sábado, 29 de abril de 2023

Utópica-mente

 - "Siempre puede ser peor" - sonreí irónicamente mientras removía mi café sentado en la escalera de la trastienda, con mi traje reglamentario y su corbata. Un café por supuesto en vaso de plástico - "podríamos haber tenido que elegir entre café o ir al baño" - le dije a mi compañera con sorna. Era el año 2011. Estaba trabajando en una tienda de ropa en un día normal y corriente: 8 horas de jornada y 15 minutos de descanso. Ella me siguió el juego.

- "De fumar ni hablamos, ¿no?" - me dijo mirando le cigarro que tenía en mi oreja (así de "cani" era yo). Estaba claro que no daba lugar, así que volvería de nuevo a la cajetilla con el resto del tabaco. 

- "Café, café" -sonreí mientras alzaba el vaso a modo de brindis. Era una época curiosa esa del doctorado. Me pasaba noches estudiando y leyendo artículos. Era el único momento, porque los turnos de la tienda eran una barbaridad. Había días de 10 o 12 horas con turnos pseudo-partidos (una hora para comer). Fue un año intenso, pero siempre volvía a lo mismo. A seguir estudiando para poder trabajar de lo "mío" y tener unas condiciones laborales dignas.

Una voz me sacó de ese recuerdo y me trajo al presente.

- ¿Vienes? - dijo esa voz. Me había quedado absorto mirando el vaso de café de plástico que tenía delante y con ese recuerdo del año 2011. Ahora era 2022 y estaba en la cafetería de un hospital. Habián pasado 11 años. Con mi uniforme reglamentario, en el trabajo que era de lo "mío". Sonreí amargamente.

- "Voy, voy, que sino no me da tiempo de ir al baño" - y agarré el café con cuidado. Me lo acababan de servir hace 5 minutos y estaba ardiendo. Pero mis 15 minutos de descanso habían volado. Ahora tocaban otras 5 horas seguidas - "menos mal que ya no fumo" - dije. Ella no entendió bien de que iba el chiste. Pero el chiste se cuenta solo: No había cambiado nada en todos estos años. Me dije que siempre podía ser peor, cierto, pero a veces que todo siguiera igual era terminar asumiendo que todo era "peor".

La utopía de Tomas Moro

Tomas Moro escribió su libro Utopía a principios del siglo XVI. Figura política de su época en Gran Bretaña  y católico declarado,  quiso hacer una crítica irónica al sistema político de su época y lo hizo a través de una obra en la que hablaba de una isla, la  Isla de Utopía, en la que todos eran felices y vivían en paz y armonía. Pese a que la obra tiene 5 siglos, su idea como me planteo mostraros, sigue vigente.

En la isla de Utopía, la gente era enormemente feliz y lo era porque había algunas cosas muy diferentes a lo que nos solemos encontrar en nuestro entorno habitual. Todo eran bienes comunes, compartidos y bien repartidos. No existía la propiedad privada. Si uno bucea en la historía, rápidamente recordará la obra de Platón "República", en la que precisamente plantea la necesidad de poner por encima al grupo que a uno mismo. Pero este punto siempre puede ser discutible y un eterno tema político de liberalismo y comunismo en el que no me voy a meter. Lo interesante eran otras dos cosas.

La gente en Utopía trabajaba seis horas al día. No se necesitaba más. Y no se necesitaba más porque se habían abolido las clases, no existían diferencias entre personas, y no existían por tanto personas que, en palabras de Tomas Moro, no aportaban nada, pero parasitaban a los demás. Políticos y altos mandos. Por lo general, más remunerados de lo que corresponde para lo que al final hacen (insisto, palabras de Tomas Moro). Moro debía ser un tío de principios, y cuando su jefe (Enrique VIII)  decidió desafiar a la iglesia católica por un divorcio se reveló. Fue decapitado por orden del rey (algo hemos mejorado, porque al menos ahora solo te hacen mobbing XD).

Tomas Moro Inaugura el género de la utopía, y lo hace siguiendo algunas ideas previas, pero desde luego, marcando una base para futuras utopías. No han dejado de sucederse.

Suena utópico cuando se habla de trabajar esas horas diarias o incluso cuando se habla de trabajar 4 días a la semana, pero son debates que curiosamente siguen ahí. La cuestión ahora es plantearnos: ¿Son las utopías alcanzables? 

Entre la melancolía y la esperanza

El libro de "breve historia de la utopía" de Rafael Herrera Guillen hace un repaso de las diferentes propuestas sobre la utopía que ha conocido nuestra historia. Y resulta muy interesante valorar una línea temporal bastante interesante. Algunas utopías estaban al alcance de la mano y otras, nunca lo volverían a estar.

El cualquier tiempo pasado fue mejor suele ser una frase bastante recurrente. Y el hecho de que existiera un momento utópico que se perdió también está presente. El gran ejemplo es la idea de Adan y Eva, que vivían en el Edén, precisamente donde no tenían que trabajar (¿Es este post una oda anti-trabajo?) porque había recursos infinitos. Se tenía lo que se necesitaba. El problema era que por un pequeño acto de avaricia, se había perdido ese edén utópico. Algo así pasó según cuenta Hesiodo, con la fábula de Prometeo. Cuando robó el fuego de los dioses, Zeus castigo al ser humano con... ¡el trabajo!. Ambos son momentos de no retorno, en todo caso, tal vez con un diluvio universal. Destrozar todo para hacer un mundo nuevo.

