sábado, 7 de octubre de 2017

Neuro-belleza

- Hay algo que no entiendo - le dije a mi compañera, casi sin venir a cuento, cortando, como suelo hacer, una conversación y cambiando de tema de manera radical. Cosas de que mi cabeza vaya a la velocidad que va.
- ¿El qué? - me preguntó ella abriendo de manera expresiva los ojos, obviando el corte de tema.

- No se, tengo unos ojos bonitos, unos labios bonitos, una nariz bonita... pero no soy el prototipo de diríamos "guapo" - le dije con la misma sinceridad con la que un niño de 5 años hablaría en el patio de un colegio, sin pensar en si lo que decía era ofensivo o no para uno mismo. Ella se quedó pensativa. Seguí dándole vueltas al tema.

- No se, es como si, aunque todas las partes fueran bonitas, la suma no lo fuera... como que algo falla - Y ella rompió a reír. Era evidente que siempre se hablaba de esa idea de que "el todo, es más que la suma de sus partes" y yo acababa de decir justamente lo contrario. Sumando las partes, teníamos menos.

 Tras varias bromas haciendo referencia a como uno podía colocar elementos preciosos en un Mr. Potato y ese siempre sería feo... me quedó una cuestión que durante tiempo me ha dado vueltas a la cabeza. ¿Qué hace que algo sea bello?. Claro, siendo este blog, ya anticiparéis que voy a tratar de responder más bien a esta pregunta ¿Qué le parece bello al cerebro? y sobretodo ¿Por qué le parece bello?.

Pues si, boca perfecta, orejas simétricas, ojos bonitos... pero nada, lo pones y de ahí no sale belleza. O no la que evolutivamente creemos que debe ser. 

Lo que no sabía que me iba a gustar

Supongo que a todos nos pasa. De repente, una persona aparece y nos gusta. No queda muy claro el motivo, ni porque esa persona es especial o diferente a las demás, pero pasa. El mito del que se habla es que esa atracción aparece tras pocas décimas de segundo al conocer a esa persona. No es novedad que hable de nuevo de toda la maquinaria inconsciente que hay debajo de esa "decisión" de que alguien o algo nos gusta. La idea es que estamos expuestos a una gran cantidad de informaciones que captan nuestros sentidos, pero no todas se hacen conscientes. Aportan su granito de arena a la "decisión", pero a duras penas podemos saber cuanto y de que manera lo aportan. Simplemente, se decide, o se siente, o lo que sea.

Amor a primera vista. Esa idea de que hay gente que te atrae en casi décimas de segundo porque reúne una serie de características predefinidas que a veces uno no es capaz de verbalizar o ser consciente de que son esas y no otras.

En este sentido, similar a como decía en el caso anterior a la hora de como el cerebro jugaba una partida inconsciente para definir la propia personalidad, esto mismo parece ocurrir a la hora decidir eso que llamamos belleza. Y hay muchos ejemplos interesantes que podemos leer. De manera implícita, tendemos a considerarnos buenos, y por extensión, las cosas que se parecen a nosotros, nos gustan. Es lo que David Eaglemann define como "egocentrismo implícito" y que ilustra con una estadística curiosa: De manera que no puede explicarse por azar, ya que ocurre con mucha frecuencia, las personas que se casan suelen tener la misma inicial en sus nombres (Ana y Antonio, Maria y Manuel...). 

Al margen de esto, que no puede ser una curiosidad, hay otros detalles de ese procesamiento implicito de la belleza que nos pueden parecer curiosos. Se realizó un estudio en su día presentando fotos de mujeres a diferentes hombres para que las calificaran en función de su belleza. Lo que no sabían los sujetos es que la mitad de las fotos eran de mujeres con las pupilas dilatadas  y la otra mitad con ellas en un estado normal. Curiosamente, se tendía a puntuar como más bellas a las de pupilas dilatadas. Tal vez por ese detalle de que en el éxtasis sexual hay una dilatación de las pupilas. Pero de nuevo, un dato estadístico. O el famoso ejemplo de las bailarinas de un show que, casualmente, recibían más dinero de media de los clientes los días que estaban ovulando (en su periodo fértil) que los días que no. Otra estadística... o una percepción inconsciente que guía la conducta, quien sabe..

