jueves, 21 de septiembre de 2017

¿Y si me liberas de mi? (Yo, yo mismo y mi cerebro)

Julian Baggini, Filosofo y doctor por la Universidad de Londres, ha estudiado durante muchos años la personalidad. Casi todos los que hemos estudiado psicología de la personalidad, conocemos la teoría de los Big Five. Esas 5 grades dimensiones para tratar de encuadrar nuestra personalidad. ¿Recordáis cuando comentaba que el cerebro trata de crear patrones para poder clasificar el mundo?. Es una forma de facilitar (y automatizar) la toma de decisiones. Si puedo prever lo que va a ocurrir, me será más fácil actuar (prejuicios, supongo). Y también se hace eso con nosotros mismos. Tratamos de poder definirnos, con un cierto grado de estabilidad. Y aún así, dudamos de como somos. 

Pero Julian Baggini, estudioso de este tema, plantea una pregunta, cuanto menos inquietante. ¿Soy realmente yo?. Hay muchos indicios que hacen pensar que realmente el uno "mismo", es una construcción, bastante resistente a la información de exterior. Hay muchos indicios que indican que cuando tomamos una decisión, realmente le damos un sentido a una decisión que ya está tomada de antemano. No por un ser externo, evidentemente, sino por nuestro propio cerebro. Hay unos cuantos datos que habría que tratar de tener en cuenta cuando pensamos en nuestra toma de decisiones. Y nuestras decisiones son en cierto modo lo que configura nuestra personalidad, y lo que pensamos de nosotros mismos. Y es raro que queramos pensar mal de nosotros mismos. Bien, vamos a analizar quienes somos.

Soy realmente yo... 

Nunca podremos cruzar dos veces el mismo río. Pues ni el río ni el hombre que lo cruzan serán iguales. Como burda traducción, esto es lo que planteaba Heráclito en la antigua Grecia. Pese a eso, el río sigue siendo un río, y el hombre sigue siendo un hombre. 

Karl Konread Koreander, librero que le da la "historia interminable" a Bastían, en la obra de Michael Ende, dice cuando le entrega la segunda vez esta obra, ante la atónita mirada del protagonista una frase curiosa "¿Nunca has probado a leer dos veces el mismo libro? Los libros cambian". Lejos de ser una frase para hilar una segunda película, lo cierto es que cuando yo leí el error de descartes de Antonio Damasio el libro no era exactamente igual que cuando lo leí varios años después por segunda vez. ¿Había cambiado le libro o había cambiado yo?.

La historia interminable. Aunque podría ser el título de un libro sobre  la acreditación en neuropsicología (este chiste puede valer pa 30 años, por eso lo pongo), la verdad que nuestro cerebro no está muy preparado para entender cosas que no tienen un principio y un fin.

Lo cierto es que tratamos de darle una estabilidad a nuestro yo. Buscamos una esencia, y de hecho, queremos definirla y comprobar que es así (¿Cuantos test hemos hecho por Facebook para ver cómo somos? ¿Necesitamos que nos lo digan?). Pero realmente, esa estabilidad es un poco una ilusión. Y no nos gusta desmontarla. El cerebro no es muy amante de las cosas que le contradicen algo que ya está asentado. De hecho, le suelen provocar pánico. Y un poco eso es lo que comenta Baggini en está charla TED. Su idea es que pensamos que tenemos una esencia inamovible, y que de hecho, somos como somos y es lo que hay. Sin embargo, de forma relativamente inspiradora termina su charla diciendo que tal vez no tengamos que descubrir nuestro propio yo, sino crearlo. Pero para eso hay que mirar, claro está. Si el yo (llamadme miope corticoncentrista) está en el cerebro... ¿el cerebro no cambia con cada experiencia que tenemos?. (os dejo el silogismo a vosotros...). Vale, vamos a criticar esa supuesta esencia que tenemos todos.

Yo soy yo... y mi circunstancia

Citando al gran Ortega y Gasset, realmente la personalidad no depende solo de uno mismo. Brian Little, otro estudioso de la personalidad, comenta que existe la teoría de los rasgos (y rasgo suena muy Hard, muy estructural), pero que tal vez no solo seamos eso.

Podemos ser tal vez personas introvertidas, con comportamientos introvertidos y cumpliendo todos esos baremos, pero la situación puede hacer que en ocasiones seamos justamente lo contrario. En su teoría del rasgo libre, y enfocándolo en su persona, el Dr. Little nos indica que a veces, la motivación puede hacer que salgamos de ese redil estructural que consideramos personalidad para ser diferentes. Él, extremadamente introvertido, se vuelve extrovertido cuando tiene que enseñar a sus alumnos, porque es así como logra su objetivo. Pensad en ese típico extrovertido que de repente se enamora locamente y se queda sin palabras y se vuelve totalmente tímido ante esa persona que le atrae...Buscar esencia y cimientos en una estructura dinámica como el cerebro puede ser más una ilusión de paz para uno mismo que una realidad. Pero por favor, no le digamos a nuestro cerebro que no hay nada estable. Se volvería loco buscando estabilidad o... eliminaría lo que la amenaza, ¿no?.

