- Eso lo has de quitar - decía mi compañera, que se había sentado al lado mío para ver lo que había escrito. Siempre era bueno contar con una opinión más - no esta bien-.
Delante, en el monitor del ordenador, teníamos un tema que versaba sobre la evaluación neuropsicológica, y en ella yo había escrito que "la evaluación neuropsicológica trataba de verificar una hipótesis, que nos planteábamos a partir de la anamnesis". Era algo que me parecía tan obvio que me extrañó tener que pararme sobre ello.
- ¿Por qué? - pregunté sin disimular mi gesto de asombro.
- Porque no verificamos ninguna hipótesis, eso no es la evaluación neuropsicológica - me dijo.
- Pues yo creo que sí, yo creo que a partir de la anamnesis nos hacemos una idea de que puede tener el paciente y evaluamos para confirmar o desechar esa idea - expliqué.
- No, no es así - contestó. Había cierta falta de argumentos, pues no añadió nada más.
- Pues no lo entiendo. ¿Entonces qué es? - pregunté.
- El termino hipótesis no se puede usar, es demasiado estadístico - terminó por decir. Ahora tenía más sentido. El problema de ser investigador además de ser neuropsicólogo clínico, es que los que son sólo clínicos reniegan generalmente de todo lo que uno dice. Y eso me pasaba a mi. Tuve que borrarlo, aunque no tarde mucho en encontrar un manual que decía lo mismo con las mismas palabras. Eso sí, no hubo respuesta. Dar la razón estaba mal visto.
Con esto llego a la reticencia que hay cuando se intentan usar términos estadísticos como el anteriormente empleado, en la práctica clínica, o en la propia neuropsicología en general. Como si hablar de la estadística fuera algo malo. Por eso me parece interesante hablar de los periodos críticos del desarrollo y la estadística, pues tienen más que ver de lo que a primera vista puede parecer.
Los periodos críticos
Los periodos críticos del desarrollo son aquellos momentos durante la vida del niño en los cuales se esta especialmente preparado para adquirir una función concreta. La idea básica es que si esta función no se aprende en ese periodo, resulta imposible aprenderla posteriormente. O al menos esa es la idea, ya que algunos investigadores han trabajado tratando de demostrar que existen algunas funciones que se puede aprender.
Si seguimos las ideas que se desprenden de la neurociencia actual, y que comenta el catedrático Francisco Mora en algunos de sus libros, el cerebro esta predispuesto para aprender, y puede aprender cualquier cosa, pero necesita la exposición a aquello que ha de aprender, así como los momento adecuados. Luego, si por ejemplo, no exponemos al lenguaje a un niño en su periodo crítico este no podrá ser aprendido. El epicentro de esta idea es la de eliminación y fortalecimiento de conexiones. Es decir, las que no se usan desaparecen y las que sí, se refuerzan. El cerebro infantil es pura potencialidad.
En este libro Francisco Mora hace un repaso por muchas de las funciones cognitivas, y trata entre otros, los periodos críticos del desarrollo de una manera muy interesante.
Queda claro el importante papel de la sociedad y cultura a este respecto. Vamos a aprovechar para ver varios ejemplos, que siempre me han entusiasmado, sobre que ocurre si nos saltamos estos periodos críticos.
Falta de exposición: Genie.
Como suele pasar en estos casos, la no exposición de un niño/a al entorno social suele estar basada en un drama, abuso o tortura. Hay varios casos documentados, pero uno de los más estudiados es el caso Genie, cuyo nombre real era Susan, y que por diversos motivos permaneció encerrada en su casa, prácticamente sin contacto con nadie. Se estima, según los hechos, que hasta los 13 años no tuvo contacto con ninguna persona. Dormía prácticamente enjaulada y tenía prohibido emitir cualquier sonido (castigada si lo hacía). No recibía estimulación de ningún tipo (se cuenta que sin cuadros, sin ventanas, sin casi sonidos) y que básicamente conocía algunas palabras básicas como "para ya" "quieta" o "no". Todas negativas. Resumiendo. su cerebro, en el momento que debía, no fue expuesto a prácticamente nada. Y es ahí donde el cerebro "ve" en que mundo va a vivir y que va a necesitar, por lo que lo demás, lo desecha.
Un cerebro que no recibe estimulación, es un cerebro enjaulado.
El estudio del cerebro tiene importantes limitaciones éticas. No podemos dañar a la gente porque sí para ver el efecto, ni tampoco aislar a un niño para ver como afecta a su desarrollo. Por eso el caso de Genie tuvo tanto impacto. Permitió ver como el cerebro aprendía tras una falta de exposición en la primera década de vida. Genie solo aprendió un centenar de palabras (aunque se mostraba muy curiosa por su nuevo entorno), además, de tener una gran dificultad para la pronunciación. Sin embargo, en muchas áreas, Genie si lograba unos resultados aceptales, como en la lógica, o la discriminación de patrones, así como a la hora de expresar estados, a través de medios alternativos.