Tal vez sean detalles como los que comenta Ramachandran cuando dice que las mujeres rubias y de piel blanca, atraen más que las morenas y de piel oscura, porque al margen de su fertilidad, resulta más fácil detectar que una persona está enferma cuando tiene la piel clara que cuando la tiene oscura. Es evidente que alguien enfermo puede tener menos tiempo de vida y por tanto, menos tiempo para reproducirse. Todo parece indicar, de nuevo como dice Eaglemman, que la conciencia "no está invitada la fiesta", incluso que a veces estorba. Los que jugamos a videojuegos lo sabemos también cuando nos ponemos a pensar en otra cosa mientras jugamos  y de manera automática hacemos una partida perfecta hasta que volvemos y decimos "joder, que bien voy" y justo en ese momento, todo se tuerce.

Hay mucho de procesamiento implícito en decidir cuando alguien nos gusta. Y se dice que eso responde a patrones culturales. Basta con ver a las Tres Gracias de Rubens y a las modelos de Victoria Secret. Nada que ver unas con otras, ideales de belleza en su momento... Pero ¿seguro que es cultural nada más?.

Está clara la diferencia que hay de unas época a otras en lo que se considera como bello o estereotipo de belleza (que no todos tenemos que coincidir). Pero la pregunta va más allá, ¿Hay algo  más que la cutlura en como atribuimos esa belleza?.  (PD: también es una excusa para meter carne en el post, concretamente en la foto de la izquierda, que en la derecha hay poca).


Una inquietante, y simétrica, cara preciosa.

No se trata ya de decir que es algo inconsciente, sino de pensar más bien que cosas captamos inconscientemente que nos hacen sentirnos atraídos. Al margen de las copas que uno pueda llevar encima una noche cualquiera, que relajan bastante los criterios de decisión (dicho en el argot común "le entras a todo lo que se mueve"). Lo cierto es que resulta interesante pararse a pensar que criterios son los que hacen que alguien sea bello para nuestro cerebro.

Y para ello, puede resultar interesante hacer algo de ingeniería inversa, es decir, más que fijarnos en lo que nos gusta ahora mismo y analizar, fijarnos en como eso ha llegado a ser lo que nos gusta. Anjan Chatterjee en una interesante charla TED nos comenta tres posibles rasgos por los cuales alguien puede resultar bello. Y aquí hay que hablar de algunos personajes interesantes.

El primero de esos personajes es Sir Francis Galton. Galton era primo ni más ni menos que de Charles Darwin (me hubiera encantado de ir a una cena de navidad de su familia), y una de esas personas que se podían calificar como polímatas. Era bastante amante de la estadística y fundó un laboratorio antropométrico en el que tomo muchas medidas de muchas personas para establecer los parámetros del ser humano, no en vano, fue uno de los pioneros en utilizar los términos "media" y "correlación" que tanto odian los alumnos de TFM. Y entre sus ideas, pasó la de encontrar el rostro prototípico del asesino (mucho más adelante se habló de la trisomía XXY. Siempre nuestro cerebro querrá establecer patrones). Pero cuando empezó a superponer caras de asesinos convictos, el resultado fue inquietante. Salió un rostro muy bello (no se si tanto como el de Dorian Gray). Y eso Anjan Chatterjee lo interpreta como uno de los primeros detalles que hacen a alguien bello: La tendencia a la media. La idea de que esos rasgos medios son los que se han seleccionado durante la evolución como bellos, más se han podido reproducir y por tanto, perpetuar en la especie. Por tanto, la tendencia a la media, es belleza.

