se podría decir que esta percepción del tiempo está ligada al momento del ciclo vital en el que nos encontramos (o en el que se encuentra nuestro cerebro). Visto de esta manera, sería un poco absurdo decir que las personas mayores tienen un déficit en la "percepción del tiempo" al no percibirlo de la misma manera que cuando eran jóvenes. Pero está claro que es un cambio asociado al envejecimiento como tal. 

Arquitectura cerrada

Si hablamos del envejecimiento normal siempre sale la idea de que el cambio es a peor. Y tiene lógica, si comparamos a las personas mayores con los jóvenes tenemos claros indicios de que su cognición es cuantitativamente peor (más lentos, más desinhibidos, menos ágiles mentalmente) (Hasher & Zacks, 1988), en cierto modo por esa esperable reducción de la inteligencia fluida (funciones ejecutivas, no nos engañemos)(Cox et al., 2014). Pero si ahondáramos un poco más veríamos algunos cambios de las capacidades del cerebro que hacen emerger ciertas dificultades que tampoco consideraríamos patológicas

El ejemplo lo tenemos en la adquisición de un segundo idioma. Ya se sabe de sobra que no es lo mismo adquirir el segundo idioma cuando se es recién nacido que cuando se es adulto. No se trata de que no se pueda (todo es ponerse), se trata de que el cerebro funciona de formas diferentes a diferentes edades. Mientras que a edades tempranas están formando los circuitos (por decirlo de alguna manera) pudiendo elegir diferentes formas de hacerlo (hay una superpoblación neuronal y una gran apoptosis, muriendo aquellas cuyas sinapsis no son actividades), a edades adultas el cerebro hace más eficientes las redes ya existentes, pero dista mucho de poder crearlas. Al menos fácilmente. (ya sabéis, sobre el tema hay dos expertas como Patricia Kuhl y Ellen Bialystok)

Esta sería un poco la idea. No se trata de que el cerebro adulto no sea "plástico", sino que cuesta algo más lograr una serie de cambios. Por tanto, lo que refiero es una diferenciar en cuanto a cualidades en diferentes estadios en el ciclo vital, no un déficit como tal.

Ese podría ser un poco el resumen que hay detrás de esos periodos críticos del desarrollo, donde si no se esta expuesto a ciertos estímulos es difícil adquirir ese conocimiento. Podría irme metiendo en terreno pantanoso y decir que el cerebro tiene sus huecos "vacíos" a la espera de que el ambiente los llene, pero me saldría de la idea original de este post (hoy no tengo el día Chomskyano). La idea es, repito, que hay un funcionamiento diferente del cerebro a ciertas edades, y claro, nadie habla de un "déficit" en el aprendizaje cuando una persona de 60 años no aprende un nuevo idioma no lo aprende igual de rápido que un niño de 5. Lo damos por hecho.

Lo que ocurre en los dos ejemplos expuestos (percepción del paso del tiempo y el aprendizaje de una segunda lengua) es que no parecen cosas que afecten de sobremanera al desarrollo de la vida diaria de las personas mayores, y porque lo esperamos así. El cerebro adulto no funciona igual que el joven. Pero entonces... ¿Qué diferencia un déficit de una forma diferente de actuación?. Ahí es a donde quería llegar.


El cerebro cambia de enfoque

Hace una semana o así, tendencias 21 se hacía eco de un estudio que hablaba de diferencias en la memoria a lo largo del ciclo vital que no debían considerarse como un deterioro sino como un cambio en la forma en la que el cerebro procesa la información. Por supuesto y como suelo hacer ante cualquier titular, me fui directamente al artículo, y realmente el resumen y el titular es muy fiel a los resultados obtenidos por los investigadores (lo que hace muy recomendable tendencias 21).

En sí,  Ankudowich, Pasvanis y Rajah (2016) se plantearon estudiar dentro de ciclo vital los cambios que acontecen en la memoria contextual en dos procesos: la codificación y la recuperación. Es interesante pensar que desde siempre que ha hablado que las personas mayores presentan una tendencia a la amnesia de la fuente, o lo que es lo mismo, a recordar hechos, pero no recordar cuando y donde ocurrieron, por pérdida de la información contextual. Pero hay varios problemas al respecto que los autores, creo que acertadamente, señalan.


¿Fue aquí o fue allí donde pasó?¿Dejé las llaves en la mesa o en la cocina?. Son ejemplos de problemas en la memoria contextual, de un hecho que se sabe que ha ocurrido, pero no termina de ubicarse en un contexto concreto.

