martes, 31 de marzo de 2015

Cerebro y deporte

Octubre del año 2009, Granada. Por escenario el campus de la universidad de la misma ciudad. Por aquella época, recién acabada mi tesina, y comenzando la tesis, solía enviar comunicaciones a todos los congresos que iban apareciendo. Eran las cosas de hacer currículum, cuando uno ingenuamente creía que podría sacar una plaza en la universidad por mérito, y no tanto por enchufe (Aquí tenéis un ejemplo de a que me refiero). Estaba esperando en una animada charla con dos amigos a que empezara una conferencia cuando vi que una mujer se paraba frente a mi poster y, para sorpresa mía, sacaba un papel para apuntar. No tardé en acercarme por si podía ayudar en algo, y para mi sorpresa de nuevo, estaba ante una experta en el mismo tema que yo trabajaba, la reserva cognitiva (Aquí).

- Es interesante, no sabía de otro grupo de investigación que trabajará esto en España - me dijo. Lo cierto es que pensándolo fríamente, tampoco podría considerar que yo tuviera un grupo de investigación propiamente dicho, sino más bien muchas ganas y (de nuevo) mucha ingenuidad.

- Ya, me pasa exactamente lo mismo - dije, lamentándome por lo poco que se sabía en España sobre ese tema. Mi poster trataba de mostrar como las actividades cognitivamente estimulantes y el ejercicio físico se relacionaban con la conservación del control inhibitorio en personas mayores. Hace 6 años de ese poster y aún sigo dándole vueltas a ese tema.

- Pero hay algo que está mal - me dijo mi interlocutora - la reserva cognitiva no tiene nada que ver con el ejercicio físico - terminó de decir, con una cara de tremendo convencimiento. Ya por estas fechas, había cometido la salvajada de meter en pubmed "cognitive reserve" y haberme bajado los más de 200 artículos que salían. Y de habérmelos leído. 

- En realidad sí - señalé el gráfico - a mi me salé ese resultado y además hay muchos estu... - intenté decir en el momento que me cortó.

- No tiene sentido - afirmó ella - las actividades cognitivas ayudan a cerebro, pero el deporte no tiene nada que ver -. Visto el grado de asertividad, preferí no entrar en debate. Pero sin duda alguna, ese es el tipo de cosas que le provocan a uno unas tremendas ganas de aprovisionarse de referencias que demuestren que tiene razón... por si hay una segunda vez que se ponga en duda. Aquí van algunas ideas sobre la relación entre cognición y deporte.

Este es el poster concreto de aquella ocasión, por si le queréis echar un vistazo. Parecía indicar de forma preliminar, que los errores en inhibición se veían con menor frecuencia en las personas que tenía más reserva cognitiva (medida como actividades físicas realizas  y actividades cognitivamente estimulantes).

¿Seguro que no ayuda?

                               Lo cierto es que cuesta mucho ver relaciones que no son directas. Somos esclavos de la contingencia, y si dos fenómenos no se asocian inmediatamente, cuesta más creer que tiene relación. Es algo que pasa con el cerebro y el deporte. Hoy en día creo que nadie duda de los beneficios del deporte para el cerebro, su capacidad de retrasar la aparición de ciertas enfermedades (por ejemplo, los accidentes cerebrovasculares) o lo importante que es para el propio bienestar emocional (un ejemplo lo tenemos en la práctica del mindfulness, como podéis leer aquí). Pero a veces, llegar a decir que la actividad deportiva, puede mejorar nuestra cognición, parece como demasiado difícil de asumir.

Autocita: Yo mismo hablando del tema del deporte y el daño cerebral en la previa al Maratón de Sevilla. He de añadir que no se hablar más lento. Lo he intentado, pero acabo quedándome dormido.

                        Lo cierto es qué, como decía en el vídeo, a nivel simplemente biológico, todo nuestro sistema vascular se puede ver beneficiado por la actividad deportiva, que provoca que el aporte de oxígeno (llevado por la sangre) a nuestro cerebro sea mejor, con menos trabas. Es de esperar, que si el cerebro recibe mejor la energía, su funcionamiento sea mejor. Y de esperar que si funciona mejor, nuestras funciones cognitivas, también. No en vano, hay muchas evidencias que relacionan el deporte con la función ejecutiva. Primero estudios que demuestran que las personas que hacen deporte suelen estar en un mejor estado cognitivo que las que no, o que retrasan la aparición de morbilidad o incluso, de la propia mortalidad. 

                     Pero lo más interesante realmente, son los estudios que tratan de experimentar con la cognición de las personas mayores y el efecto que tiene en ella el participar en un entrenamiento deportivo durante un determinado periodo de tiempo. Es el ejemplo de este estudio (aquí) de este mismo año, se realiza un entrenamiento de tan sólo seis días a una hora por día, de ejercicios acuáticos de aerobic de una intensidad que se llama moderada. Tras este breve entrenamiento, logran una mejora en "cardiovascular fitness" (lo miden con una prueba de 2 minutos de step) y lo más sorprendente, una mejora en función ejecutiva, atención y memoria (Al menos, en las pruebas que utilizan antes y después del entrenamiento).

A darle señores, que son seis días nada más. En realidad, estos estudios son geniales indicando una dirección de trabajo, pero no es algo que ocurra igual en todas las personas y de las mismas maneras. Hay que indagar mucho sobre que deporte y de que manera, puede beneficiar realmente el funcionamiento cognitivo de la persona.

                          Al margen de este estudio, los resultados en general pueden tomarse como una evidencia de que el cerebro sigue siendo plástico y maleable aún llegados a la vejez, ya que habitualmente, hay una mejora en la cognición de aquellos que son entrenadas. Pero... ¿Hasta donde llega está mejora? ¿Qué utilidad tiene? ¿Es real?.

La doble direccionalidad

                        La duda de la generalización a la vida diaria es tal vez una de las que más corroe al profesional. Saber que el hacer un entrenamiento en ejercicio físico va a a mejorar la función ejecutiva nos plantea la duda de si esta mejora se mantendrá en el tiempo, o durará casi tan poco como dura el entrenamiento. Peor aún es la duda de si realmente, la relación es al revés, y se trata de que las personas que tienen mejor función ejecutiva es la que termina haciendo más deporte finalmente por su mejor estado cognitivo.

                Estas dudas se tratan de abordar en dos estudios, que tienen menos de un año y proceden de grupos de investigación diferentes, desde Gran Bretaña (Aquí) y Canada (Aquí). El equipo canadiense realiza un entrenamiento de resistencia, balance y tonificación durante 52 semanas, con una hora completa de estos ejercicios.  En este caso hablamos de prácticamente un año de entrenamiento, entre mujeres que rondan los 65-75 años. Y el efecto sobre la función ejecutiva se muestra, en algunos casos más que en otros eso sí, pero se muestra. Primer punto, el deporte parece ayudar a la mejora de la función cognitiva. Pero lo más curioso de este estudio es que las mujeres que experimentaron mejoras en la función ejecutiva son las que precisamente siguen realizando deporte un año después. De esta manera, la propia función ejecutiva ayuda a que se los resultados se generalicen en el tiempo. Una relación reciproca.
Si el cerebro se modifica según la experiencia externa... ¿No es una experiencia externa el deporte?.

                   La explicación de este primer resultado es bastante intuitiva. Las personas con mejor función ejecutiva son precisamente las que saben frenar los impulsos con cierta facilidad lo que permite pensar en metas a medio o largo plazo, más allá del la inmediatez de volver al sedentarismo en cuanto se tiene la primera oportunidad. Curioso cuanto menos.

                  Con este motivo, el estudio que se realizó con la ELSA (English Longitudinal Study of Aging... mi gozo en un pozo con el Spanish longitudinal Study of Aging gracias al ministerio de ciencia...) nos indica, en una muestra de 4555 personas de más de 50 años una clara relación entre la función ejecutiva y el deporte en dos direcciones. Esto es, las personas que nos comentan que practican deporte suelen ver mejorada su función ejecutiva a partir de los 50 años (blanco y en botella, si es lo que cae con la edad, hacer deporte reduciría los efectos "deletereos" del paso del tiempo). Pero lo más curioso es que una peor función ejecutiva, nos indicaba una peor participación en actividades deportivas, de manera que la relación es en las dos direcciones. De esta manera, podemos facilitar la salida del sedentarismo a partir de trabajar la función ejecutiva y además, trabajar a través del deporte ayudaría a esta función. A falta de concretar muchas variables, pocas veces es tan adecuado decir eso de "mens sana y corpore sano".

Sirva de explicación esta idea: El deporte al que se enfrenta muchas veces es una situación novedosa, y ante situaciones novedosas, el que juega es la función ejecutiva. Es lógico que la función ejecutiva se vea reforzada si la estamos usando para asimilar nuevas rutinas.

¿Qué sabes de tu salud?

                       Es lógico que la función ejecutiva sea la función estudiada normalmente, pues como ya comenté en varias ocasiones (aquí por ejemplo) es la más susceptible de verse afectada por el paso de los años sin que haya una patología detrás, sino como algo normal. Básicamente, la corteza prefrontal es la sufre mayor deterioro estructural y funcional, y si el deporte beneficia la compensación de este daño esperable (tenéis un caso donde se explica mejor aquí), estaríamos ante una fuente de reserva cognitiva. Pero hay cosas aún más sorprendetnes de trabajar la función ejecutiva y la cognición en general a través del deporte.

                      Por ejemplo, en este estudio (Aquí) también de este año 2015, se habla de la "Health literacy", algo así como la educación sanitaria. Se considera según este estudio que conforme pasan los años, las personas mayores comienzan a tener un comportamiento "sanitario" poco adaptado, solicitando medicamentos no necesario, usando demasiado las emergencias sin necesidad, o usándolo poco de manera preventivamente adecuada. Algo así como su capacidad para gestionar la salud (Health Management). Pero lo más interesante, es que la caída de esta capacidad esta muy unida con la caída cognitiva, de hecho, es el estado cognitivo en general el que explica la relación real entre la edad y la pérdida de estas habilidades.

Sin una adecuada función ejecutiva, no sabemos organizarnos un tratamiento, no sabemos controlar el impulso de no tomar la pastilla por pereza, o de tomar más de la cuenta para recuperar lo que no tomamos. Parece con sentido esa idea de que el comportamiento sanitario está muy unido a la función ejecutiva.

                     Sin duda alguna, a los efectos ya añadidos del propio deterioro cognitivo (en general para llevar adelante las demandas del día a día) tocaría añadir este detalle en relación a la gestión de salud, que sin duda aumenta el gasto sanitario, máxime cuando el número de personas mayores va a aumentar de manera desmesurada en las próximas décadas.

                     Como conclusión, la relación entre deporte y función cognitiva está siendo uno de esos tópicos que de manera intuitiva ya se conocía, pero que necesita de una operativización clara para pasar del "conocimiento implicito" a la "evidencia explicita". La idea principal es que las personas mayores se pueden beneficiar congitivamente del deporte (y a su vez, mantener ese actitud positiva hacia el deporte) y que muy posiblemente, una actividad deportiva regular a lo largo de la vida puede ser la base de una reserva cognitiva capaz de ayudar reducir la expresión clínica de la atrofia/hipofunción asociada al envejecimiento normal y de todas aquellas patologías que impliquen daño cerebral. Evidente, ¿no?.






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