lunes, 23 de junio de 2014

Actividades Cognitivamente Estimulantes

No quedaba ni una semana para la fecha de entrega de mi tesina (o como se llama ahora, trabajo de fin de Master). Llevaba leyendo prácticamente 9 meses. Un total de casi 100 artículos, la mayoría de ellos en el mostrador de una tienda en la que tuve que trabajar en verano donde casi no había clientes en agosto (omito el tipo de negocio exacto). Y me había ido por las ramas, como siempre pasa, teniendo que cortar y cortar cosas que no eran del todo relevantes. Estaba extremadamente tranquilo, todo estaba hipercontrolado. Hasta ese día.

- Pues fíjate, resulta que haciendo en análisis de esta manera, resultan significativas también las actividades cognitivamente estimulantes - me dijo mi tutor, con el programa estadístico de turno delante. El trabajo estaba ya redactado, los análisis hechos... empecé a temerme lo peor.

- Ah... que interesante - le contesté. Es cierto que había una prueba que trataba de "medir" las actividades cognitivamente estimulantes, pero yo había pasado olímpicamente de ella. Me interesaba ver el efecto de la educación en el envejecimiento cognitivo, nada más.

- Pues creo que debemos meterlo en el trabajo -. Una losa se me cayó encima. Quedaba una semana. Tendría que modificar la introducción para comentar lo que eran las actividades cognitivamente estimulantes (ACE a partir de ahora), modificar los análisis, los resultados, las propias conclusiones... y sin saber que eran las actividades cognitivamente estimulantes y su relación con el envejecimiento saludable. Fue una semana intensa, desde luego.

Actividades Cognitivamente Estimulantes

                          La forma de envejecer no es la misma para todos. Eso era ya algo que se sabe desde siempre, aunque en la mayoría de los casos siempre se relaciona con la enfermedad. Es cierto que es más probable tener  enfermedades al llegar a una edad avanzada, pero no debe entenderse como una condición imposible de evitar. Y una de las maneras para evitar esto es lo que hemos hecho en nuestra vida.

                          Por ello, tienen especial relevancia las ACE, entendidas como aquellas actividades que implican poner en marcha nuestra función cognitiva. Siguiendo el ya comentado principio de "úsalo o piérdelo", embarcarnos en tareas que suponen que nuestra función cognitiva actúe implica (dicho de forma extremadamente general) que esa función sea más fuerte y tarde más tiempo en deteriorarse por el paso de los años, o incluso se preserve con más facilidad ante un daño adquirido.

¿Esto es cognitivamente estimulante?¿no? ¿De qué depende?

                          Desde siempre, la relación principal ha sido con la educación. Las personas que habían recibido una  educación formal siempre solían tener un mejor pronóstico de recuperación en el daño cerebral (a igualdad de daño que los que no habían estudiado) e incluso cuentan con su propio baremos en las pruebas neuropsicológicas (lo que indica que la función cognitiva está más "preparada"). Pero el problema es que la educación suele terminar a los 20-25 años. ¿Qué pasa desde los 25 años hasta los 60?. Pues evidentemente, dependiendo del tipo de trabajo que se desempeñe y de las actividades que se llevan a cabo en tiempo de ocio, nuestro cerebro llegará mejor o peor a esa edad donde tiene que verse la cara con el efecto negativo del paso del tiempo. Hay más factores, desde luego como los hábitos saludables (no fumar, no beber), la alimentación (dieta mediterránea) o la actitud positiva ante la vida. Pero nos vamos a centrar en ese complejo termino que es la actividad cognitivamente estimulante. Porque ¿Qué diferencia una actividad que si lo es de una que no?.

Cognitivamente des-automatizante

                          A nivel general se puede considerar que una actividad es estimulante cuando no es automática. ¿A que me refiero?. A que las actividades que nos resultan muy fáciles de hacer suelen ser automáticas, lo que implica poca puesta en marcha de recursos para que sean dedicados a otras tareas. De hecho, se podría decir que en lo automatizado, rara vez se pone en marcha la función ejecutiva, ese momento en el que el cerebro debe planificar y usar sus recursos para resolver una tarea novedosa. Este enfrentamiento, ante algo nuevo, que obligar a la coordinación de todos nuestros recursos, es lo que suele considerarse como una actividad cognitivamente estimulante.

Como ya he automatizado la conducción, puede usar los recursos atencionales para otra tarea (y para perder los puntos del carnet, tener un accidente...)

                           Por eso, existen actividades que si bien pueden parecer complejas, resultan tan automáticas para las personas que no implican esa complejidad, luego al final no se está poniendo en marcha el cerebro. Por ello, ya de partida, mi opinión es que este tipo de actividades no van a ser las mismas para todas las personas. Lo que supone una dificultad añadida. Y por supuesto, la dificultad que estriba en medirlo. Algo que bien definió Schinka en su artículo del año 2005 sobre una prueba para medir estas actividades.

¿Estimulante o no estimulante?

                            Existen varios problemas para decidir si una actividad es estimulante cognitivamente o no. Simplemente, porque por ejemplo una actividad como ver la tele puede estimulante si lo que se está viendo es un documental o justamente lo contrario si lo que se está viendo en un programa como sálvame (o cualquier emocionante programa del corazón). Igualmente, para rematar, uno puede ver documentales, pero quedarse dormido mientras (lo que suele ocurrirle a mucha gente mientras ve los documentales de la 2) lo que implica una actitud poco activa, aunque si esté realizando esa actividad.

No es por criticar, pero ver este tipo de programas dudo que sean un reto para el cerebro.

                           Existen actividades que simplemente no están al alcance de todo el mundo (tocar el violín puede considerarse cognitivamente estimulante, pero requiere de unos materiales que tal vez algunas personas no puedan comprar), pero además, puede ocurrir que una actividad suponga tanta implicación que no de tiempo para hacer otras, por lo que pudiera parecer que alguien no es una persona especialmente activa de manera global (no lee poesía, no toca el piano, no va a museos) aunque esté realmente muy activado (por ejemplo dedica 4 horas al día aprender un nuevo idioma). A nadie se le puede escapar tampoco, que a veces es difícil separar lo que es cognitivo de los social (ir a un museo o hacer viajes suele ser también social) o de lo físico, luego no se sabe quien es el responsable del supuesto beneficio de la actividad en cuestión.

                            Este tipo de detalles implica una dificultad tremenda para medir realmente en nivel de ACE que una persona puede tener. De ahí la dificultad específica para crear una prueba. Schinka creó en 2005 la Florida Scale, con dos escalas para medir la frecuencia de la actividad, así como una escala de actividades más "altamente cognitivas".  Salthouse en 2002 creó una escala parecida, pero pidiendo que las personas valorasen el grado de esfuerzo que les suponían esas actividades. Por último, Wilson y otros colaboradores  crearon una escala para diferentes edades que ha usado en diferentes investigaciones.

                          No me quiero olvidar del cuestionario de Michael Valenzuela sobre actividades de tiempo libre, mucho más amplio y muy meticuloso con la medida de estas actividades (aquí lo tenéis). Todos tienen sus pros y sus contras, pero ayudan como herramientas para ver una cosa bastante importante: ¿Puede el nivel de actividad cognitivamente estimulante retrasar el efecto del envejecimiento del cerebro en la cognición? (que casi podría ser el título de mi santa tesis).

¿Qué le pasa al cerebro?

                         Me quiero centrar solo en dos estudios para abordar esta relación. EL primero, el de Robert Wilson, que nos indica que el declive cognitivo debido a la edad es más lento en las personas que han hecho más ACE a lo largo de su vida INDEPENDIENTEMENTE del la patología cerebral encontrada (mide ciertos marcadores asociados a la enfermedades de Alzheimer) . El segundo, este otro (aquí tenéis la noticia) que nos indica que ciertas actividades se pueden relacionar con la reducción de ciertas proteínas que están presentes también en el Alzheimer.

                          Me parece interesante resaltar esto, porque cada cosa que hacemos tiene su reflejo en el cerebro (recordar supersize my brain) pero también lo tienen las cosas que no hacemos. Si no hacemos ciertas actividades, si no usamos ciertas funciones, nuestro cerebro va a tener más facilidad para acumular ciertos marcadores anatomopatológicos, y no solo eso, su presencia será más dañina para la cognición y en extensión, para el desarrollo independiente de las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria.


Los estadios de Braak and Braak sobre la evolución de los ovillos neurofibrilares en el cerebro en la enfermedad de Alzheimer. Lo lógico sería una relación directa entre más ovillos y peor estado cognitivo, pero no es así. Un cerebro activo parece soportarlos mejor.

                         Se que mucha gente cada vez que lee la palabra medida o test en seguida desconecta por no ser "clínica pura" (incluso hay gente que la palabra hipótesis le asusta....), pero realmente, si tenemos baremos para la educación, tenemos baremos para la edad, para el sexo, incluso para la población... ¿no sería lógico tenerlos para el nivel de actividad de cada persona?. ¿Por qué?. Muy simple, si ser más activo implica menos impacto del daño cerebral... cuando  dos personas tienen la función cognitiva al mismo nivel (si es que eso se puede objetivar, todo hay que decirlo) ¿no será que la persona más activa tiene mucha más cantidad de patología acumulada que la menos activa?. Es decir, podríamos estar ante un falso negativo. Una persona que si tiene daño patológico, pero que nos pasa desapercibidos. Sin duda, una de las claves de por qué es tan difícil el diagnóstico precoz de Alzheimer. Un saludo.

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