jueves, 3 de julio de 2014

Interpretando la percepción

                         Cogí en alto la revista. La abrí por su página central y comencé a mirarla fijamente. Desenfoqué los ojos, me acerqué y alejé la revista de la cada. Y nada. Era una imagen como esta:


Y así, estas imágenes a finales de los 80 se habían vuelto tremendamente famosas. Pero yo no podía verlas, por más que lo intentara. Tenía unos 8 años, y acababa de salir del hospital niño Jesús de Madrid, tras la revisión del oculista por mi tremendo estrabismo u ojo vago.

- No lo estás haciendo bien - dijo una amiga de mi madre, mientras me quitaba la revista para mirarla ella misma - Ves, ya estoy viendo la manzana que sale.

-Yo no he visto ninguna manzana, dámela - comencé a decir mientras pegaba tirones de la revista. No tenía sentido que hubiera una imagen oculta, yo por más que miraba no la veía. Y me parecía raro.

- Yo tampoco la puedo ver - dijo mi hermana, que casualmente, también tenía ojo vago. Si, a los dos nos parecía imposible, pero mientras la amiga de mi madre seguía pasando páginas y jactándose de las imágenes ocultas que veía. Muchas veces yo me había quedado totalmente obnubilado mirando al cielo y era capaz de ver formas en las nubes, o en el suelo... mi cerebro era bueno en eso de darle estructura a lo no estructurado... pero ¿Por qué no podía ver esa imagen?. Todo ello me lleva a volver a hablar sobre la percepción y el papel que el cerebro juega en ella.

Ilusiones ópticas

           El funcionamiento de los esterogramas es curioso. En imágenes como las de arriba se supone que anda escondida una imagen que, al ser descubierta es tridimensional. Como nunca he sido capaz de verla no puedo deciros mucho más sobre como es (viviré siempre con ese resquemor). Sin embargo, el mecanismo es bastante simple (si en algo la percepción se puede considerar simple). Dentro de esta figura bidimensional, se escondes dos patrones superpuestos de una figura, muy similares, pero algo diferentes y a una distancia exacta para que el cerebro, cuando descubra ambas imágenes interprete que no hay dos, sino una con volumen. ¿No lo veis en el estereograma?. Hay un ejemplo parecido aquí.

Relativamente mareante, pero cierto, parece que tiene tres dimensiones.

                      En este caso la imagen no está oculta, sino que lo que tenemos es las dos imágenes que cambian de manera rápida. Nuestro cerebro, de nuevo, recibe esto como lo que sólo puede ser una imagen realmente, y que por lo tanto, tiene una profundidad. Y nuevamente es cosa de la interpretación del cerebro, pues físicamente lo que hay ahí son dos imágenes bidimensionales. La realidad que nos llega, nos la interpreta nuestro sistema cognitivo. Eso que se dice de que nos engaña... ¿Pero de verdad es un engaño?

Aprendido o por contexto

                        Imaginaros que este tipo de cuestiones ha llevado a muchos estudios de muy diversa índole sobre como percibimos. Como el tema es tan extenso, me querría centrar solo en dos condiciones principales, antes de comenzar a abordar la prosopagnosia y el síndrome de Charles-Bonnet (aunque he de decir, que como me pasa siempre que escribo, terminaré por hablar casi de cualquier otra cosa).

                  La primera condición, hace referencia al contexto. Es decir, que las ilusiones se producen dependiendo en muchos casos del contexto en el que las observemos. Es decir, como podemos ver en el ejemplo de abajo, aunque lo que queramos saber es si los dos cuadrados son iguales, nuestro cerebro cogerá toda la información del entorno, que puede hacer variar su juicio final.


                  Y es que aunque no lo parezca, los dos cuadros son del mismo color y mismo tono de rojo, pero la cercanía de otros y la tendencia de nuestro cerebro a dar continuidad a eventos discretos, implica que se interprete como continúo, y por tanto atenuado por los adyacentes, el tono de color. Lo de los eventos discretos lo veremos algún (si saco tiempo) al hablar del movimiento y de Rodolfo Llinás.

Supongo que este anterior ejemplo os era conocido, pero más conocido os puede resultar este conjunto de ilusiones, donde la cercanía de diferentes elementos, que nuestro cerebro no puede aislar hacer que percibamos de manera diferente algunos objetos en cuanto a su tamaño.

la línea central en las figuras A o los círculos en la figura de B son del mismo tamaño.

              Si esto es llamativo, más curioso es el ejemplo de la influencia del aprendizaje en la percepción. Simplemente, aquello que no hemos aprendido o no sabemos que existe, no lo podemos percibir, y el ejemplo lo tenemos en la figura siguiente:


       En esta imagen, de explicito contenido sexual (estoy seguro de que la mayoría habréis visto eso), también se observan unos delfines. Así que imaginaros, por ejemplo un niño mirando esta imagen. Evidentemente no verá a la pareja (no conoce conceptos como el sexo o imagina relaciones así) pero sí verá los delfines. En contrapartida, a nosotros nos cuesta más ver los delfines, supongo (y aquí ya es mas opinión mía) debido a la saliencia que el tema sexual tiene de manera evolutiva en nuestros cerebros.

Los milagros de la caras

           Volviendo al tema del último post, el reconocimiento de caras, vemos que el giro fusiforme se encarga del reconocimiento de caras, que además lo hace con cierta automaticidad, de forma que espera un patrón definido de posición de los ojos, boca y nariz para reconocer una cara. Aunque a veces no sea una cara, como vemos en estos casos:


                   Es una función del giro fusiforme, darle estructuración a estos objetos separados y concebirlos como caras. Como ya dijimos, tremendamente importante para el desarrollo, ya que es una de las bases para la interacción social, y tremendamente devastadora cuando está zona del cerebro se daña, apareciendo la ya de sobra conocida prosopagnosia. Sin embargo, esta capacidad de construir caras rápidamente, no está exenta de errores, como por ejemplo este:


            Mucha gente la reconoce, claro, tan familiar que posamos nuestros ojos un segundo y nuestro giro fusiforme en seguida reconoce la cara, acude a la información semántica (y emocional en más de uno...)... pero hay algo en la cara que no está bien. Y tenemos que combatir con los automatismos del giro fusiforme para darle la vuelta:


             Al darle la vuelta es un poco raro, ¿no? y de hecho, es muy posible que nuestro propio cerebro experimente una emoción negativa hacía esta "no cara" o "cara deforme". Sea como sea, inicialmente el giro fusiforme nos ha engañado, básicamente porque ha colocado la boca debajo de los ojos sin girarla. En parte se debe a que la parte izquierda del giro fusiforme sólo se encarga de ver si los elementos encajan en una posible cara (cosa que pasaría en el buzón que vimos arriba) y el derecho es el que se encarga de decirnos si es una cara real o no. Y es el derecho al que le ha sentado como una patada apreciar que la cara de Jolie que hemos visto no era real (sin contar con la frustración emocional... claro).

Y eso podría ser la explicación de varios eventos, supongo

La famosa polémica por una construcción con forma de cara que se veía en Marte. Algo puede ser cierto, que sea una construcción, pero de nuestro cerebro.

O las famosas caras que de cuando en cuando aparecen en paredes de casas y que se consideran apariciones o manifestaciones espirituales. Puede ser que el giro fusiforme ande detrás, ¿no?


                    Así que sí, el giro fusiforme se encarga del reconocimiento de caras pero...¿y si el giro fusiforme se volviera loco y empezara a activarse por que sí?. Hay un ejemplo, y tiene nombre:

Síndrome de Charles Bonnet

            En una de sus charlas TED, Oliver Sacks, nos habla de un trastorno bastante curioso. Una persona que veía gente que no estaba, o veía dibujos a su alrededor, o caras, algunas de ellas deformadas, con dientes mas grandes de la cuenta, o los ojos mal colocados. Evidentemente, una alucinación y un caso psiquiátrico. Y es lo que todos pensaríamos, si no fuera por dos cosas. La mujer estaba ciega y la mujer sabía que eso, no era real.

               Ya sabéis, que en muchos casos las alucinaciones pueden ser vividas como reales, pero la paciente en cuestión sabía que eso no debería estar ahí, especialmente por que estaba ciega a raíz de una degeneración macular. Y ella sabía que no era normal ver esas cosas, pero ahí las veía, como si fuera una película que observaba, nada interaccionaba con ella. ¿Qué pasaba?. Parece simple. Acostumbrado a recibir información del exterior, su giro fusiforme se encuentra de repente con que nada viene del exterior. Sin embargo, está acostumbrado a activarse con mucha frecuencia, por lo que sigue activándose de forma aleatoria, provocando la generación de interpretación de imágenes, en ausencia de estímulo. Es decir, el cerebro nos dice que sí está viendo. 

Algo así sería lo que podría verse en una ilusión de tipo Charles Bonnet (fuente)

                Es tal cuál comenta el Dr Ramachandran (no entiendo como no es más famoso que Cristiano Ronaldo) en algunas de sus charlas y libros, la forma de conocer al cerebro muchas veces parte de entender como una lesión los afecta. Si una lesión del giro fusiforme provoca prosopagnosia (no reconocer las caras) y su estimulación provoca que vea caras aún sin estimulo está claro que forma un papel importante en la percepción de caras (y mucho más importante en las relaciones y percepciones sociales), pero a veces falla (viendo caras sin que las haya, o si están modificadas). Y ello es debido a una de las cualidades principales del cerebro, de las que hablaré más adelante: el cerebro funciona a saltos, por eso, tiene que rellenar. Un saludo.

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