martes, 19 de julio de 2016

Neuro-terror

- Para mi es lo que hace el cerebro en su día a día - le dije al alumno que teníasentado delante mía. Se hacía raro dar clase para un solo alumno (a veces dos), pero cuando uno tiene vocación docente y se resiste a no lograr plaza en la universidad pública, termina por enseñar a quien se deja - el frontal es la vía de entrada hacia la automatización -.

Llevaba un rato hablando sobre la función ejecutiva, a nivel clínico para su evaluación, y había terminado por irme al extremo filosófico. ¿Qué sentido tenía esa función ejecutiva?. Por supuesto el alumno no había entendido que quería decir. A veces, ni yo me entiendo hasta que empiezo a hablar.

- Nosotros tenemos en el cerebro múltiples sistemas de decisión - comencé a decir - sistemas zombies, totalmente automáticos, que realizan las cosas en base a la experiencia casi sin necesidad del frontal. Este emerge en situaciones novedosas, donde hay que tomar una decisión nueva con parámetros diferentes. El ejemplo lo tienes en conducir, es algo muy frontal hasta que lo automatizas y liberas al frontal para que haga otra cosa mientras - terminé de decir. El alumno se quedo pensativo y disparó una pregunta bastante lógica.

- ¿Entonces el frontal siempre es el que toma la decisión final? - me dijo esperando una respuesta casi afirmativa. Sonoba así, era un director de orquesta (Goldberg, 1995), era el jefe, era el que discurría... pero no siempre era el sistema adecuado para decidir.

- No - le contesté - a veces la decisión la toma la emoción más básica que tenemos: El miedo -.

Mi cerebro, mi mundo

Nuestro sistema cognitivo pasa si día a día, y especialmente en la infancia, creando normas y generalizaciones. Tratando de buscar la regla común que guíe nuestro comportamiento hacía la respuesta más adaptada de la forma que implique menos gasto posible. Busca categorizar para optimizar la energía. Si algo se escapa de lo que sabemos, ahí está el frontal para tomar una decisión nueva y que la memoria la recuerde para futuras ocasiones. El problema es que el lóbulo frontal no es especialmente rápido. A veces de la decisión puede depender nuestra seguridad y propia vida, y ahí tenemos una vía rápida de actuación. La emoción y la amígdala. Y si hay una emoción potente, es el miedo, que se pide paso y anula prácticamente al frontal. David Eagleman en su libro "incognito" nos hace referencia a esa lucha de contrarios en nuestro cerebro que hay detrás de una toma de decisiones.

Parece mentira que una película de animación exprese tan bién la lucha de contrarios propuesta por Eagleman. Recomiendo la peli "del revés" a quien quiera entender mejor esta teoría... más o menos XD

Hemos de entender nuestro cerebro como una herramienta que busca la mejor adaptación al medio para la reproducción y para la supervivencia propia. El problema es que no debemos obviar el carácter evolutivo del mismo. Nuestro cerebro, y en especial el lóbulo frontal llegó a un punto de habilidad para salvaguardar nuestra vida que decidió salirse del aquí y ahora para hacer predicciones, que de seguro facilitaron la supervivencia. Pero hay un problema. El lóbulo frontal, se esmera por evitar algo que nuestra capacidad prospectiva nos recuerda constantemente: Que vamos a morir. Según David Linden, en "el cerebro accidental", eso es la causa de un sin fin de alteraciones psiquiátricas, ya qu estamos diseñados para evitar algo inevitable.

El terror a la muerte

La religión ha sabido en cierto modo introducir un código moral de convivencia (y supervivencia) a través del aprovechamiento de este terror a lo desconocido o a la muerte. Linden nos indica que este fenómeno de la religión es prácticamente universal, y siempre hace referencia a un "más allá". A una explicación de los fenómenos,mágica en muchos casos, pero una explicación. El concepto de "las cosas pasan porque sí" no le gusta especialmente al cerebro, y si tiene a quien echar la culpa (dioses, espiritus...) también encuentra formas de tratar de influir sobre ellos (rituales, sacrificios...). Con esto llego a un primer punto de esta exposición sobre el terror y el miedo en el cerebro. Se tiene miedo de aquello que no se conoce y que no se puede controlar. Supongo que eso explica porque la mayoría de la comunidad religiosa son personas mayores, ya que son aquellos que van viendo más cercano ese final de su vida. (Es evidente que habrá mil explicaciones más extensas al fenómeno religoso, pero a mi me parece bastante plausible por como funciona el cerebro).

