viernes, 23 de mayo de 2014

Las autoinstrucciones

- Es alejarme yo, y otra vez vuelve a lo mismo - me comentaba la madre de un niño al que estaba tratando - vuelve a levantarse de la silla, mira una cosa, otra... y de nuevo se deja las preguntas sin hacer, como en lo exámenes -. Está claro que puede deberse a muchas cosas esta conducta, pero se suele ver también en los casos en los que un niño tiene dificultades para controlar su atención. Ahí suele estar la clave.
- Entonces lo que tenemos que hacer es tratar de lograr que aprenda a controlar su atención- le dije.
- Qué se esté quieto, eso es lo que necesito - me reclamó ella - y centrado en la tarea, sí - añadió.
- Sí, si el supiera controlar su atención, supiera separar lo relevante de lo irrelevante... por eso cuando está usted parece mejor, está haciendo usted de sistema atencional suplementario - le dije. Vamos, que suplía su atención y le indicaba por donde debía de ir yendo.
- ¿Y entonces que se puede hacer? - me preguntó ella.
- Usar las autoinstrucciones, crear una forma de regulación verbal para que sepa que pasos seguir ante cada tarea. Un patrón de actuación al que volver si se despista - le dije mientras iba sacando la hoja.
- ¿Qué son las autoinstrucciones? - me preguntó de nuevo. Sí, es algo que merece la pena explicar más detenidamente. Tal y como planteo en este post.

Las autoinstrucciones.
            De nuevo volvemos a Vigotsky. Es curioso tanta gente renegando de la psicología soviética y de la rama sociocultural, y tanta gente usando sus preceptos. Tal cual exponía Vigotsky, el niño pequeño iba interiorizando los aspecto de la cultura, pero principalmente, iba interiorizando los aspectos de la resolución de problemas que observaba en otros adultos. La interacción con la madre le valió para desarrollar su teoría de la zona de Desarrollo próximo (ZDP) (aquello que el niño podría realizar con la ayuda de un adulto), y de como se iba interiorizando en diferentes fases lo presenciado. Lastima no haber tenido un TAC para observar en aquella época todos los cambios sinápticos que ocurrían en el cerebro. Lo mismo algunos "grandes" (por sus bocas) neuropsicólogos le darían más interés. Es lo que tienen las imágenes con colorines.
Estas son las autoinstrucciones más prototípicas
             Ante un niño que tiene esa dificultad de controlar su atención, un método bastante usual es ir ayudándole a interiorizar una secuencia de resolución de problemas. Algo que para nosotros es automático y sobre lo que no nos paramos a pensar, pero que puede un niño con ciertos déficits de control atencional no aplica de forma correcta. Cosas básicas, como saber que tiene que hacer o simplemente, mirar la tarea. Y el patrón es el mismo que en la interiorización de la ZDP, siendo guíado por el clínico, después autogestionándose en voz alta y finalmente, interiorizado sin verbalizar. Se ve tan claro, que no entiendo neuropsicólogos renegando de la psicología cultural. No hace falta leerse todas las ideas de Meinchebaum (autor de estas autoinstrucciones) para ver la relación, pero da un papel fundamental a las ideas Vigostkianas.

              Mi objetivo es presentar los diferentes pasos y sus motivos para aplicación, ya que no se trata solo de inculcarle un orden estricto al niño de pasos, pues la automatización incorrecta, lleva a resultados incorrectos, como veremos más adelante.

1) Me paro, miro y digo lo que veo
               Esta claro que si yo me enfrento ante una tarea y no me paro a mirar lo que veo, mal me va a ir. Uno de los primeros problemas que nos vamos a encontrar con un niño con TDAH es su tendencia a la impulsividad, y por ello, a no pararse realmente a ver lo que tiene delante, o aprovechar la más mínima clave para decidir que tiene que hacer y comenzar a hacerlo. Es cuestión de no plantearse correctamente la tarea.

                 Pararle y enseñarle a que cada vez que tenga una tarea delante debe pararse a mirar es clave. Más clave aún, y esto no termina de estar recogido en las autoinstrucciones, en enseñarle a como mirar. Para ello, usar el dedo como guía en las primeras sesiones haciendo el recorrido que cualquiera haría (toda la hoja, de un lado a otro, mirando también las esquinas) nos puede ayudar a que no se deje información relevante. Que vale, que en una ficha tampoco importa tanto... y en un examen... se nota en la calificación... pero en una declaración de la renta futura puede ser mortal.

Hay que tener cuidado, porque a veces se mira sin ver.
              
                 Si mira en condiciones, entonces podrá decirnos todo lo que ve. Que los ojos de un niño con déficit de atención pasen por encima de algo no quiere decir que esa información haya sido procesada correctamente. Por ello el pedirle que nos lo verbalice. No sólo nos lo está diciendo a nosotros. Está aprendiendo a decírselo a el mismo. Por eso a veces coloco cosas irrelevantes a lo largo de la ficha, de forma que tenga que describirlas aunque luego no sean útiles. Ya estamos enseñado a como enfrentarse a una nueva información.

2 ¿Qué tengo que hacer?

                    Mirarlo todo y decirlo no nos garantiza que el niño/a vaya a hacer todo correctamente. Por desgracia, puede verlo todo, de nuevo sacar una conclusión errónea sobre que hacer y lanzarse a lo loco. Hay que enseñarle que una vez visto todo, tiene que saber que tiene que hacer antes de hacer nada. Y sobretodo, confirmarlo.

                    El qué tenemos que hacer, en el entorno escolar suele coincidir con instrucciones escritas. No es tanta tontería que le hagamos recordar cada vez que se pregunta que tiene que hacer, qué tiene que buscar la información escrita en algún lado de la ficha.

En muchos trastornos ante la duda de no saber que hacer, no se pregunta. se actúa.

                     Cómo ya sabréis, se tiende a automatizar. Por eso, a lo largo de un tratamiento, conviene variar la configuración de las fichas, de formas que aquello que tiene que leer esté en sitios diferentes, que existan textos irrelevantes en la propia ficha que no indiquen nada sobre qué hay que hacer, o repetir una misma ficha pero con diversas instrucciones diferentes. Eso ayudará a romper automatizaciones, y por tanto, hacer más consciente la tarea. Hacemos emerger la atención del pozo de automatismos donde se suele enterrar cuando se considera todo controlado. Aunque no lo esté.

3 ¿ Cómo lo haré?

                     El cómo hacer las cosas también importa. Explicarle al niño/a que no solo se trata de saber que hacer, sino que a veces, dependiendo de cómo se haga, el resultado será mejor o peor, es una forma de mostrare que no hay un "cómo" asignado inequívocamente a un "qué". O sea, que una misma tarea a veces se debe hacer de formas diferentes para que salga mejor.

La idea es que se encienda la bombilla que diga "ajá, hay formas de hacerlo mejor y formas peores"

                      La clave, para mi, consiste en separar continuamente el qué del cómo. Por eso utilizar la misma ficha pero indicando formas diferentes de hacerla... provocar fallos debido a que no se respeta el cómo se hace para hacer tomar conciencia de estos... esos detalles son una de las claves de las autoinstrucciones. Como ya he dicho varias veces, desautomatizando provocamos que haya que coger las riendas de la atención. Provocamos que haya que recurrir al control que muchas veces se deja en manos del entorno externo (cualquier estímulo que surja dirige mi atención.

4 Presto atención

                      Supongo que este paso es de lógica. Simplemente se trata de pedir al niño que preste atención durante la tarea, que no se distraiga mientras hace la tarea. Es recordarle algo que debe saber antes de empezar. Y es recordarle algo que le cuesta bastante, de ahí la terapia que se supone que estamos haciendo.

Prestar atención, algo bastante difícil en ciertos trastornos infantiles

                       Normalmente desde mi experiencia, suelo tratar de bajar el tono de voz, y provocar la repetición de todo lo que tiene que hacer y el cómo tiene que hacerlo. Intento que sea bajo, intento que sea subvocalizando, porque lo que quiero realmente es que en un futuro, no tenga que decírselo el mismo, sino sólo el hacerlo. En ese instante, ya puede hacer la tarea.

4.5 El repaso

                   Normalmente en las autoinstrucciones se suele omitir este paso. El pararse a repasar la tarea, el buscar fallos propios. Y eso es importante. Importante tanto en un examen (que se pueda uno percatar de que una de las preguntas se le ha quedado sin contestar) como ante la toma de una decisión que deba de sopesarse nuevamente para evitar un error repetido.

                    El repaso es muy cansino. Al menos a todos los niños/as parece que los has matado cuando les pides que repasen. Por eso hay que hacerlo más dinámico, repasando partes, o sólo aquello en donde sabemos que ha fallado. A veces, la mejor forma de lograr el repaso es contradecir y decir "te has equivocado", aunque no sea verdad. Sólo por el hecho de contradecirte, harán el repaso más concienzudo que os podáis imaginar.

5 La recompensa

                    Conceptos como la tolerancia a la frustración o la baja autoestima suelen ir ligados al TDAH. Por lógica, los niños con problemas o de control de impulso suelen cometer errores en tareas fáciles, lo que provocan que reciban el apelativo de tontos, torpes o vagos. Por eso motivo, se frustran mucho ante las tareas que hacen mal. Su intención es hacerlas bien, ponen su empeño, pero su atención deficitaria provoca que otras funciones que están correctamente no funcionen como debería. Ese es el motivo de trabajar también la recompensa.

No todas las recompensas son dinero. A veces el reconocimiento es mejor recompensa.

                     El saber aceptar que uno se ha equivocado pero que la próxima vez ira mejor, que se puede lograr, y que no es tan malo fallar es un primer punto. Desde luego, reconocer cualquier avance, por pequeño que sea, también es importante. No en vano, cosas que para otros pueden ser simples, para un niño con problemas de atención pueden ser muy duras. Por eso reconocer esos pequeños esfuerzos, ayuda a que se siga intentando. A fin de cuentas, no se nos puede olvidar que estamos trabajando con personas.

Más allá de las autoinstrucciones.

                         El problema, que al menos a mí me ha ocurrido, es que  a veces lo que se automatiza no se generaliza. Solo se aplica de la misma manera en todas las situaciones, con la existencia de muchas en las cuales no encaja. No me refiero al proceso en sí (saber qué hacer, cómo hacer...) sino a las respuestas. De esta manera, un niño puede terminar diciendo continuamente "tengo que tachar", ante cualquier ficha que se le ponga delante. De ahí todo el énfasis que he puesto en volver todo consciente, pues si automatizamos, pierde todo su sentido. La idea final es que esta forma de regulación verbal vaya a todos los aspectos del día a día. Por eso, se me ocurrió una forma de afianzar estas instrucciones,  y en especial, de obligar a pensar.


               El primer paso, en la fase en la que solicitamos que el niño preste atención le presentamos este recuadro. Y le pedimos que selecciones aquello que tiene que hacer en la tarea que le hemos puesto delante. la mayoría de las indicaciones que están puestas pertenecen a la mayoría de las fichas que ya hemos realizado, pero tanto en el "Qué" como en el "cómo" no todas son válidas. De est amanera, obligamos a que tenga que seleccionar cuales si y cuales no son las cosas que le pedimos y como las tiene que hacer.



               Para afianzar, posteriormente, pedimos que lo escriba en un recuadro como el ejemplo de arriba. Una forma de afianzar y provocar que el niño sepa y no olvide en que consiste la tarea. De esta forma tan organizada, su atención, una vez se pierde, sabe a donde dirigirse, pues tiene un proceso guiado al que recurrir. Espero que os hayan quedado claras las autoinstrucciones, por qué se hace cada una de ellas, y como afianzarlas de forma consciente. Un saludo!.
                     
                  

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