Aspiro a dar algún día un seminario como la charla TED de este hombre. Científico, pero desternillante. Y no, que nadie me proponga hacer monólogos de ciencia, que yo no tengo gracia alguna (es mi cerebro).

Desde dos hemisferios.

Gazzaniga es posiblemente uno de los mayores expertos en estudiar las diferencias entre los dos hemisferios. Dos hemisferios que tienen cierta especialización a la hora de procesar ciertas informaciones (eso lo obtenemos principalmente de los diferentes daños que puedan afectar a uno o a otro). Pero conectados y acompasados. Sincronizados. 

Si bien, la expresión cuerpo calloso se ha empleado en discotecas por alumnos de primero de psicología para referirse a personas que no destacan por su atractivo físico, su importancia en el funcionamiento del cerebro es fundamental al integrar la información de ambos hemisferios. (le dice el hemisferio derecho al hemisferio izquierdo "tío, no me cuentes historias...").

Pero lo realmente curioso de los estudios de Gazzaniga es como llega a la conclusión de que cada hemisferio tiene una personalidad diferente. Como se comunica con cada uno de ellos en una serie de experimentos, e incluso llega a esa idea de que pueden coexistir pensamientos muy diferentes dentro de cada uno, pero el tirano hemisferio izquierdo, el contador de historia (el del lenguaje) decide como va a explicar todo y que es lo que si y lo que va a tener en cuenta. Pero, si tenemos una esencia...¿cómo puede ser que tengamos dos personalidades diferentes (hemisféricamente hablando) dentro del cerebro?... Eso contradice la idea de una esencia irreducitble en cada uno de nosotros. Bueno, pues hay quien dice que hay hasta más opiniones dentro de nosotros.

La lucha de contrarios

No puedo poner autor a esta frase, así que si alguien me lo puede decir en los comentarios, se lo agradezco. Reza así: Darwin nos liberó de Dios (teoría de la evolución) y Freud de nosotros mismos. Freud no es santo de mi devoción, pero si es verdad que habló del concepto inconsciente como causa de la mayoría de nuestras frustraciones. 

Y es cierto que gran parte del procesamiento de información que hacemos es inconsciente, fuera de nuestro foco atencional. Podría poner cientos de ejemplos documentados de como de manera inconsciente se nos "cuelan" informaciones que luego van a tener su peso en nuestras decisiones conscientes (con explicadas desde la consciencia). Como mucha gente que lee esto estuvo en el módulo de Javier Tirapu del máster de Itaca Formación, voy a tratar de no repetir sus ejemplos. ¿Sabéis que es más probable que se emparejen personas cuyo nombre empieza por la misma letra?. John Jones encontró que estadísticamente es más probable que sea así. ¿Sabéis como trabajan los sexadores de pollos y como diferencian un sexo de otro en apenas segundos?. Ni ellos parecen poder contarlo, de una forma totalmente procedimental logran captar la diferencia, pero no son capaces de enseñarlo. Se aprende con un entrenamiento extremadamente largo al lado de otra persona que ya es experta. No, no me he vuelto loco, son los ejemplos que pone David Eaglemann en el libro "incognito: las vidas secretas del cerebro" para definir lo que llama "cosquilleo del cerebro bajo la superficie de la conciencia". 

¿Qué os digo de Oliver Sacks?. Ah si, 10 años más de su obra, hubieran sido miles de personas más estimuladas para querer conocer como funciona el cerebro. Uno de sus libros se llamaba "despertares". No tiene nada que ver con como ha despertado el deseo de conocer el cerebro de tantas generaciones. Pero podría.

Concretamente, Oliver Sack, en el libro "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero", nos habla de un caso de hiperosmia. Una persona que tras un ictus, comienza a percibir una cantidad exagerada de olores, casi uno para cada persona, para cada objeto de manera directa. En realidad, lo he escrito mal, no es percibir, es ser consciente de lo que percibe, pues nuestro olfato puede percibir un billón de olores. Supongo que cuando Javier Tirapu dijo que el olfato no pasaba por el tálamo podría estarse refiriendo a algo así. Percibimos mucho más que otros sentidos. Pero somos conscientes de mucho menos. ¿Alguien cree que estas percepciones inconscientes no tienen su pequeño peso en nuestras decisiones?.

Como decía Eaglemann en su libro, nuestra decisión final, la que consideramos nuestra, es la que proviene de muchos sistemas que, aportando diferentes informaciones, muchas de ellas inconscientes, se enfrentan entre ellos. Una pugna que finalmente gana uno de esos sistemas (o varios, a tanto no llega el autor) y que, nuestra parte más consciente y racional nos explica y nos hace como nuestra. ¿Nunca habéis conocido a alguien y al segundo habéis pensado que no os iba a caer bien?. Mmmm... entonces... ¿no decido yo?... o ¿todo eso soy yo?.

