miércoles, 7 de febrero de 2018

Llevarle la contraria al cerebro

La ciencia es llevarle la contraria a nuestro cerebro. ¿Qué quiere decir eso?. Hasta cierto punto en nuestra historia, nos guiábamos por lo que nuestro cerebro veía y por esa inocente máxima de que, lo que no vemos no existe. No está. Los grandes descubrimientos, o los grandes giros que ha tenido la ciencia, han luchado contra la resistencia general y han provocado terremotos literalmente. Y los han provocado porque contradecían la intuición general. Y la intuición general era, en cierto modo, lo que nuestros cerebros en general creían como real.

La historia de la ciencia está plagada de momentos en los que alguien se salió de lo que el cerebro nos decía a todos, de gente que analizaba las evidencias que todos interpretábamos de la misma manera y las explicaba de otra . Eran cerebros que no explicaban igual las cosas. O que, como decía en otro post, establecían otro tipo de "pareidolias". Otro tipo de formas de percibir el mundo. Analicemos algunas.

El cerebro teme a la muerte

La religión la entiendo principalmente como una resolución  del gran conflicto que atormenta al ser humano. De tener una pulsión orientada hacía la supervivencia, heredada desde nuestros ancestros, de nuestros inicios como forma de vida. Y de tener una mente que nos permitía proyectarnos hacía un futuro, ver que pasaría en 10 horas... en 10 días, en 10 décadas, y saber que hiciéramos lo que hiciéramos, no podríamos evitar llegar a morir.

Esa resolución, era lo que toda la humanidad creía como forma de calmar esa ansiedad interna. A lo que todo el mundo se adscribía. Y las fábulas que nos pusieran para explicar el origen de la vida, como fábulas para justificar que, de alguna o de otra manera, tras la vida íbamos a tener otra vida de recompensa. Considerarnos una especie por encima del resto, superior, a imagen y semejanza del creador (da igual la religión que mires). Y entonces alguien planteó que realmente, no somos tan diferentes del resto de las especies.

A Darwin le dieron por todos lados cuando presentó su teoría de la evolución. Caricaturas como esta fueron habituales mientras sus ideas calaban.

Darwin, con su teoría de la evolución, planteaba una organización diferente de las cosas observables, de las cosas que nuestro cerebro quería creer. Que veníamos de otros animales, que evidencias que llevaban siglos ahí, y que eran desterradas por lo que implicaban para cada uno de nosotros, llevaban a una conclusión difícil de evitar: eramos una evolución de otras especies. En su momento, un despropósito para mucha gente, incluso hoy, una teoría que es olvidada adrede según en que escuelas y según en que sitios. Nuestro cerebro, sesgado en ese sentido, nos decía que eramos especiales como especie, pero tuvo que llegar un cerebro que discrepara para que empezáramos a darnos cuenta de que realmente, lo especial es que eramos como el resto de formas de vida de este planeta. Y por supuesto, con el mismo destino que estas tienen.

Una tierra plana sobre la que gira todo

Y nuevamente nuestros sentidos, y nuestro cerebro observaban el mundo que nos rodeaba y nos decían: Es el sol el que se mueve, no nosotros. Y la tierra es evidentemente plana, ¿Cómo iba a ser redonda?. Y la contradicción llegó cuando Copérnico (que no fue el primero que lo dijo, cierto es), lo puso sobre la mesa.

Si analizamos las ideas de los niños, de manera general, este sesgo de que la tierra es plana y de que todo gira en torno a la tierra, está presente. Es lo que los sentidos nos dicen, es lo que nuestro cerebro procesa como solución más lógica. Pero el mundo nuevamente, escapa a la lógica que inicialmente tenemos, y requiere un gran esfuerzo salirse de ello. Tanto que, mirando a nuestro alrededor, aún hay gente que trata de mostrar que la tierra es plana.

Sigo recomendando este libro como una de las formas para entender como la historia ha ido evolucionando de esa manera, llevando la contraria lo que parecía intuitivo. Comprarselo en Amazón Ome (Aquí)

No es vano, el libro de "el ojo desnudo" de Antonio Martínez Ron, nos muestra claramente como el avance de la ciencia se centra en gran parte en aquellos grandes investigadores (e investigadoras) que mostraron que había algo más allá de lo que sus ojos veían, Que incluso crearon instrumentos para ver más allá. Y es que la ciencia, a día de hoy, tiene mucho de lo que nuestros ojos no ven, pero hemos aprendido a ver. Ese paso, de llevarle la contraria al cerebro, que como ya sabemos, busca explicaciones lo más simples posibles, y puede eliminar todo aquello que las contradiga con total tranquilidad. Todo sea para que el mundo sea estable, y no perdamos tiempo preguntándonos cosas que no nos ayuden a sobrevivir de manera directa en el aquí y ahora. Luego, el cerebro, es una máquina de dar las cosas por sentado

Una clasificación de la cognición

Otro de los sesgos que parece que tenemos es pensar que todos funcionamos igual. El cerebro quiere clasificar todo lo que le rodea y busca puntos de apoyo para tratar de justificar ciertas clasificaciones para saber a que atenernos. Hay dos ejemplos interesantes.

El primero, descrito con maestría por S.J. Gould, en la "falsa medida del hombre", nos muestra como el pensamiento imperante era la superioridad de las personas blancas sobre los negros (y las mujeres dicho sea de paso) y como esa impresión que se tenía desde esa perspectiva del blanco es superior, se justificaba con cualquier dato, por peregrino que fuera, eliminando a veces de forma insconsciente, a veces no, cualquier dato que contradijera esa idea. Simplemente, el cerebro tiende a pensar que nosotros somos los mejores, y los que no son iguales (o consideramos diferentes) son inferiores. Es parte de ese egocentrismo implícito que debate en muchas ocasiones David Eaglemann. Hubo que hacer un gran esfuerzo para contradecir ese sesgo, y aún hoy en día, se sigue teniendo que hacer cuando no nos paramos a pensar.

Y así, midiendo el contorno craneal hay quien cree que puede medir la inteligencia. Y de eso, deducir muchas cosas sobre la persona que tenemos delante.

El segundo de los ejemplo, viene heredado  de estas ideas, y encarnado en el Coeficiente intelectual. No voy a entrar en el debate de si el coeficiente intelectual es mejor o peor, pero si que tiene un pequeño anclaje que a nuestro cerebro le viene muy bien: Su inmutabilidad. Hasta hace bien poco, un CI era una nota en la frente de cada persona que decía a que debía aspirar, que tipo de capacidad tenía y sobretodo, que era inmutable. Ese detalle comienza a estar superado, pero mientras ha imperado se ha obviado algo que no se ve a primera vista, la plasticidad neuronal, la capacidad a aprender, la capacidad de modificar nuestro cerebro, y por extensión nuestra cognición. Era más cómodo pensar que, una vez clasificado, cada uno quedaba en su sitio. Lo han pagado aquellos que tenían la etiqueta de retraso mental, a partir de una puntuación, que no han tenido la oportunidad de recibir a ayuda para superar sus dificultades.

Una cognición única

Jeff Hawkins, fundador de la iniciativa Numenta que busca la creación de una inteligencia artificial basándose en como funciona el cerebro, siempre dice en sus presentaciones una cosa muy curiosa: "El como funciona el cerebro no debe de ser tan difícil, lo que pasa que aún no sabemos como es, la teoría de la evolución o darnos cuenta de que la tierra era redonda también resultó complicado, pero una vez entendido, no es tan difícil de ver". Tiene cierta lógica, pero en muchos casos durante nuestra búsqueda de comprensión caeremos en sesgos que costará frenar.

Actualmente damos muchas cosas por sentadas en la neurociencia y en la neuropsicología. Tenemos una fe inquebrantable en la neuroimagen, en especial para los diagnósticos. De hecho, queremos tener una relación directa entre lo que nos dice una neuroimagen y una etiqueta sindrómica concreta. Hasta tal punto que, si algo no sale en la neuroimagen, no existe, aunque la persona tenga claros y evidentes signos clínicos. De hecho, dos neuroimágenes  exactamente iguales de dos personas diferentes no se relacionan directamente con su desempeño en según que cosas. Dos personas con la misma etiqueta sindrómicas tampoco. No creo que nadie pueda contradecir esto, pero se obvia en la mayoría de los casos porque todo resulta así más fácil.

No creo que hay que confundir normalidad con ser iguales. De hecho, a veces lo normal es fallar en según que cosas. ¿no?.

Creemos que todos los cerebros funcionan igual, porque es lo que nos dice la intuición, porque el producto que observamos es igual (una ejecución en una prueba, o una realización de una actividad). Y los tratamos de esa manera unitaria cuando vemos que algo falla, aun cuando rara vez tenemos dos pacientes iguales (sea proceso degenerativo o tras un daño adquirido). Si lo vemos desde un punto de vista del movimiento, ciertamente todos podemos andar, pero cada uno tiene su estilo, su coordinación, su forma de mantener el equilibrio y su postura al hacerlo. Se pueden sacar tendencias, pero es evidente que no todo el mundo lo hace igual.

Y eso seguramente es lo que pase con el cerebro y el funcionamiento cognitivo. Que tal vez estemos ante un sistema que, aunque tiene una meta común a todos los seres humanos (sobrevivir, adaptarse...) tiene diferentes formas internas de funcionar para lograrlo. Diferentes equilibrios, entre los diferentes sistemas, que se establecen durante el desarrollo cerebral hasta alcanzar una sincronización. Eso explicaría porque cambios importantes a nivel cognitivo como los del envejecimiento no afectan tanto al día a día (se van variando esos equilibrios para seguir funcionando) como un daño adquirido más leve (se rompe la sincronía de golpe sin opción de compensar) o el porqué un mismo daño cerebral adquirido puede afectar de manera diferente (no afectará igual pues funcionan esos cerebros de forma diferente).

Lo cierto es que aun tenemos que llevar mucho la contraria a nuestro cerebro en como se ve a sí mismo para poder entender como funciona realmente.Simplifica, categoriza, automatiza... pero no siempre correctamente. Siempre digo lo mismo, "la solución suena más a contraintuitiva que a inconcebible".  El problema es que hay mucha gente que no cree que tenga que contradecir a su cerebro, que no consideran necesario ser crítico. Qué a su modo, aún siguen pensando que la tierra es plana y que lo que no sale en la neuroimagen, no existe.


PD: Es evidente que va mucho más allá de hablar de unas funciones u otras, hay muchas más variables debajo (neurotransmisión, estimulación durante el desarrollo...), pero la idea sería que, mientras queremos hacer una mapa del cerebro (que podremos), prácticamente ninguno va a funcionar igual (solo hay que pensar que las áreas de asociación son únicas para cada persona). Será un mapa de carreteras, donde habrá gente que use diferentes caminos para llegar a lo mismo.

PD2: Otro ejemplo, la contingencia. Lo que no ocurre de manera contingente, parece no tener relación para nuestro cerebro. Sin embargo, después de ver que tras dos o tres años de tratamiento, hay pacientes que mejoran de manera exponencial en su lenguaje, me planteo si hay algo que escapa aún a nuestros ojos (y los artefactos que usamos para mirar) en el cerebro durante el proceso de rehabilitación tardío.

PD3: Cuestiona y vuelve a cuestionar. Es seguramente la única forma de ver más allá.

PD4: Le dice un percentil 1 a un percentil 39 "¿Cómo estás?", a lo que el percentil 39 contesta "Depende de quien me interprete"... Supongo que alguno7a pillará el chiste XD.


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