Ejemplo de rostros que Galton superponía, y que resultaba ser mucho más bello (o menos feo) que los originales por separado (Extraído de aquí)


El segundo de esos personajes es Maksymilian Faktorowicz. ¿ No os suena?. Estoy seguro de que si en cuanto terminéis este párrafo. Este empresario e inventor Polaco nacido a finales del sigo XIX inventó un maravilloso casco para medir la simetría del rostro. Con este casco, detectaba diferentes asimetrías en las caras y vendía remedios para solucionarlas. ¿Por qué motivo?. Pues porque la asimetría era considerada como un defecto, como algo no bello. Y esa es la idea, de hecho, muchas enfermedades son fácilmente detectables por generar una asimetria en el rostro u otras partes del cuerpo. Y, como os decía este señor os suena, porque sus remedios para reducir la asimetría desembocaron en una marca bien conocida: Max(imilian) Factor(owicz), de maquillaje. Por tanto, la simetría sería belleza.

Y ahí tenéis el casco con el que Max Factor empezó a detectar las necesidades de corrección de un rosto para hacerlo más bonito. Es decir, si en esa época hubiera habido Corte Inglés, las maquilladoras os huiberan puesto un casco así y os hubieran dicho "échate este colorete" o un "te hace falta una sombra de ojos".


El tercer punto que nos comenta Anjan es el tema hormonal y físico. Por ejemplo, en el caso de las mujeres, tener rasgos de juventud (fertilidad), pero no demasiada para ya poder concebir, resultan atractivos a los hombres. Es decir, una cara con ojos grandes y labios carnosos (juventud) pero con pómulos marcados (adultez) resulta muy atractiva. Por otro lado, la testosterona provoca rasgos masculinos atractivos, como una mandíbula prominente y cuadrara (a lo que añado, que "animalmente" una mandíbula así sería signo de un mordisco más potente). Más testosterona y progesterona, más belleza. Pero como decía, estamos analizando todo desde una perspectiva de la ingeniería inversa. No se trata solo de que inconscientemente ciertos atributos planteen ventajas, sino que también adaptativos para la especie.

"Yo estaba enamorada de ella, pero ella prefirió a un Norteño con la mandíbula cuadrada". Lo siento meñique, no se puede luchar contra la percepción inconsciente de la belleza.

Un Pavo real, un homo erectus y unos ganglios basales

El Pavo Real es un bicho bastante raro, o al menos, eso le pareció a Darwin. Esa cola, que tan magníficamente luce y que sirve para atraer a las hembras, no es precisamente de lo más adaptativa. Y es un ejemplo que se cita de manera frecuente cuando se quiere hacer ver que no todo es selección natural (tengo una característica que me facilita la supervivencia), sino también que hay una selección sexual. 

Cuando un atributo facilita la reproducción, este tiende a perpetuarse y, conforme pasan generaciones, termina por convertirse en la media y no en algo atípico, y como decíamos, la tendencia a la media puede ser considerada como belleza. Así que en cierto modo, lo que hoy se considera como bello, no es tanto lo que nosotros queremos que sea, sino más bien, algo que decidieron nuestros antepasados cuando actuaban buscando la perpetuación de la especie. Sino, podemos verlo de esta forma:

"la experiencia de la belleza es una de las formas que la evolución tiene para despertar y sostener el interés y la fascinación con el fin de alentarnos a tomar decisiones más adaptadas a la supervivencia"

Así, al menos lo define el filósofo Dennis Dutton. Y este tipo de ideas llevan a pensar que tal vez el que alguien o algo sea bello, no es solo un detalle curioso, sino una potente herramienta que ha llevado a nuestra especie a ser como es. Y en realidad, podemos pararnos a pensar un poco qué ocurre exactamente dentro del cerebro cuando vemos algo bello.

La cola del pavo real llama la atención de las hembras... pero también de los predadores, y hasta de la guardia civil si se despista. Es decir, no es precisamente que le permita evitar a los enemigos, pero es una característica que promueve que se reproduzca más, de ahí que se mantenga.