Pero no todos ponían el mundo utópico fuera del alcance de uno, lo ponían al alcance. Pero no en esta vida. El mundo utópico venía después de muerto y lógicamente si se hacían ciertas cosas de cierta manera, algo que podría interpretarse como una especie de forma de control del comportamiento. Algo dependía de nosotros mismos, gracias a Dios (y nunca mejor dicho), pero claro, eso obligaba a un tránsito por un valle de lágrimas.

Pero estaba la tercera opción: La utopía era alcanzable en vida. La cuestión era cómo. Y eso varía según el momento de la historia en el que nos encontremos. Tal vez la idea de cómo alcanzar ese mundo perfecto fuera diferente en los albores de la revolución francesa, que actualmente. Pero lo que si parece claro es que siempre, unos y otros, planteamos cómo hacer para mejorar todo. Eso tiene nombre en lo que Ernst Bloch llamó "principio esperanza": El ser humano siempre tiene un sentido utópico. Siempre prevé la posibilidad de que en el horizonte cercano pueda haber una situación mejor. Un "todavía no". Pero un "en algún momento sí". 

Ernst Bloch, autor del principio esperanza. 


Utópica-mente

En la actualidad en la que realmente todo parece peor que cualquier tiempo anterior (como si las utopías quedaran fuera de nuestro alcance), lo cierto es que seguimos dando pasos en busca de encontrar algo mejor. Lo hacemos en nuestro día a día, como ese motor que señala Ernst Bloch: la esperanza. Nos rodea, en cierto modo, aunque no la percibamos de manera explicita.

La esperanza de que esa persona que ha tenido un daño cerebral pueda recuperar algo de funcionalidad. La esperanza de que ese alumno/a que se choca contra lo que contamos en clase pueda terminar por entenderlo. La esperanza de que nuestra profesión (la neuropsicología en mi caso) reciba el respeto que se merece. La esperanza de que aquello que escribimos llegue a tocar un poco el alma de la gente. Que cada huella sirva de algo.

Al final, parece que todo lo que hacemos tiene de fondo el horizonte de un mundo mejor. Y aquí entra un poco esa idea. Puede ser que nuestra orientación utópica, la de cada uno de nosotros, parezca pequeña cosa frente a todo lo que hay que cambiar, frente a todo lo que hay que desmontar para lograr un mundo mejor. Cada paso que damos es una pequeña gota de agua. Pero... ¿De qué se compone un diluvio si no es de pequeñas gotas de agua?. Un diluvio que pudiera cambiar el mundo.

Y esto va por Galeano. La utopía es el cambio a un mundo mejor. El horizonte que no se debe perder y del que todos somos responsables.

Tal vez simplemente no debamos desfallecer porque los pasos parezcan que nos alejan de esa utopía. Tal vez no se llegue a alcanzar un mundo perfecto y feliz, pero cada paso parece una promesa de algo mejor. Creo que es parte de la naturaleza de nuestro comportamiento, filogenética y ontogenéticamente. Al final, nuestra vida como personas, y nuestra historia como especie, parece ser el tiempo que transcurre en la búsqueda de una Utopía. 

Al menos, nuestra imaginación no nos la podrán quitar. 

PD: Entiéndase como un mensaje de optimismo en un momento de pesimismo.

PD2: Creo que hay que tener siempre presente aquellas cosas que nos hacen sentir mejor, y desechar las que no. Sin miramientos. A veces para seguir nuestro camino hacía la utopía toca dar marcha atrás. 

PD3: La verdad, la idea de parásitos comentada por Tomas Moro me ha resultado extremadamente actual. Hay gente que parasita a otra para progresar. O que considera progreso mantener la posición, pero... eso de toda la vida es estar quieto.

PD4: Puede que uno mire un café y vea que algo no ha cambiado. La opción es dejar el café, y salir del sitio donde se lo estaba tomando. Y tratar de no volver. 


2 comentarios:

Veronica dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Veronica dijo...

Hola profe,
Que interesante esta lectura. Comparto con usted que, la esperanza / utopía es el motor del ser humano.

Quería hacer una consulta: ¿dónde se puede ubicar la esperanza en el cerebro? ¿La esperanza sería el resultado de los neurotransmisores?

Cuando pienso en esperanza y cerebro pienso algo como:
1- El cerebro activa la imaginación (lóbulo frontal), con respecto al sueño que se quiere cumplir.
2- A partir de esta imaginación, creo, el cerebro segrega serotonina, dopamina, y norepinefrina, lo cual, esto nos llevará a hacer la acción del momento, porque esta acción (estudiar, trabajar, etc), será la que nos llevará a ese cambio en el futuro.

Quería compartir esta pregunta, para escuchar su opinión sobre esta reflexión.

PD: Espero estar utilizando los términos del cerebro adecuadamente, sólo soy una persona que quiere aprender :)

Gracias por su tiempo,

Vero,