El primero problema es que casi desde siempre, cuando se estudia a la personas mayores se comparan con el grupo de personas jóvenes, sin tener en cuenta a los adultos jóvenes. Es como si a lo largo de la mediana edad todo permaneciera estable (esta meseta que indicaba al principio). Así es como se da por hecho. De echo, a veces algunos estudios de reserva cognitiva comenten un error (bajo mi juicio) al analizar la educación formal como predictor del estado cognitivo de las personas mayores sin plantearse que ha pasado durante esa mediana edad (trabajo realizado y otros detalles). A veces parace que nos olvidamos de que somos lo que somos de mayores no solo por lo que hicimos de jóvenes, sino por todas las fases del ciclo vital. El estudio de Ankudowich et al. (2016) si tiene en cuenta este grupo de mediana edad, y de ahí salen los primeros resultados interesantes. El declive en la memoria contextual aparece sobre lo 30 años, no tan tarde como se esperaba. Si quiero añadir que los estudios transversales tienen varios problemas (los señalan Ronnlund, Lovdén y Nilsson (2008)) y que lo ideal es usar estudios longitudinales, pero claro, eso puede resultar muy difícil  y más con neuroimagen de por medio.


Siento fastidiaros la fiesta de los 30. Pero son algunos los estudios que indica que a partir de esta edad el cerebro empieza a modificarse, algunos lo llaman inicio del declive y otros solo restructuración...

Dicho esto, lo interesante del estudio radica en la relación entre el grado de activación de ciertas zonas y la aparición de los declives en la recuperación de la información contextual. Para ser exactos, estos señores no ven diferencias en las medidas neuropsicológicas a lo largo del ciclo vital (la memoria es casi igual) pero si observan diferencias en las tareas contextuales que emplean, que se relacionan con ciertas zonas que no se activan de la misma manera o con la misma intensidad en los de mediana edad y mayores en la recuperación de información: El giro frontal inferior derecho y el cortex prefrontal anterior. El primero se relaciona con la selección de información visual y recolección durante la misma y el segundo con la monitorización de la recuperación en la tarea de recuerdo de caras que se propuso. ¿Qué significa esto para los autores?. Pues que parece que la información de tipo contextual resulta menos relevante a partir de cierta edad para nuestro cerebro, que se centra en otro tipo de información. Las interpretaciones ya pueden ser muchas (compensamos la desdiferenciación cerebral centrándonos en otras cosas... quien sabe) pero el caso es que a partir de la mediana edad, nos interesan menos los detalles contextuales, lo que da forma a esa "amnesia de la fuente".

Ahora toca unirlo con lo anterior.

¿Evolución o déficit?

En los casos primero (el paso del tiempo) y segundo (el aprendizaje de un segundo idioma) se considera como normal que el cerebro se comporte de diferente manera y porque no supone un impacto relevante para la vida diaria de la persona. Pero en el tercer caso, las dificultades para recordar detalles contextuales se vuelven tremendamente molestas, parecen recordarnos de manera continuada que somos más viejos y se perciben como un claro déficit. Sin embargo, desde otro punto de vista, simplemente sería un cambio normal en el funcionamiento del cerebro debido a la edad, que actúa de diferente manera como en los dos primeros ejemplo, porque las cualidades del cerebro evolucionan y su forma de procesar también.

En este sentido, esos cambios esperables no son, y no deberían de ser, un déficit. Son una forma diferente de procesar la información a la que deberíamos de adaptarnos, seguramente tratando de evitar que los cerebros de los mayores se comporten como si fueran los de los jóvenes. Y menos aún considerar que porque no rindan en los mismo niveles en ciertas cosas tenemos un déficit. Déficit es cuando aparecen alteraciones que no son esperables a la edad, como por ejemplo la desorientación, como la agnosia semántica... Es evidente que en muchos casos las cosas no aparecen aisladas y que dentro de los cambios normales aparecen cambios patológicos, pero resultaría interesante saber discernir unos de otros.

Hay que hilar fino cuando se trata de problemas de memoria. Algunos directamente no lo son (son subjetivos). Otros son casi normales (la recuperación de información contextual). Otros deberían hacer saltar las alarmas (creación de huellas mnésicas)


Otra cosa bien diferente, es la posibilidad de que estas alteraciones en la recuperación pudieran retrasarse. Es evidente que no todo el mundo está al mismo nivel, y a no todo el mundo va a presentar cambios a la vez ni con la misma velocidad. Si bien la tendencia es a tener más dificultades en la recuperación de la información contextual, puede haber estilos de vida y otros factores que retrasen estos cambios. Justo eso, de los cambios en los procesos de recuperación de información debidos al estilo de vida en personas mayores es algo que he estudiado dentro de mi tesis doctoral. Y me parece que será interesante comentarlo por aquí cuando se publique en alguna revista.

Tal vez sería hora de irse quitando esa idea de que todo lo que vemos en los mayores es un déficit, es una señal de Alzheimer incipiente o alguna cosa por el estilo y asumir que lo que vemos, puede ser simplemente un cerebro que funciona de otra manera, aunque no nos parezca la forma más eficaz desde el prisma de un cerebro joven. Puede ser que aún tengamos que entender mejor el ciclo vital del cerebro.

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