En este sentido, nuevamente Anjan Chatterjee nos comenta algunas estructuras cerebrales que participan en la decisión de lo que es bello o no, pero concretamente nos habla de como las áreas visuales se conectan con los centros del placer, para que estos se activen en cuando algo que se percibe como bello o atractivo los active. Incluso cuando no se está pendiente de ello, o analizando eso, simplemente de manera automática, ocurre, lo que es bello, nos da automáticamente placer, o más bien, nuestro cerebro nos indica que su cercanía y visión son placenteros. 


O sea que detrás de un "moza!, qué rica" emitido por un obrero, hay ciertos de años de evolución a nivel cerebral que le han indicado al señor en cuestión que esa hembra resulta adecuada para reproducirse y perpetuar la especie.

.Pero claro, aquí viene el problema. El mundo ha cambiado mucho y no tenemos esa presión por reproducirnos como especie, ya que hemos controlado el entorno, por lo que estos mecanismos ya no están tan adaptados al entorno como deberían y provocan reacciones que no son necesarias o no terminan de encajar. La primera, y que tal vez todos estamos hartos de oír, es lo bien que le va la vida a los guapos. Claro, si alguien atractivo se me pasa por el camino, activa mis centro del placer sin que yo me de cuenta, y eso se asocia automáticamente a que es algo bueno. Algo que hay que tratar bien. Y de ahí esa idea de que los guapos, son más simpáticos, más graciosos, más todo. Nuestro cerebro los mira sin escuchar lo que están diciendo, solo pensando "Tócame los ganglios basales otra vez, Sam". 

Por contra, precisamente, lo opuesto es precisamente esos rostros asimétricos, poco proporcionados, que se desvían de la media... como pasa con todos y cada uno de los villanos que salen en la mayoría de las películas. Una pequeña injusticia actual, que tenía su valor reproductivo, y que llevamos impreso en nuestro funcionamiento cerebral. Al final, si uno rebusca, parece encontrar explicación al por qué de las cosas. Pero me asalta otra duda. ¿Esto ocurre solo a nivel de la búsqueda de pareja o va más allá?

Hay muchas formas de representar a los malos en el cine, pero en la mayoría de los casos, las asimetrías y rostros desfigurados ayudan bastante a añadir sensación de maldad. Están asociados.


La bella cultura

El filósofo antes nombrado, Dennis Dutton también en una charla TED, planteaba la idea de que existen ciertas cosas (cuadros, libros... ) que gustan de manera generalizada a casi todos los seres humanos. Los ejemplos que pone son la noche estrellada de Van Gogh, Hamlet... con esa idea de que esas obras recogen ciertos atributos que se pueden considerar como bellos.

Volvemos a esa idea de que el concepto belleza, es un mecanismo para provocar un placer (vía estructuras cerebrales) que nos va a orientar hacia algo que resulta evolutivamente adecuado (hembra, en mi caso, fértil). ¿Cómo ha evolucionado eso hasta el punto de relacionarse con obras de arte u otros objetos culturales?. Ahí es donde Dutton da una vuelta interesante a este asunto.

En el primer caso, nos plantea el típico caso de un paisaje que nos pueda parecer bello. Y nos describe uno que coincide con el típico cuadro que todos los abuelos tienen en casa. Ese paisaje con un rio, un ciervo, varios arboles, como el que veis aquí abajo



En este caso. nos señala la idea de que el paisaje prototípico de los cuadros, que nos gusta, es uno donde hay ciertas ventajas adaptativas para la especie implicitas. Agua, necesaria, vegetación, que indica que hay vida y que puede por tanto encontrarse comida. Árboles, en especial los más curvados, que podrían treparse en caso de que predador nos atacara. Detalles, que según indica, hacen casi universal la preferencia por ese tipo de paisaje, casi se sea del país que se sea. Estas percepciones las llevamos grabadas en nosotros mismos como especie, aunque hoy en día no sea necesario trepar a árboles para huir de predadores.

Sin embargo, eso sigue sin explicar porque se llega a extender esa idea de belleza al arte o a los objetos, en tanto en cuanto no tengan una relación directa con la supervivencia. En ese punto, Dutton nos habla de algunas de las primeras herramientas empleadas por la humanidad en sus inicios, como son las puntas de las hachas realizadas con la técnica de lascas. Dutton considera estas herramientas como las primeras reales obras de arte, en especial por un detalle, las que estaban mejor hechas, más simétricas o con una forma adecuada, mostraban una mayor habilidad por parte del que las había realizado, una mayor inteligencia. Y algo así podría desprenderse también de las pinturas en las cuevas. Una forma indirecta de mostrar que ese espécimen era más flexible para adaptarse, y que sus crías así lo serían. Ahora lo juntamos todo.

Lo bello puede no ser lo mejor

Uniendo toda esta información se puede hacer una última reflexión. En principio, si nos atenemos a esa idea de que hay cosas y personas que hacen saltar nuestros mecanismos cerebrales del placer casi de forma automática, porque estamos predispuestos a detectar ciertas características que van a facilitar nuestra supervivencia como especie, parece que la decisión de lo que nos atrae no es tan "nuestra" como debería. Pero también hay que ser consciente (y nunca mejor dicho) de que esos mecanismos ancestrales pierden utilidad cuando el medio en el que vivimos ya no es tan azaroso y amenazante como antes. Por eso mismo, aunque uno pueda sentirse atraído por una habilidad procedimental (pongamos, la de bailar por ejemplo), o por unas características físicas (mandíbulas, cuerpo definido, juventud), lo cierto es que esas habilidades tal vez no sean las que nuestra realidad demanda, sino la que nosotros como seres primitivos seguimos considerando útiles. 


Supongo que esté sería un paradigma de los atributos masculinos que tocan los ganglios basales de las mujeres. Además del tema físico, resulta tener una habilidad en el baile tremenda. ¿Por qué no se han roto todos los matrimonios de este mundo por culpa de que existan hombres así contra lo que no se puede competir?...


En este sentido, mientras que gracias a este mecanismo hemos desarrollado la capacidad de emocionarnos o sentir placer observando una obra de arte, lo cual podría provenir de forma indirecta de ese "algo bien hecho, está hecho por alguien hábil, sintamos placer para atarnos a esa persona", por otro lado, hemos creado una serie de estereotipos y atribuciones totalmente alejadas de lo que nuestra realidad demanda, y siguiendo esa máxima que muchas veces se prefiere ignorar, de que el cerebro decide por nosotros en base a mecanismos de procesamiento inconsciente. Pero, no debe tomarse esto como excusa para justificar cualquier conducta, ya que lo cierto es que tenemos ciertos mecanismos más nuevos evolutivamente para adaptar esas "tendencias de instinto" a otra realidad importante: La vida en sociedad y la vida cultural. Es decir, que, aunque hay una base de predefininción evolutiva en lo que nos atrae o no, aún podemos decir que tenemos control sobre si vamos a por ello o no apelando al lóbulo frontal. Si a uno le apetece usarlo.

Pero tampoco os preocupéis si llegáis a esa situación donde los inconscientes mecanismos os dominan. Vuestro cerebro y la maravillosa disonancia cognitiva os contaran la historia de manera que parecerá que todo era una decisión sin otra salida, eliminando lo que os contradice, y maximizando lo que os dan la razón, haciendo la vida más "bella".


PD: Que podamos ponerle palabras a nuestros actos, no significa que realmente seamos conscientes de como hemos llegado a la decisión de hacerlo.

PD2: La vida está llena de cosas bellas, pero curiosamente y citando El principito, las más bellas son invisibles a los ojos o... a nuestro foco de conciencia diría yo, porque se detectan de manera inconsciente.

PD3: Y todo empezó porque algo no cuadraba en mi cara....

No hay comentarios: