jueves, 30 de abril de 2015

¿El cerebro es una chapuza?

- El cerebro tiene la culpa de todo - dije mirando para el frente. Había bastante ruido en ese momento en el "bar de siempre" y gente pasando de un lado a otro, pero casi parecía como si no hubiese nada al rededor cuando entrabamos a hablar de temas de este tipo. Delante mía tenía a dos compañeros de trabajo, que me miraban como si lo que dijera no tuviera sentido. Es bastante curioso como con un par de cervezas todo tiene más sentido del que debería - nos dicen que somos la cúspide de la evolución y yo creo que somos más bien un defecto con patas - dije mirando mi vaso de plástico vacío. Era el año 2013, en sus inicios.
- Tampoco creo que sea así - dijo mi compañera, mirando disimuladamente (tanto que se veía desde la luna) a mi otro compañero, que observaba con gesto serio. Seguramente estaría pensando un "ya esta este divagando sobre cerebro". Es curioso el poco interés que pueden tener personas que trabajan curando daños cerebrales sobre como funciona el cerebro.
- Piénsalo, busca enfermedades mentales en los animales - les decía mientras miraba la cantidad de gente que pudiera haber en la barra, pensando en conseguir otra cerveza - no hay animales con depresión, ni esquizofrenia - les dije.
- No, no - volvió a decir ella - ahí animales que tienen alteraciones emocionales cuando sus dueños mueren -. Y es algo cierto. Un duelo, como cualquiera. Pero yo iba más allá.
- Ya... pero no son iguales - comencé a añadir - nosotros no tenemos capacidad de tener una homeostasis como otros animales, acabamos los recursos y con todo, y creo que es nuestro cerebro el culpable, no está bien ensamblado -. Y ese era mi punto de vista. Mi idea hace unos años de que el cerebro humano, lejos de ser una obra maestra, era una mezcla de cosas que habían surgido porque así se adaptó al medio, pero cuyo ensamblaje no era perfecto. Había dado lugar a cosas que no eran del todo buenas. Y esta idea siempre ha estado ahí,  a un nivel inconsciente. Y esas ideas han vuelto a salir a la luz cuando he leído "el cerebro accidental" de David Linden.
 
Un diseño poco elegante
 
         "Espero demostrar cómo en la organización del cerebro, desde las regiones y los circuitos cerebrales hasta las células y moléculas, el cerebro es una aglomeración ineficiente y poco elegante de materia que, no obstante, funciona sorprendentemente bien". Y así, en menos de 20 páginas del libro, Linden nos suelta este pequeño resumen de su opinión sobre lo que es el cerebro. Ineficiente y poco elegante. Justo al contrario de lo que esta comúnmente extendido. Que el cerebro humano es la cúspide, lo más alto, lo que crearía un Dios si decidiera crear algo... supongo.
El libro sobre el que hablamos en el post. No iba buscando este libro precisamente, pero me llamó la atención lo mucho que coincidía la contraportada con mis ideas sobre el cerebro.
               Demostrar esta tesis no es nada fácil, sin duda, ya que tenemos un antropocentrismo tremendo dentro de nuestra cabeza (nosotros si vamos al cielo, las moscas no... claro). Somos la especie elegida y demás. Pero sin embargo, el primer punto que plantea Linden es bastante básico y fácil de entender: Nuestro cerebro no está rediseñado, sino que más bien, presenta diferentes mecanismos añadidos ad hoc, superpuestos. Formas de solventar diferentes problemas que se añadieron a lo que ya había. Pero si alguna vez habéis trabajado en programación, sabréis una cosa muy básica: A veces lo que añadimos para implementar algo, desbarajusta otra cosa que ya había. Y esa idea es la que propone Linden.
 
 Podéis observar algunas ideas que hacen referencia a esa superposición cuando hablamos de los diferentes "cerebro" que tenemos, evolutivamente diferenciados.
            ¿En que se basa para decir que hay unas cosas superpuestas?. Por ejemplo en extrañas situaciones como la ceguera cortical (daño en áreas visuales del neocortex), donde una persona que teóricamente no ve (conscientemente, digamos) puede coger objetos que tiene delante, aunque dice no verlos (basta con pedir que lo intente, acierta). Partes más remotas evolutivamente (del reptiliano)  de su cerebro permiten una visión más... inconsciente. Eso sólo un ejemplo, pero por ahora, suena correcta la tesis del libro. ¿Dónde ve Linden que tengamos un cerebro tan poco eficiente?.
 