La fabulación (o la ley de cierre cognitiva...¿no?)

Dame una figura sin acabar, y mi cerebro le dará forma. Dadme una historia sin acabar... (os dejo de nuevo este silogismo para vosotros). El cerebro cuenta historias. Y el yo se puede ver como una historia, entiendo. Y cuando esa historia no cuadra, se modifica para que cuadre. Otra tanda de ejemplos.

La ley de cierre nos muestra que elementos independientes sueltos colocados de la forma adecuada se perciben como un todo por parte de nuestro cerebro dando formas que realmente no existen. En este caso podéis percibir perfectamente a Brad Pitt, pese a haber cortado la imagen magistralmente con photoshop. (¿Qué os esperabais? ¿La imagen del triangulito que pone todo dios?).

En concreto en el síndrome de Korsakoff, en el cual encontramos un problema importante de amnesia anterógrada, es decir, no que no podemos introducir nuevos recuerdos en nuestra historia, encontramos pacientes que tratan de darle forma a la realidad que viven sin ellos. Y para ello buscan explicaciones que hagan que les cuadren. No es intencional. No se lo quieren inventar, solo necesitan que cuadre. De nuevo vuelvo a Oliver Sacks y algunos ejemplos que pone en su amplia literatura (culpable de que mi cerebro sea como es, también), en la que este tipo de pacientes, inventan historias (se narran a si mismos) para que todo encaje. 

En el caso de los pacientes con alzheimer, cuando encontramos que un paciente con esta dificultad para añadir nueva información (o que ha perdido los últimos 20 años), vemos situaciones un tanto extrañas, como el hecho de que se confunda a una hija con una hermana. Mi idea, simplemente, si no han pasado esos 20 años (para mi cerebro), y no he tenido hijos en mis recuerdos, pero aparece una persona que despierta ciertas sensaciones hacia mi de familiaridad (recordemos que las estructuras emocionales son mucho más resistentes a la degeneración), la única explicación posible es que esa persona sea alguien de mi familia de hace 20 años, es decir, mi hermana. El cerebro, (nos) cuenta historias, y lo hace con la información que tenemos (hayamos perdido o no).

Estas ideas, sobre la falta de una esencia estructural de personalidad real (Baginni), la existencia de rasgos libres (Little), la cantidad de información inconsciente que participa en la toma de decisiones (Eaglemann) y la necesidad de darle forma a aquello con lo que contamos (Sacks), me lleva a una pequeña y curiosa conclusión: Somos libres de nosotros mismos. Pero no somos libres de nuestro cerebro. Y lo más interesante de esto: Nuestro cerebro puede modificarse (ojo, no es fácil). A lo mejor esto habría que decírselo a más de un paciente que, por daño cerebral, ha perdido el control sobre ciertas acciones y es consciente de ello. Le liberaría del mantra de "soy mala persona y tengo la culpa de todo" y le daría un camino diferente que sería "mi cerebro actúa de esta forma y tengo que enseñarle que esa no es la forma correcta". En un camino no hay nada que hacer, y en el otro, un yo completo que construir...

PD: Los que trabajamos con daño cerebral debemos transmitir al paciente y a la familia que en muchos casos no hay una intencionalidad manifiesta en sus conductas ("no se centra porque no quiere", "no habla porque no quiere"). Pero explicar que a veces no somos dueños de nosotros mismos es difícil, claro está.

PD2: Un ejercicio mental. El universo empezó con el Big Bang. Antes de eso, había un vacio eterno. Pensad en ese vacío eterno. ¿Que sentís?. Es imposible de concebir, ¿verdad?. Nuestro cerebro vive con parámetros de tiempo, todo tiene un inicio y un final. En mi humilde opinión hay muchas cosas que no podemos concebir. Como tal vez, no ser dueños de nosotros mismos a veces.

PD3: Eaglemann utiliza toda esta idea para plantear una polémica idea. Más que un encarcelamiento de 20 años, con una liberación posterior, pensando que el castigo vale para modificar la conducta, la idea sería calibrar esos sistemas que toman decisiones, para que sean los adecuados los que llevan la conducta de la persona que ha cometido un delito. Es decir, rehabilitarle cognitivamente. Es su idea, no mía.

PD4: He evitado la idea de la disonancia cognitiva. Pero ya sabemos que, cuando se trata de borrar cosas que se cargan nuestra historia, el cerebro es bastante bueno. No hay que ser frontal para ello (aunque lo hagan con absolutamente todo lo que les lleve la contraria). Solo basta con ser humano.

PD5: Si os dais cuenta, he basado la conclusión de cuatro o cinco informadores. Dentro de X años leeré esto y me diré  "¿cómo pudiste escribir semejante sandez?". El texto seguirá siendo el mismo, pero yo (mi cerebro) será diferente. Espero que con más información, claro está, que añadir para desmontar esto o afianzarlo. 

PD6: ¿Alguien realmente ha visto a Brad Pitt?. Eso pasa de fabulación a sugestión nivel dios.



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