Es curioso que las pruebas de neuroimagen mostraron una activación nula del hemisferio izquierdo (curiosamente donde suele alojarse el lenguaje en personas diestras). La no exposición al lenguaje había tenido su huella en el cerebro, donde ese hemisferio no había sido estimulado prácticamente. Todo ello nos lleva a ver esa potencialidad cerebral infantil se puede perder si no se estimula. Pero, ¿Qué ocurre si lo que se estimula es algo que no se espera?.
Criado por monos: John Ssabunnya
A casi todo el mundo le suena el libro de la selva. La historia de Mogli, criado entre animales de la selva trata de reflejar el choque que supone volver a la "civilización" para un niño que ha sido criado entre animales. Además, me parece bastante "realista", ya que todos los animales hablan, y seguramente por eso Mogli estuvo expuesto al lenguaje y pudo aprenderlo. El caso de Tarzan no me parece tan realista, ya que criado entre monos que no hablan, termina aprendiendo muy bien y con bastante facilidad el lenguaje (con gramática incluida). Todos estos casos son historias basadas en la historia real de John Ssabunnya.
Este niño, con poca edad, se perdió en la selva. Debía tener unos 4 años. Y fue encontrado cuando varias personas se dieron cuenta que dentro de un grupo de monos había uno sin pelo, pero para entonces habían pasado muchos años. John, andaba a cuatro patas, tenía bastante agilidad y emitía una serie de sonidos que nada tenían que ver con el lenguaje humano, el cual no comprendía. Además, se mostraba bastante huidizo. Durante años fue educado, pero siempre mostraba un tono depresivo, además de problemas motores y de interacción. Pero lo curioso del caso no es esto, ya hablado en el caso de Genie. Lo curioso fue lo que ocurrió cuando años después se le llevó con un grupo de monos.
Aquí una de las imágenes de ese encuentro entre John y los monos. El caso de John no paso desapercibido tampoco para la comunidad científica.
John podía perfectamente comunicarse con ellos, y es más, se encontraba en un entorno familiar. Cómodo. Al parecer, aquello a lo que fue expuesto (interacción con monos) fue lo que aprendió, fueron las conexiones seleccionadas. Y con ello vuelvo a la estadística. El cerebro tiene una máxima: aquellas activaciones que tienen más probabilidad de repetirse se refuerzan, y las que no, se eliminan (base del aprendizaje). Así pues, parece que el cerebro se basa en la estadística, en la distribución de frecuencias de ciertos eventos para decidir que conexiones se quedan y cuales no. Es evidente que no basta con que sea yo quien lo diga (ante la crítica continua de algunas "grandes eminencias", aprendí a cubrirme las espaldas citando a otros) por lo que voy a hablaros brevemente del estudio de Patrcia Kulh.
La estadística del lenguaje.
Entre los muchos estudios que ha realizado la Dra Kulh en el instituto de ciencias del cerebro y aprendizaje de la universidad de Washington, destacan aquellos en los que ha tratado de encontrar los periodos críticos para la discriminación auditiva del lenguaje, primero de los estadios del aprendizaje del mismo: ¿Qué es mi idioma y que no?. Hay una charla TED que lo explica muy bien.
Está claro que hay una predisposición innata a hablar a los bebes, y además con cierta entonación, algo que se conoce como Baby Talk. Estamos introduciendo al bebe en su lenguaje materno. ¿Pero cuando ocurre esto?¿Y qué ocurre exactamente?. Para empezar, los bebes pueden discriminar casi cualquier sonido lingüístico que se les ponga por delante. En la palabras de la doctora Kuhl, son ciudadanos del mundo, mientras que nosotros somos culturalmente dependientes: solo discriminamos los de nuestro idioma. Y es, entre los 6 meses y un año cuando comienzan a decantarse por los sonidos del idioma que será materno, que es al que están expuestos. Ahí están ellos calculando estadísticas (Repito, no lo digo yo, lo dice la Dra.).
Las distribuciones de sonidos son muy diferentes en estos dos idiomas, y el cerebro no es ajeno a ello.
Como veis en la foto de arriba, cada lenguaje tiene sus diferentes sonidos, que se repiten más frecuentemente en unos que otros, de esta manera, el cerebro del bebe de 6-12 meses tiende a ir activando más las sinapsis para la discriminación de ciertos sonidos verbales (repito, antes discrimina todos, sean del idioma que sean) y eliminando la de otros que no se producen. ¿A que me refiero con discriminar?. Bueno, tratad de oír a alguien hablando en Chino o en Árabe y saber cuando acaba y empieza una palabra. Ahí esta el problema que siempre tenemos a la hora de aprender un idioma, y es que nuestro cerebro se preparó para el que estuvo expuesto, y por supuesto, de forma estadística. La siguiente pregunta es que pasa con el bilingüismo, pero eso lo tenéis en este otro post. Si, estadística y desarrollo cerebral... aunque no deja de ser una hipótesis. Un saludo.
PD: he querido dejar en el aire la idea de como lo que no se aprende en los periodos críticos parece no poder volver a aprenderse, pero realmente, hay estudios sobre ciertas áreas, como la visión, que comentaré en otro post que estará muy relacionado con este. Supongo que será el siguiente.
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