La neurona perfecta
 
             Ahondando en diferentes ejemplo, Linden trata de hacernos ver que por desgracia existen diferentes sistemas de control que no se desactivan aunque sea necesario. Me recuerda mucho a ese mecanismo que tanto fastidia en la operación bikini: que no comer hace que lo poquito que comamos se convierta más rápido en grasa. Para épocas antiguas donde la comida no sobraba era un mecanismo para ayudar a la supervivencia. Hoy en día es una soberana putada. Y algo así pasa con el cerebro. Los tremendos cambios en nuestro nivel de vida y a nivel tecnológico, aún no han sido asimilados por el cerebro, que sigue trabajando de la misma manera. Os recomiendo leer el libro para ver un ejemplo sobre la "escalada de represalias" o porqué motivo, siempre que devolvemos un golpe, lo hacemos más fuerte que el que recibimos. Si me voy a detener en la neurona.
              Está claro que la neurona siempre es vista como una maravilla, conectada con otras a través de sus axones y que ya sea de forma química o eléctrica, se comunica con las demás, influye sobre ellas. Pero según nos indica Linden, esa comunicación es ineficiente. Es lenta. Puede ser que si lo pensamos fríamente digamos: "si lo hace todo en milisegundos". Cierto, pero comparado con la capacidad transmisora del cobre, la neurona es muy lenta. Y lo que es peor, nuestro cerebro consume demasiada energía. Porcentualmente, consume un 20% de la energía corporal pese a ser sólo un 2% del cuerpo (según dicen, fue nuestra capacidad de cocinar lo que permitió que el cerebro tenga tanta energía disponible, lo podéis ver aquí).
 
 
Pues sí, una señal eléctrica se transmitiría mejor por un cable de cobre que por un axón. Las neuronas mal no funcionan, pero desde este punto de vista, se podrían considerar lentas y no de las mejores formas de transmitir la señal eléctrica.
 
 
              Hasta esta parte tal vez pueda estar de acuerdo: Las neuronas son una maravilla, pero podrían ser mejores, como todas las cosas. Sin embargo dando un paso más adelante, nos habla de algo con lo que no estaría tan de acuerdo: Nuestro ineficiente cerebro es el que tiene la culpa de que nuestra infancia sea tan larga  y las repercusiones que ello conlleva.
 
 
La máquina de adaptarse
 
 
                 Son demasiadas neuronas (hay estructuras duplicadas o superpuestas) y, de hecho, nacemos con conexiones de más. Por desgracia, es imposible que el código genético pueda tener escrito todas las conexiones que hacen falta en ese mar de neuronas que es nuestro cerebro, por lo que nacemos con muchas más conexiones. Además, por desgracia, nacemos con un cerebro tremendamente inmaduro, ya que si naciéramos con nuestro cerebro "terminado" no cabríamos por el canal de parto (seríamos muy cabezones). Es decir, nos toca madurar fuera. Y eso Linden lo ve como una imperfección. Estaría genial, en este caso, que naciéramos con un cerebro sin más neuronas de las necesarias o algo más compacto, en vez de como débiles crías. Pero ¿eso es malo?.

Aquí tenéis un ejemplo que ilustra esa idea del exceso de conexiones que van siendo podadas (en lo que se conoce como poda sinápica). Finalmente quedan aquellas conexiones que la experiencia ha fortalecido, siendo eliminadas las demás.

 
                Precisamente, el nacer con un mar de conexiones donde sobreviven aquellas que se utilizan nos permite asegurarnos de que se selecciona aquello que vamos a necesitar para vivir. Los sonidos que compondrán el idioma materno y no otros, los colores que vamos a ver (muchas tonalidades blancas en el caso de los esquimales) y otras características que durante nuestra infancia se han de perfeccionar. No sería fácil dejar al código genético la responsabilidad de saberse todas las cosas que pueden ser útiles y las que no. Puede que durante millones de años se haya tenido en cuenta que las serpientes o arañas eran peligrosas y que eso lo haya "adquirido" nuestro código genético, pero hablamos de millones de años. Y en este mundo actual, todo cambia de una década para otra. No podemos querer que el uso de pantallas táctiles, por poner un ejemplo, esté ya integrado en nuestro código genético.

Para que algo se termine inscribiendo en nuestro código genético, debe ser algo fundamental para la supervivencia (y cuya selección ayude a sobrevivir mejor que otra característica). Además, se necesitan muchos cientos de miles de años para esto (por decir una cifra). No sería lógico incluir cosas que cambien de un día para otro (hoy son pantallas tácticales, pero tal vez se queden obsoletas en unos años, a saber).
 