Los sacrificios y otras ceremonias trataban de controlar lo desconocido. A veces las ideas que surgían para controlar a los dioses daban más terror que  lo que el propio Dios podía hacer.

Pero claro, hay diferencias individuales. No todos tenemos el mismo miedo a lo desconocido. No todos tenemos el mismo cerebro (reparta usted la genética y ambientalidad en los porcentajes que desee para esta diferencia, no es mi objetivo aqui). ¿Hasta que punto influye esto en la persona?. Pues, según algunos estudios, hasta el punto de influir en nuestras preferencias políticas. Si, puede ser que ya haya hablado de esto.

El terror a lo desconocido


Amodio, Jost, Master y Yee (2007) indicaron a través del estudio con potenciales evocados que las personas que se autodenominaban como grandes liberales (de izquierdas en parámetros de nuestro país) presentaban una mayor activación del área cingulada anterior respecto a los autodenominados como grandes conservadores, en una tarea de toma de decisiones, lo cual parece relacionarse con que los primeros son capaces de tener en cuenta la información más novedosa para modificar sus decisiones. ¿Me he desviado del tema?. No, la idea es añadir otro estudio más reciente en el cual se muestra un mayor tamaño de la Amigdala derecha en las personas autodenominadas como conservadores (Kanai, Feilden, Firth & Ress, 2011) y menor en la corteza cingulada. Es decir, son personas menos "frontales" para la resolución de conflictos y más emocionales... así que piden a gritos una estructuración clara de las normas (es por eso que son conservadores). No trato aquí de decir que una u otra opción política sea superior, solo que la investigación parece apuntar que el cerebro funciona de forma diferente, y de nuevo el miedo a los desconocido (a cambiar lo existente, guste más o menos) tiene mucho peso en una de ellas (pudiera explicar esto los resultados de las últimas elecciones generales en España, quien sabe...).

Tengo que decir que los estudios que hablan de diferencias en el cerebro de la gente de izquierdas y derechas se usan como armas... yo creo que son simplemente formas diferentes de ver el mundo y querer organizarlo.

En esta idea hay otro detalle implícito que cobra interés. Parece que aquello que viola nuestras expectativas (por ejemplo, la expectativa de estabilidad) puede provocar miedo.  Y esto me lleva a dos fenónemos que comenté en post anteriores: El delirio de Capgras y el valle de lo inquietante.

Viola mi expectativa

Cuando explicaba la idea del valle de lo inquietante en el post de la foca Nuka, alguna persona me indicaba que no se terminaba de entender. Eso obliga a pensar un poco. Vuelvo a explicarlo. Mori (1970) cayó en la cuenta de que daba bastante más miedo un robot que se pareciera a un ser humano al 90% que uno que se pareciera al 10% (por poner un ejemplo). Aun cuando la lógica dicta que debería de ser el robot menos humano el que diera miedo, resulta que no era el caso. Evidentemente, un robot al 100% igual que una persona no daría miedo (es igual). ¿A que se debe?. Pues a que el Robot que es al 90% parecido a un ser humano nos crea una expectiva de "es humano" y esa se rompe cuando nos fijamos lo suficiente. Y no hay nada que le guste menos al cerebro que una expectativa. De hecho le genera bastante miedo, y ganas de salir corriendo "por si acaso".

A ver si se entiende mejor ahora. Polas express y los robtos que se parecen mucho pero no del todo dan mucho más miedo que un Simpson. Y son amarillos y tienen 4 dedos...

Este ejemplo es aún más claro cuando el robot en cuestión se mueve. Un movimiento no humano no asusta, pero uno muy parecido al de un ser humano sin llegar a ser igual da muchísimo miedo. En el movimiento es aún más evidente que ese robot no es humano y ojo, que se nos puede acercar.  ¿Por que se llamá valle inquietante?. Básicamente porque lo lógico sería que cuanto más se pareciera un robot al ser humano, más nos debería gustar (línea ascendente) pero en el punto en el que es muy parecido esta línea cae hasta formar una "U" que el señor Mori llama Valle. No tiene más misterio. ¿O sí?.


