lunes, 7 de abril de 2014

Educación y cerebro

- Pues sí, en verano las moscas están en los árboles - me dijo aquella mujer que rondaba los 65 años. Era una tarde de Mayo, del año 2010. Llevábamos casi una hora de evaluación, con un protocolo enorme de pruebas, que terminabas con esta curiosa prueba del Wais, donde le preguntaba con que término englobaría dos palabras que yo le decía. En este caso eran Mosca y Árbol. ¿Cómo lo englobaríais vosotros?.

- A ver... si, las moscas están en los árboles, pero me refería a que ¿con qué término lo agruparías?... Mosca y Árbol, ¿Qué tienen en común? - le volví a preguntar. Cierto que no era lo más obvio del mundo, pero sí se podía intuir... eran seres vivos.

- Lo que te digo - Me contestó ella - que están juntas en verano, en mi pueblo los árboles siempre están llenos de moscas, cuando era pequeña.... -. Continuó. Mientras la oía iba anotando la respuesta en la hoja de registro. Reparé en los detalles sociodemográficos de la aquella mujer, en su escaso tiempo de escolarización. Y entonces me sentí más o menos como se debió sentir Alexander Luria en Uzbekistan. 

La educación formal sin el cerebro

            Como ya contaba en anteriores post, antes de meterme en el mundo de la neuropsicología, mi camino iba más orientado hacía la psicología cultural. O sea, esa idea de que los aspectos culturales que nos rodean juegan un papel crucial en como percibimos el mundo, e incluso, en el desarrollo de nuestras funciones psicológicas superiores. Todo esto fue antes del auge que experimentaron las neurociencias. Tanto en la sociedad en general, como en mi propia vida.

           En torno a 1930 no existían las neuroimágenes. Pero sí algunas mentes privilegiadas. Cuando Lev Semiovich Vigotsky comenzó a definir las funciones psicológicas superiores, y el papel crucial que la cultura tenía en su adquisición, le dio una capital importancia a la educación. Pero todo ello quedó un poco en el olvido, tanto por su prematura muerte como por detalles políticos.

Durante la vida de Vigotsky, ni existía el TAC ni existía la neuropsicología. Sin embargo entendió la función cognitiva mejor que personas que hoy tienen un TAC a mano y se llaman Neuropsicólogos. 

     Alexander Luria tambíén participó en esos estudios, y se encontró con algo tremendamente curioso junto con Vigotsky. Las personas que no habían tenido un acceso a la educación formal, rara vez recurrían a conceptos abstractos a la hora de categorizar. Utilizaban una forma de clasificación más concreta. Por ejemplo, si pedíamos que nos dijeran "de estos cuatro dibujos cual no encaja" y poníamos una sierra, un hacha, un destornillador y un leñador, su respuesta era, al menos, curiosa. 

Inténtalo tú, ¿cuál crees que sobra?.

      La respuesta más lógica sería considerar que hay 3  herramienta (destornillador, hacha y sierra) y que sobra el señor leñador. Sin embargo, la gente analfabeta de Uzbekistan consideraba que Leñador, hacha y sierra iban juntos porque "el leñador usa la sierra o el hacha dependiendo del árbol". Y no había otra forma de verlo. No llegaban a una categoría abstracta que englobase todo. Estamos ante la distinción entre pensamiento abstracto y concreto. Y bueno, que la educación era la fuente de la que surgía esa función psicología superior que era la abstracción. Sin saber muy bien a que se debía, claro.

       Me interesa detenerme en otro estudio, antes de continuar. La tesis doctoral de la Dra. Mercedes Cubero. Alguien podría pensar que estoy haciendo un ejercicio de "peloteo" (dudo que llegue a leer esto algún día, si es así ¡Hola!), pero quería detallar una cosa que en su día me llamó la atención de los resultados. Estudió a personas mayores alfabetizadas y no alfabetizadas (hasta ahí clavado a Luria, pero en vez de Uzbekistan, de Sevilla) pero también a personas mayores que entraban en la Universidad de Mayores (y era su primer contacto con la educación formal). Lo que encontró fue nuevamente ese "concretismo" en los analfabetos, pero curiosamente, que las personas que eran analfabetas pero entraban en la universidad ya de mayores comenzaban a adquirir ese "abstraccionismo". ¿Qué interés tiene esto?. Lo vamos a ver cuando a estos estudios, le añadamos el cerebro.

La educación formal con el cerebro

           Hace tiempo que he hecho varias referencias al modelo Harold (reducción de la asimetría en personas mayores). Este modelo dice que las personas mayores ante "X" tareas, activan los dos hemisferios cerebrales, mientras que los jóvenes solo activan uno de ellos. Es decir, se vuelven más simétricos (me sigo guardando el tema de la compensación para otro post más adelante). El dato a quedarse es ese. Esa es la evolución esperable en las personas mayores. Por desgracia, Luria no tenía una máquina de resonancia magnética en 1930 allá en Uzbekistan y no se puso a comprobar si la emergencia de esa función psicológica superior que era la abstracción tenía un correlato neuronal. Pero a día de hoy si se sabe que la educación conllevaba cambios en el cerebro. Y cambios en ese patrón de evolución.

Extraído del artículo del Dr. Cabeza del 2002. En algunas tareas se observa este patrón de reducción de asimetría.

             En este sentido, y relacionándolo con el modelo Harold, esta reducción de la asimetria esperable para todos, no es tan esperable si la persona ha estudiado. No se que demonios significa esto (de verdad, que lo abordo en otro post sobre compensación, palabra), pero si se, que el que recibe educación formal parece mantener un patrón de activación cerebral de mayor muy parecido al de joven. Luego, al menos, la educación puede cambiar la forma en la que se activa nuestro cerebro (digo por Hautt en 2005). No hay que ser muy listo para establecer relaciones entre los estudios de Luria y los estudios de medidas cerebrales y educación. Esta claro que si había que ser muy listo en 1930 para verlo.

               Supongo que por esto (y por mis inicios en la parte sociocultural) me hace gracia cuando algunos neuropsicólogos (muchos, pero muchos) no prestan atención a algunas ideas vigostkianas que usan en su propio día a día (¿estimulación cognitiva = zona de desarrollo próximo?), sólo por el hecho de que no se habla del cerebro en cada párrafo del libro "pensamiento y lenguaje". Solo se trataba de hacer un esfuerzo integrativo. Nada más.

                Siguiendo con esta idea, un estudio de Habeck (del grupo de Yakoov Stern) mostró otro detalle curioso en la relación entre cerebro y educación.  Ante una misma tarea, que aumenta de dificultad, las personas más educadas, tienen un menor aumento de activación cerebral de las zonas responsables que los menos educados (partiendo de la idea de que la ejecución es igual). Leéroslo dos veces y entonces hacer la siguiente pregunta: ¡¡¿Qué narices significa eso Aarón?!!.

           Vale, coged un Ferrari y un Renault 5. Ponedlos a 30 Km/H. No hay mucha diferencia, ambos pueden hacer el recorrido sin problema, no parece que vibre nada más de la cuenta. Ahora ponedlos a 100 Km/h. Ambos pueden, pero se nota que el Renault 5 está hiperactivado, temblando... y el Ferrarí sigue como si nada. A eso se refiere. Los cerebros "educados" parecen aguantar como si nada tareas que a los cerebros "no educados" les suponen un esfuerzo terrible.

             Cuestión de eficiencia.  Ambos pueden alcanzar los 120km, pero uno parece que va a explotar con el impacto de un mosquito y otro no. No podemos quedarnos solo con la ejecución observable.

               Resumiendo. El recibir educación formal parece afectar a nuestra activación cerebral y la función cognitiva asociada, tanto en el presente (de jóvenes) cómo en un futuro (cuando envejecemos). Y si ánimo de volver a hacer sangre (no, no, que va). Sin usar las palabras cerebro y activación, era lo mismo a lo que apuntaba Vigotsky y la tan "odiada" psicología cultural. Curioso.

¿Y hasta cuando estos cambios?

               La pregunta surge casi sola. ¿Sólo se benefician de estos cambios los jóvenes que han estudiado? ¿Ya no hay remedio para los mayores?. Y por eso mismo, citaba el estudio de Mercedes Cubero, que si bien no tenía una resonancia magnética, si mostraba el cambio en las funciones psicológicas superiores en personas que ya eran mayores. Ese cambio, fuera del contexto de un desarrollo (pues ya eran mayores, repito), tiene que tener un correlato cerebral. Algo tiene que cambiar en el cerebro.

                 El contacto con la educación es positivo a cualquier edad. En mi humilde opinión, en las personas jóvenes se mezcla con el desarrollo propiamente dicho del cerebro, potenciando este (existen claras correlaciones entre gente que ha estudiado y el propio tamaño del cerebro). El interés de este hallazgo se hace patente cuando analizamos el famoso estudio de las Monjas de Snowdon. Esas monjas más educadas parecen tener mejor soporte del daño cerebal. Pero me salgo de este tópico, pues también lo dejo para otro post. Conclusión uno: El haber estudiado de Joven tiene efecto hasta el día en que uno se muere (diferente activación cerebral, mejor soporte de daños derivados del envejecimeinto)


Si la sala fuera un tubo de resonancia magnética funcional enorme, veríamos como todos los cerebros de estas personas muestran unos niveles de activación seguramente más altos que viendo el "sálvame". Bueno, el señor de la esquina de la segunda fila que tiene los ojos cerrados puede estar dormido, pero su rato de socialización al entrar y salir de clase no se lo quita nadie.

                 Y como decía, ocurre también en las propias personas mayores. Para ello me vuelvo a citar en el post sobre el bilingüísmo y el alzheimer. Es evidente que es mejor haber estudiado de Joven, pero eso no quita lo positivo de entrar en un proceso de aprendizaje cuando ya se tienen ciertos años. Porque el cerebro, aunque a ritmo más lento, nunca deja de aprender y crear sinapsis (Super Size My Brain, ¿recordáis?), y simplmente, porque una de las claves que se defiende para retrasar el envejecimiento de nuestro cerebro es hacer ejercicio mental todo los días. Esa concepción de que la universidad de Mayores sólo vale para mantenerlos ocupados y que no molesten es errónea. Una universidad de Mayores sería un entorno donde entre otras muchas cosas (muchísimas, de veras) estarían fortaleciendo sus cerebros casi sin darse cuenta. Esa es la conclusión dos: Nunca es tarde para comenzar a estudiar.Al final, el cerebro te lo agradecerá. Un saludo.



           



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