 
               Así que en este punto no estoy del todo de acuerdo. No creo que sea una imperfección que nuestro cerebro tarde más en madurar, ya que sus conexiones más finas maduran en interacción con el entorno, qué es justo donde uno debe buscar su alimento, su reproducción y todas aquellas cosas para las que en teoría se nace (muy reduccionista y biologicistamente hablando). Por decirlo en términos de Linden: Precisamente el tener la limitación de no tener todas conexiones de nuestro cerebro en el ADN y lo limitado del canal de parto, hacen que nuestro cerebro sea más capaz de adaptarse al medio de lo que sería si todo viniera predeterminado genéticamente.
 
 
Y así surgió el amor
 
 
               Al margen de este detalle en el que no estoy del todo de acuerdo, si coincido en que el cerebro sea como un helado, donde se han ido poniendo bolas una encima de otra. Y podemos entender entonces esa idea de que a lo mejor la bola que se ha puesto después, aunque nos gusta o sea necesaria, no termine de encajar con el sabor que había primero. Aún así, Linden continúa con algunos argumentos que me parecen interesantes. Por ejemplo, al no estar escrito genéticamente todo en el ADN, necesitamos memoria para guardar los cambios que la experiencia va dando provocando y de paso emociones para subrayar aquellas cosas que son más importantes (por ejemplo el miedo a cierta clase de depredador). Esa memoria sería en palabra de otros autores la base del YO (difícilmente habría "yo" sin memoria) y de la capacidad de predecir el futuro en base a hecho existentes.
 

Entendido de esta manera, el cerebro sería una bola encima de otra. Y puede que los sabores aislados sean muy ricos, pero puede ocurrir que su interacción no de lugar a su sabor que nos guste.
 
 
 
                  De aquí surge un problema, que ya comenta David Geary en el origen de la mente. Una disposición genética como es la de la supervivencia a toda costa (y el estrés-miedo que genera la cercanía de un peligro de muerte), choca con una información que nos da un sistema mucho más nuevo, evolutivamente hablando, como es la memoria prospectiva: Hagamos lo que hagamos, vamos a morir algún día. Creo que este ejemplo ilustra bien esa idea de solución ad hoc: La memoria prospectiva ayudar a vivir más, pero su interferencia con las disposiciones genéticas no es precisamente un regalo... ¿Pero no iba yo a hablar del amor?.

 
                  El hecho de que tengamos una infancia tan larga e inmadura nos obliga necesariamente a que nos tengan que cuidar nuestros padres. Esto en otras especie no pasa. De hecho, en otras especies los machos solo se juntan con las hembras en los periodos fértiles (y con varias), les basta con eso para asegurarse de que el hijo en cuestión es suyo, es más, realizan el acto en público para que quede claro. ¿Habéis visto que de diferencias con nuestra especie?. Nosotros copulamos fuera del periodo fértil, además con una sola hembra (en teoría), y desde luego, en estricto privado (omito el comentario gracioso). ¿Qué explicación le da Linden a este hecho?.
 
 
David Linden es profesor de neurociencia en la universidad Johns Hopkins, y no parece tener reparos en admitir que su cerebro (el de todos) no es tan perfecto como todo el mundo.

 
                 La idea es que la mujer visto que necesitaba ayuda para poder cuidar a sus crías, tan dependientes y durante tanto tiempo, no tuvo más remedio que ocultar su ciclo menstrual a la vista de todos. ¿El objetivo?. El macho ya no podía estar seguro de la cría es suya con un sólo acto en un momento puntual (por eso hay coito fuera del periodo fértil), y no podía irse muy lejos de la hembra por si otro macho llegaba y daba justo con el momento fértil. Demasiado riesgo el cuidar de la cría de otro. Y por ello, se establecieron parejas estables, la única forma asegurarse que la descendencia era de uno mismo. Y la culpa, según dice el autor, la tiene ni más ni menos que nuestro imperfecto cerebro por se tan lento en desarrollarse. No quiero decir que yo esté de acuerdo con esta idea, sólo digo que me parece curiosa.
 
                 En definitiva, estoy de acuerdo con la idea de que el cerebro está lejos de ser una máquina perfectamente creada o rediseñada continuamente, sino más bien ese conjunto de soluciones puestas una sobre otra, lo que termina provocando algunas incoherencias, duplicidades o incompatiblidades de sistemas. Todo este argumentario que propone Linden va en una dirección final, que comentaré en otro post: Si el cerebro es tan imperfecto ¿Cómo puede alguien sostener teorías como el creacionismo o el diseño inteligente?. Religión y Cerebro one more time.
 
PD: Mis queridos 15 lectores asiduos, os hago una pequeña pregunta. ¿Creéis realmente que el cerebro es tan imperfecto? ¿O realmente creéis que es la obra de ingeniería cumbre?. Animaros a contestar.
 

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