La cuestión sería hasta que punto de perceptibles son estas diferencias o no entre lo real o no. En el delirio de Capgras, la persona afectada tiene auténtico pánico de las personas de su entorno familiar, a las que considera impostoras. Por más que uno se afana en explicarles que son sus familiares, hay algo que no le concuerda y termina por huir de ellas. El Dr. Ramachandan en varias ocasiones explica que hay una desconexión de la amígdala a la hora de recuperar la información de la persona que tiene delante, por lo que la información que se tiene no es del todo completa (tiene su cara, huele igual, tiene sus ojos... pero no siento que sea ella, no me despierta lo mismo que ella debería) y claro, tenemos un ejemplo parecido al caso anterior. Es al 90% la persona pero me falta algo, y eso hace que explote el miedo en mi. ¿Será un mecanismo de defensa ante el engaño?. No lo se, pero de nuevo tenemos el hecho de que una expectativa provoca un miedo exagerado. Y ello me lleva a hablar de como el cine se aprovecha de ello para provocarnos terror.

Y el cerebro además de asustarse, busca una explicación. Es su naturaleza, explicarlo todo. Otra cosa es la calidad de la explicación, claro.


Neuro-efectos especiales

Lo desconocido nos da miedo. Lo que viola la expectativa más todavía. Y es así como el cine ahonda en los conocimientos neurocientíficos para provocarnos el máximo terror en las películas de miedo. Ejemplos hay unos pocos. Por ejemplo, el giro fusiforme se encarga de reconocer las caras (un defecto en este nos lleva a la prosopagnosia). Su función es vital para la supervivencia, ya que nos permite renocer la actitud de quien viene y, ojo, si la cara que viene es humana o no. Por eso, cierta escena de "the ring", cuando encuentran a la chica en el armario, que dura milisegundas provoca un pavor horroroso. El fusiforme no necesita más tiempo para decirle a la amígdala "esto no es normal" y que ella diga "corre".

Esta escena es horrible. Siempre que me hablan de esta película, lo que recuerdo es esta escena. Milisegundos. Pero directos a la amígdala.


Peor aún son los casos de movimiento como dije antes. No hay nada más aterrador para el cerebro que tratar de predecir el movimiento de una persona y encontrarse con que hace cosas totalmente aleatorias. En este sentido, si atendemos a nuestra forma de ver, el cerebro da una continuidad a una serie de movimientos sacádicos que hacen los ojos, para que no haya saltos en nuestra percepción del mundo (interpreta y monta la película, vaya), recurriendo en muchos casos a la predicción. Pero claro, predecir el movimiento de la chica del pozo de "the ring" o de la magnifica Kayako de la maldición resulta imposible... y desde luego, planificar la huida, más todavía.

Pues eso, Kayako siempre estará en mis sueños. Esos movimientos, que en una discoteca se podrían considerar cercarnos al Twerking, en una película de terror te dejan desarmados.

Otra forma de hacer pupa al cerebro es utilizar niños. Los niños, desprotegidos por naturaleza y que requieren de nuestra atención, están fisiológicamente hechos para despertarnos amor y cariño, de cara a su protección casi por encima de nuestra propia vida. Por eso cuando el cerebro se confía ante un niño y pasan cosas como con la imagen de abajo... la amígdala vuelve a pedir que corramos y a acordarse de que hacer un poco de cardio en el gimnasio de vez en cuando no vendría mal.

El niño de la maldición... o como se oía en el cine decir "joder, otra vez el puto niño". Extiéndase este terror a la criaturita terrorífica por excelencia, la niña del exorcista.

Por último, no quiero olvidarme de lo referente a las bandas sonoras. La música que acompaña a estas películas suele ser estridente y suele ser también poco dada a seguir un ritmo habitual para crear más desasosiego si cabe. El mayor ejemplo, la música de psicosis. No hay música más horrible.

Disfrutad de tan horrible tema para la corteza auditiva...


Evidentemente, no hay que olvidar que las películas juegan con la empatía y las neuronas espejos (cuanto más parecido es el personaje a mi, peor), nuevamente con la expectativa de saber que al protagonista le va a pasar algo y no se lo podemos comunicar (de hecho, a veces le hablamos a la pantalla) y muchas otras cosas que crean un clima aterrador. Pero como no soy dado a cerrar los post con malas sensaciones (no, no, que va), también os digo que otros autores, como Scott Weems en su libro "Ja!" dicen que la ruptura de expectativa es la base de humor. Sino basta como mirar abajo.

No todo iba a ser terror XD


Sea como sea, hay mecanismos muy inconscientes del cerebro que juegan un papel tremendo en la toma de decisiones, y que se amparan en emociones como el miedo, por la ruptura de esa expectativa. ¿No os pasa a veces que sentís miedo y no sabéis por qué?. Tal vez un proceso interno os esté avisando de algo. Quien sabe.

PD: De la colección "post para no dormir".


No hay comentarios: